María Angélica Polanco Miranda

Salió de su casa el 17 de julio del 2020, pero nunca volvió. Después de cuatro días de búsqueda, fue encontrada sin vida y con signos de tortura en el corregimiento El Llanito de Barrancabermeja, Santander.

Fuentes: El Tiempo, Caracol Radio y Cerosetenta.

Pedacitos de un recuerdo

Era diciembre de 2019. La familia Polanco Miranda bailaba en medio del jolgorio, avivado por las trompetas, trombones y bongos a ritmo de salsa en el Club Infantas, un centro de recreación y eventos de Barrancabermeja. María Angélica se robaba las miradas de las personas en las mesas aledañas: deslumbraba por su forma de bailar y su sonrisa.

Este es uno de los recuerdos grabados en la mente y corazón de Álvaro y Libia, padres de María Angélica. El pasado 20 de abril de 2022, en medio del calor santandereano, la pareja de esposos se sentó en la mesa del comedor de su casa, evocaron la memoria de su hija y la última canción que le escucharon cantar. Estos son fragmentos de su conversación:

—Álvaro, ¿usted se acuerda que ese día no había quién parara a Angélica? Nunca paró de bailar. No se cansaba. Bailó con usted, con los tíos, con los primos. Estaba muy contenta y orgullosa porque usted ese día tocaba con la orquesta en el Salsa Fest—, dijo Libia con alegría.

—Sí, ella estaba muy contenta. Recuerdo que iba muy linda, con su pelo suelto. Tanto así que se robó la atención de uno de los integrantes de mi orquesta. Yo estaba detrás de él cuando le dijo a otro compañero: “Hermano, mire esa mujer tan divina”. Solté la risa y le dije que esa mujer era mi hija mayor, María Angélica. Él quedó de una sola pieza— la pareja de esposos dejó escapar una carcajada.

Cuando el silencio regresó, Álvaro continuó.

—Pero eso no era lo más bonito de Angélica. Ella era hermosa espiritualmente. No tenía problemas con nadie.

—Sí, es verdad. No era malgeniada, sino más bien tranquila. Siempre estaba sonriente y nos hacía reír con sus chistes.

—También era muy detallista. Angélica se endeudaba con tal de darnos un regalo a nosotros sus papás, o a sus sobrinos. Siempre se ofrecía a preparar arroz con pollo o arroz con leche para las reuniones familiares. Le quedaban deliciosos—, agregó orgulloso el padre.

—Esas eran sus dos especialidades. Lo hacía con mucho amor—, recalcó la madre.

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—Angélica era muy cercana a nosotros. Por ejemplo, cada vez que me necesitaba, yo salía corriendo para donde estuviera. Era muy especial conmigo—, dijo Álvaro con un tono de tristeza.

—A mí me contaba sus alegrías, sus tristezas e incluso cuando alguien le echaba piropos. Todos los días hablábamos por videollamada durante horas—, recordó Libia con la voz entrecortada y los ojos vidriosos. Hubo silencio, la tristeza se hizo presente y la mujer lloró en silencio.

Después de un momento, continuó conversación:

—A mí me encantaba lo dulce que ella era con sus hijos. A veces tenía que ser exigente, porque ella hacía de papá y mamá con los tres. Le gustaba que todo estuviera organizado, cada uno tenía una tarea u oficio que hacer. Fue una madre muy paciente, les explicaba las tareas cuando llegaba de trabajar. Ella era profesora de matemáticas.

—Los padres de familia y sus alumnas la querían mucho porque ella era muy dedicada a su trabajo—, agregó Álvaro.

—No sé si usted se acuerde, Álvaro, pero cuando ella cuando se ponía a dar sus clases virtuales durante la pandemia por Covid-19, brincaba y jugaba frente a la cámara para que las niñas estuvieran contentas mientras ella les enseñaba matemáticas—, dijo Libia, esta vez sonriendo.

Libia Miranda, 63 años, mamá. Álvaro Polanco, 63 años, papá.

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Versos de Álvaro Polanco:

“María Angélica, hija de mi alma, hermana de mi corazón. Tu sonrisa llena cada partecita de nuestros pensamientos, nuestras esperanzas, sueños y realidades. Estás en el aire que respiramos, en el mensaje de una bella melodía, en la luz del sol. En el día a día te siento en cada paso que doy, hija, hermana, vida mía”.