24 años

Karla Johana Arango Lozano

El 28 de mayo de 2020 un sicario le disparó varias veces cuando ella se movilizaba en motocicleta por la vía que une a los municipios de La Unión y Toro, en el Valle del Cauca.

Fuentes: Q’hubo Pereira y Ciudad Región.

Risa eterna

La rivalidad puede surgir casi con la misma espontaneidad que el amor. Esto lo sabe muy bien María Alejandra Hernández, una joven vallecaucana que, durante la niñez, veía todos los días a su némesis en la casa del frente. Esa era Karla, una niña escandalosa cuya risa desproporcionada le resultaba insoportable. Las dos se miraban mal cuando se cruzaban en la misma calle.

Hoy, María Alejandra se ríe al evocar esos recuerdos porque bastó una tarde juntas para que Karla se convirtiera en su mejor amiga. Así la recuerda ella:

“Yo veía a Karla en el colegio y pensaba “¡Ay esa pelada me cae tan mal!”, porque era bullosa, extrovertida y siempre quería llamar la atención. Un día fui a la casa de una compañera del colegio y Karla llegó a visitarla también. Ahí nos conocimos y empezamos una amistad. Tiempo después le conté que, antes de distinguirla, yo no me la aguantaba y las dos nos morimos de la risa. En adelante, los años que viví con ella fueron muy alegres.

Una vez un grupo de circo fue a Toro, el pueblo donde vivimos, y se quedaron por una semana. Karla y yo fuimos a todas las funciones. Como ya sabíamos los chistes y nos reíamos tan duro, los payasos se burlaban de nosotras durante el show o nos cogían para hacer recocha. La gente del pueblo se reía y todos la pasábamos muy bien. En una de las últimas funciones, nos tomamos fotos con Kokis, el payaso principal. Ambas guardábamos con mucho cariño ese recuerdo.

Por otro lado, en la Institución Educativa Fray José Joaquín Escobar, donde Karla hizo sus estudios, los profesores la querían mucho porque era muy colaboradora. Además, le gustaba mucho el fútbol y cuando participaba en los campeonatos jugaba muy bien.

En 2012 jugamos un partido memorable. Era contra otras peladas del pueblo que nos habían declarado la guerra a Karla y a mí porque la líder de allá tenía algo que ver con un muchacho que a mí me gustaba. En el pueblo muchos sabían que ese juego, más que una disputa de equipos, era una rencilla personal, por eso, el estadio estaba lleno de gente cuando llegamos.

En medio del partido, la muchacha y yo tuvimos un roce y acabamos agarradas del pelo en la mitad de la cancha, mientras todos nos veían asombrados. La batalla futbolística se convirtió en un enfrentamiento físico que terminó cuando Karla le dio un zapatazo a la otra chica con su ‘guayo’ y le gritó: “¡Con mi amiga no se meta!”

El público estalló de risa, continuamos el partido hasta el final y ganamos. Al salir, nos fuimos riendo con las demás chicas del equipo y la gente que nos apoyaba. Fuimos el tema de conversación un tiempo y cada vez que Karla contaba la historia, la gente no paraba de reír.

Ante las dificultades, Karla procuró salir adelante con una sonrisa. Así quiero que la recuerden”.

María Alejandra Valencia Hernández, 28 años, amiga.

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Las tardes divertidas con Karla y su forma particular de anunciar su llegada, son las dos cosas que más recuerda Leidy, su amiga:

"A Karla la conocí hace 15 años porque ella vivía a media cuadra de mi casa y las dos jugábamos en la calle. Ella tenía muchos amigos y la gente la quería mucho porque era muy conversadora. A veces íbamos a “El Salto”, que quedaba en la quebrada El Lázaro, ubicado en Toro. Ella era arriesgada para tirarse al agua, hacía piruetas y nos hacía reír.

La risa de Karla era inigualable. Uno la escuchaba de lejos cuando ella soltaba la carcajada por la calle y sonaba durísimo. Yo pensaba: “Por ahí viene Karla” y minutos después atravesaba la puerta de mi tienda y me decía: “¡Oe, loquita! ¿Qué más?”, con sus ojos achinados y su gesto alegre.

Ella siempre me trató con mucho cariño y yo la quería mucho, aunque no nos veíamos seguido y cada una estaba tratando de salir adelante por su cuenta. La última vez que la vi fue en un video que subió bailando, dos días antes de que la mataran. Así, libre y sonriente, la quiero recordar siempre”.

Leidy Marcela Arboleda, 31 años, amiga.

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María Alejandra Hernández y Leidy Marcela Arboleda desconocen si hay una investigación en curso por el feminicidio de Karla. Ambas coinciden en que, dos años después de su asesinato, no se sabe la identidad y el paradero del agresor.

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