39 años

Ana Mercedes Rivas Ramos

Apuñalada, murió desangrada en su casa, en Medellín, Antioquia, el 22 de abril.

Fuente: RCN Radio y Mi Comuna Dos

Ana: “Yo voy a ser la segunda mamá de sus hijas”

Está montada en un bus que partió del Chocó hacia Medellín. Recién tiene la mayoría de edad y sintió ese arranque de salir de un momento a otro, de buscar futuro posible, en otras tierras, con otras personas. Uno en el que pudiera ganarse la vida en la gran ciudad, trabajando en casas de familia. Así podía ofrecerle algo a Andrés Duván, su hijo mayor. Ana no salió sola. Lo hizo con sus hermanos, y, por supuesto, con su pequeño Andrés, en ese entonces.

El destino a veces parece existir y en la línea de vida de Ana estaba la de encontrarse con Juliana, la que iba a ser como una hija para ella, porque Ana entraría a trabajar a esa casa de familia en la que Juliana era una niña y ahí se quedaría por muchos años. Tantos como para pensar que fue una figura materna, porque la cuidó y educó. Así lo contó:

“En el momento que yo me desarrollé, para mí era un cambio totalmente radical y ella tuvo que ponerse en ese papel de mamá y explicarme, mira: te está pasando esto, esto se hace así, esto es normal. 'A usted le va empezar a picar la cuquita mijita y usted va a querer buscar hombre, pero se tiene que controlar', ella me hablaba así como una mamá y cuando nos enfermábamos y nos hospitalizaban, ella era la que se quedaba con nosotros en la clínica".

Ana cuidó del hermano de Juliana, de ella y la sobrina.

"Tuvo una pareja y con él tuvo dos hijos menores, pero después se separó de él y bueno, duró un tiempo sola y conoció a este muchacho con el que se dieron los hechos. Hizo muchos esfuerzos para poder trabajar como interna de la casa. Cuando tuvo su segundo hijo, todo cambió y le tocaba tomar dos transportes de ida, dos de regreso. Llegaba muy tarde a su casa. Pero era una mujer muy alegre. Yo le decía: 'Ay, Ana, usted de dónde saca tanta energía, tanta mente positiva', porque ella era la cabeza de la casa y era al tiempo la que permanecía con nosotros. Lidiaba con tres niños, luego tres adolescentes, porque nosotros somos seguidos. Tres personalidades diferentes. Ana es sobreprotectora. También es una mujer muy alegre, berraca, echada pa’ lante. Muchas veces le tocó trabajar interna y dejar los niños a cargo de sus hermanos para poderles brindar una calidad de vida. Eso no lo hace cualquiera. Yo tengo dos niñas y alcanzó a cuidarme a la niña mayor. Después me fui y nosotras teníamos un acuerdo, que cuando llegara aquí a Medellín, ella iba a cuidar de mis hijas, para poder trabajar. Me decía: 'Juli, usted llegue a Medellín que yo me encargo de cuidar a sus hijas. Yo voy a ser la segunda mamá de sus niñas…' A mí me duele muchísimo. Cuando me enteré, le dije: 'Negra, usted me falló, mana, porque usted me dijo que iba a cuidar a mis hijas, así como me había cuidado, usted sabe que mis hijas no se las dejo a nadie y yo me vine para acá porque usted prometió cuidar de ellas'. Y pues para mí eso fue muy muy muy duro. Creo que de todos, a la que más le pegó fue a mí, porque hubo dos acontecimientos muy fuertes en mi vida y ella fue una persona que estuvo ahí. La verdad, no lo podía creer. El día que llaman a contarme que la habían asesinado... Eso fue... '¿Cómo?, ¿Ana?' Ella fue la persona que prestó los servicios como empleada doméstica en mi casa por muchos años. Cuido de mí durante toda mi infancia".

Juliana Correa, amiga.

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En el proceso judicial, el asesino de Ana Mercedes se declaró culpable y recibió una sentencia de 20 años.

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