22 años

Natalia Andrea Perlaza Rueda

Estaba en su casa cuando fue asesinada, el 20 de agosto de 2020, por un impacto de bala en el tórax. Los hechos ocurrieron en el barrio Las Delicias de Palmira (Valle del Cauca).

Fuentes: El País y Supernoticias del Valle.

Un sueño que florece en 22 rosales

Camino al Terminal de Transportes de Palmira, Natalia Perlaza va pensando en su sueño: quiere ser médica, ojalá pediatra, y se está esforzando mucho para lograrlo. Es 2017 y Natalia tiene 19 años. Las otras muchachas de su edad están disfrutando el ocio del fin de semana, pero ella no tiene tiempo para relajarse. Va camino al Instituto Nazaret de Cali, como todos los sábados y domingos, para formarse como auxiliar de enfermería.

Está cerca de graduarse del bachillerato y del instituto, por eso no se detiene a pensar en el trayecto de al menos 40 minutos que está a punto de empezar. Está motivada. Lleva el uniforme blanco tan pulcro como su sonrisa y se va alejando de su casa mientras su mamá, Emilse Rueda, la ve partir. Así la recuerda ella:

“Nati era muy alegre. Todas las dificultades que tenía las resolvía de buen humor: cuando estaba enojada o no le gustaba algo, se reía y se le pasaba el mal genio. Era muy comprometida con su familia. Lograba todo lo que se proponía.

Desde niña sabía que quería trabajar en el área de la salud, quería ser jefe de enfermería. A veces le agarraba el afán y me decía: “Amá, yo necesito terminar el bachillerato ligero, rápido, porque quiero estudiar y ser una buena enfermera”. Por eso, mientras todavía estaba en el colegio, los fines de semana empezó a estudiar un técnico laboral para poder ejercer esa profesión.

En diciembre de 2017 recibió su título de bachiller académico y a mediados de 2018 se graduó como enfermera. Ese año celebramos sus dos grados y ella estaba muy contenta.

En enero de 2018 había empezado a trabajar en la Unidad Ejecutora de Saneamiento del Valle. Entre otras labores, hacía campañas para prevenir el contagio del dengue. A ella le decían “la zancudita”, porque se disfrazaba de ese insecto cuando tenía que ir a los colegios o a las comunidades a enseñarles qué era esa enfermedad.

Mientras trabajaba en eso, nunca perdió de vista su sueño: “Cuando sea una pediatra mi uniforme va a ser un disfraz, para que los niños no me vean como una doctora, sino como una amiga o una superheroína”, me decía.

Cada cosa que hacía dejaba huella y esa no era su única actividad en el trabajo comunitario. Yo soy líder social afrodescendiente y ella siempre me acompañaba en mis procesos. En 2017, Nati se encaminó en ese liderazgo y presentó, ante la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, un proyecto de tradiciones ancestrales y de huertas en terrazas. Se demoró un año planeando esa iniciativa y, en 2018, le anunciaron que su propuesta había ganado y que le darían los recursos necesarios para implementarla.

A la par seguía trabajando en su sueño de ser doctora. En 2019 se postuló a una beca en una universidad de Cuba para estudiar Medicina y convertirse en pediatra. Nos llegó la notificación de que se la había ganado en octubre de 2020, dos meses después de su asesinato.

Mi hija tenía 22 años. Para que su memoria no muera, sembré 22 rosales en el Parque La Factoría, cerca al Comando de Acción Inmediata (CAI) de la Policía aquí en Palmira. En cada flor vive mi Natalia. Quiero que la recuerden como una mujer que siempre quería el bienestar para todas las personas”.

Emilse Rueda Marín, 43 años, madre.

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Modelando con la experticia de una diva de pasarela, Natalia camina por el taller de costura e ilumina la habitación con su sonrisa. Su cuerpo esbelto, de piernas largas y torso firme, le da vida a las telas que su tía Selene Marín acaba de coser.

Natalia era su consentida y ambas pasaban mucho tiempo juntas entre el zapateo de las máquinas y los hilos sueltos del taller. Selene conserva intacta una caja de sombras para ojos que le regaló su sobrina, y atesora el recuerdo de las tardes junto a ella:

“Como era tan delgada, Natalia era mi modelo de costura. Aprendió a usar las máquinas de coser a los 14 años, por lo que trabajaba conmigo durante las vacaciones del colegio. Era una pelada dada a aprender y estaba siempre dispuesta a que le enseñaran cosas nuevas.

Con mi hermana hemos sido muy unidas, siempre hemos estado juntas. Por eso he tenido un vínculo cercano con mis sobrinos, en especial con Natalia. Éramos muy amigas y compartimos mucho tiempo juntas, porque vivíamos en la misma casa.

Recuerdo que cuando Natalia se graduó de Enfermería, nosotras fuimos a un concierto del cantante vallenato Silvestre Dangond en Palmira. Ese día bailó mucho y estaba muy alegre porque le gustaban las canciones de él. Lo disfrutamos mucho. Así la recuerdo: siempre con una sonrisa en el rostro. Por más complicada que fuera la situación, ella le buscaba el lado positivo a todo”.

Selene Marín, 35 años, tía.

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De acuerdo con Jonathan Velásquez Sepúlveda, presidente de la firma de abogados LegalGroup y apoderado de la familia Perlaza Rueda, por el asesinato de Natalia Perlaza cursan tres procesos legales:

El primero es un proceso en la Oficina de Control Disciplinario Interno del departamento de Policía del Valle, contra la subintendente Cindy Lorena Henao, presunta responsable de accionar el arma que le quitó la vida a Natalia. Ese despacho dio por terminado el proceso, mediante un auto proferido el 15 de febrero de 2021 porque, para la entidad, la uniformada “hizo uso de los medios de Policía [...] como último recurso físico para proteger la vida e integridad física de los demás ciudadanos”.

La familia apeló la decisión el 27 de abril de 2021 y, hasta la fecha de publicación de este texto, no ha existido pronunciamiento por parte del despacho disciplinario sobre el recurso interpuesto.

El segundo es un proceso penal en la Fiscalía Quinta Seccional de Cali que se quedó estancado en la etapa de indagación preliminar debido a que, el 13 de octubre de 2020, el Juzgado 158 Penal Militar solicitó tener la competencia de la indagación. Por lo tanto, según explicó Velásquez, en este momento está pendiente por definirse qué entidad seguirá con la investigación del caso.

El último es una demanda que la familia Perlaza Rueda radicó ante la Procuraduría General —el 25 de octubre de 2021— contra el Estado, representado en este caso por la Policía como institución.

La familia de Natalia exige la indemnización de los perjuicios morales causados y que la Policía pida excusas públicas; también solicita que se garantice su derecho a la justicia, la verdad y la no repetición de los hechos ocurridos. Según el apoderado de la familia, la audiencia de conciliación se ha aplazado 3 veces. Está fijada para el 11 de marzo de 2022.

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