28 años

María Alejandra Meriño Escalante

Fue asesinada el 7 de junio de 2020 con una puñalada en el pecho. Los hechos ocurrieron en el barrio San Jorge de Santa Marta, Magdalena.

Fuentes: El Heraldo y RCN Radio.

Una mujer que quería volar alto

A los 9 años, María Alejandra ya era una emprendedora y dirigía su propio negocio de manicura. Cuando no tenía clases en el colegio, recibía en su casa a las vecinas que acudían a ella para embellecer sus uñas. Era pulida y atenta al detalle. Aprendió ensayando, pintando y despintando sus uñas con un kit de esmaltes, corta cutículas y limas que le regaló Georgina Escalante, su mamá.

Por sus servicios, las mujeres de la cuadra le pagaban entre dos mil y cinco mil pesos, dinero que María Alejandra usaba para ahorrar o apoyar económicamente a su mamá, que trabajaba en servicios generales. Con ese espíritu activo y solidario la recuerda ella:

“Mi Mary era una mujer guerrera. Recuerdo que un día, cuando mi hija tenía 9 años, no teníamos el dinero del diario. Ella llegó a la casa con cinco mil pesos que había ganado después de pintarle las uñas a unas vecinas. Yo pensé: “¡Bendito sea mi Dios! ¡Hoy comemos gracias al trabajo de mi hija!”, porque eso sí, ella era echada pa’ lante.

Mi hija no decía que no sabía hacer algo, al contrario, se le medía a todo y aprendía muy rápido. A veces, entre risas, me decía: “Yo desarmo un radio y lo vuelvo a armar, no importa que me sobre un tornillo”. Además, cuando era niña cogía mis pantalones y con ellos hacía faldas. Sus compañeras se asombraban y le decían: “¡Meriño! ¿Cómo es que sabes hacer eso?”, ella solo se reía y les decía que nada le quedaba grande.

Cuando creció trabajó como vendedora en diferentes negocios para sacar adelante a sus dos hijos, nunca dejó de ayudarme económicamente. Ella me decía: “Yo tengo que tener plata, depender solo de mí misma y darte la vida que te mereces. Me quiero ir a Bogotá o donde los primos en Panamá para conseguir un mejor trabajo. Voy a volar alto, mami”. Yo sabía que así era, porque ella se esforzaba mucho y tenía un corazón muy grande.

El último trabajo que tuvo fue de supervisora de pagos en el negocio de un prestamista. A ella le tocaba salir en su moto todos los días a recibir los abonos de los deudores del “paga diario” y darle las cuentas al administrador.

El día del entierro de mi Mary, una señora vino a darme el pésame y me contó, entre lágrimas, lo piadosa que era mi hija en el trabajo. Según su relato, un día que no tenía con qué pagar la cuota, la señora le dijo: “¡Ay! Doña María, no tengo plata, no le he hecho ni almuerzo a los niños”. Entonces mi hija le dejó 20 mil pesos y le dijo: “Hágale el almuercito a sus hijos”. Estoy convencida de que decidió ayudarla porque ella también tenía hijos y no imaginaba lo que era no tener con qué darles de comer.

Mi hija era muy generosa. Le encantaban los niños y en época decembrina invertía en promedio 300 mil pesos para comprar jugueticos a los niños pobres de las veredas. Cuando regresaba a la casa, me decía: “Mami, uno le da una muñequita o un carrito de dos mil pesos a esos niños y se ponen tan contentos”. Ella se sentía satisfecha y yo le daba las gracias a Dios porque ella tenía un corazón muy bueno.

A mí también me consentía y salíamos a comer o viajar juntas cuando tenía tiempo. Le gustaba llevarme a la playa o visitar a los familiares que tenemos en Guacamayal, Magdalena. Era mi consentida. Quiero que la recuerden alegre, emprendedora y solidaria”.

Georgina Escalante, 61 años, madre.

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María Alejandra era un lugar seguro para las mujeres de su familia cuando ellas necesitaban apoyo. Era una consejera incondicional para María Cabas, su prima y compañera de parrandas. Así la recuerda ella:

“Mary era muy alegre. Le gustaban las rancheras y la recocha. Una vez que yo estaba despechada por mi expareja, ella me dijo: “Vamos a dar una vuelta”, y nos fuimos de rumba. Ese día bailé hasta con el portero de la discoteca y ella se reía de mí.

Después, más calmadas, me dijo: “No, manita. Tú te mereces algo mejor, piensa en tus hijos, mira que eres una mujer muy bella. Trata de hacer las cosas bien por ti y por ellos. Entre las dos miramos qué hacemos, tú no necesitas a ese hombre”. Eso le dio la vuelta a mi mundo. Ella siempre era un apoyo muy grande.

Quiero que la recuerden contenta, llena de vida, hermosa y con un corazón gigante”.

María Alejandra Cabas, 29 años, prima.

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De acuerdo con el medio de comunicación Santa Marta al Día, a través de una diligencia judicial realizada el 8 de junio de 2020, la Fiscalía le imputó a Daniel Alberto Reales Gamero el delito de feminicidio por el asesinato de María Alejandra Meriño. A su vez, un juez de control de garantías le dictó medida de aseguramiento en establecimiento carcelario. Reales Gamero permanece privado de la libertad en la Inspección de Policía Norte de Santa Marta.

La investigación por el asesinato de María Alejandra se encuentra en la Fiscalía 36 Seccional de Santa Marta desde el 10 de junio de 2020. Según Georgina Escalante, la familia desconoce en qué etapa está el proceso. La madre denunció que el constante aplazamiento de las audiencias ha ocasionado que, un año y once meses después del crimen, el feminicida de su hija aún no haya sido condenado.

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