Miladis Machado Navarro

Fue asesinada el 8 de mayo de 2020 en el barrio Vincula Palacio, en Maicao, Guajira.

Fuente: La Guajira Hoy y La Cuarta Vía.

Una mujer de alegría incansable

Una carcajada estridente cruzó el mercado público de Maicao y todo a su paso se llenó de alegría. Quien rió fue Miladis Machado, una mujer morena y de ojos aguileños, que solía despachar bromas al por mayor en el depósito de víveres.

“Así era mi mamá, una mujer muy divertida que a todo le sacaba un chiste. A ella la conocían muchas personas porque llevaba más de 10 años trabajando en el mercado. Incluso había clientes que no compraban nada pero iban a saludarla y a reír un rato con ella.

En 2020 fue la encargada de administrar un depósito de víveres y recibía las facturas, enviaba pedidos y registraba las consignaciones. Las personas del mercado la respetaban mucho porque nunca dejó de trabajar. Le decían: “Oye, tu ere’ incansable. Ya está bueno de tanto trabajo”. Pero ella siempre se quedaba más tiempo aunque no se lo pagaran y, al que podía ayudar, le ayudaba. Buscaba la forma de tender una mano y era muy honrada, por eso le dieron la responsabilidad de administrar el depósito, porque nadie conocía el negocio mejor que ella. Pero trabajaba mucho. Yo le decía: “Ajá, mamá, tu eres esclava del trabajo”. Ella me decía que ya estaba acostumbrada. No me hacía caso y lo que yo le decía le entraba por un oído y salía por el otro.

Con la pandemia, el depósito se abría solo los lunes, martes, jueves y viernes. Por eso, en ese tiempo empezamos a compartir más tiempo juntas. Pero como estaba acostumbrada a levantarse temprano, a las cinco de la mañana ya estaba haciendo el café y preparando el desayuno. Cuando yo me levantaba a veces la encontraba hasta barriendo el frente de la casa. En las tardes jugábamos, sobre todo los fines de semana. El bingo era el que más le gustaba. Lo que sí le daba rabia era perder. Decía: “¡No joda' yo no me gano ni uno!”

En el depósito del mercado en Maicao su sonrisa y sus carcajadas ya no están, pero todavía me la preguntan. Un cliente me dijo que muchas personas se habían ido de la plaza porque, después de que mi mamá murió, el lugar se sentía muy solo. Me dijo: “Lástima que se nos fue tu mamá, porque así como tú me atiendes bacano, porque tú te me acercas y te pones a hablar conmigo, así era tu mamá. Pero después de lo que pasó me demoré como dos meses pa’ vení porque aquí se sentía un ambiente pesado, como un silencio, como si nadie quisiera hablar, no era lo mismo sin tu mamá. No es lo mismo sin ella”.

Ahora yo trabajo ahí, en el mismo depósito donde ella estaba. Esa voluntad suya de seguir adelante a pesar de todo quedó en mí para siempre. Mi mamá era muy trabajadora y muy dedicada a su familia. Descansaba poco porque siempre se encargó de trabajar para sacarnos adelante a mis hermanos y a mí y, los días que no tenía que trabajar, los pasaba conmigo cuidándome del sereno, del polvo, de cuanta cosa me pudiera afectar la salud. A mí me dedicó mucho tiempo porque le salí enfermita, sufro de asma. El mes tiene 30 días y yo pasaba 20 en la clínica y los otros 10 en la casa. Hace unos días tuve un ataque de asma y me dio mucha nostalgia que mi mamá ya no estuviera ahí para mí. Pensé en todo el tiempo que pasó en una clínica junto a mí, cuidándome hasta que me recuperara. Pero ya no está.”

Brendys Mendoza Machado, 29 años, hija.