El dilema de San Matías: sacar el cobre o restituir a las víctimas

(19/04/2023)

Por: cuestión pública y El Centro Latinoamericano de Investigación Periodística – CLIP.

Minerales Córdoba, uno de los actores económicos más importantes de Puerto Libertador, en el sur de Córdoba, concentra hoy por lo menos 23 títulos mineros con los que contempla desarrollar la mina de cobre de San Matías. Este proyecto podría traer millonarios ingresos a la minera canadiense, ligada al magnate estadounidense Robert Friedland y a la china JCHX, y cuantiosas regalías al Estado colombiano. El problema es que muchos de sus títulos se traslapan con territorios étnicos y campesinos que víctimas del conflicto armado reclaman como suyos, así como con áreas que mineros tradicionales vienen solicitando al Gobierno colombiano hace años.

Antes de que lo mataran el domingo 16 de octubre de 2022, el periodista Rafael Emiro Moreno Garavito había redactado varios derechos de petición. Solicitaba información al Estado colombiano sobre las licencias ambientales de las empresas mineras con presencia en el sur de Córdoba, en la esquina noroccidental del país. En su medio Voces de Córdoba, había denunciado que algunas de ellas —sobre todo en su natal Puerto Libertador— vulneraban los derechos de las comunidades locales —de mineros artesanales e indígenas zenú y embera katío, y afrodescendientes—, así como las condiciones de sus trabajadores y la contaminación del ambiente.

Velatón en memoria de Rafael Moreno en Puerto Libertador, Córdoba (Colombia), 26 de octubre de 2022. (Crédito: Diego Cuevas para El País).

Un equipo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y de Cuestión Pública tuvieron el ánimo de continuar el trabajo de Rafael y profundizar sus denuncias sobre posibles abusos de esta industria en su región.  En alianza con catorce medios colombianos y extranjeros, liderados por Forbidden Stories, que integran el Proyecto Rafael, investigó a fondo a la empresa que con más fuerza ha llegado en los últimos años a esta esquina del Caribe colombiano.

Minerales Córdoba es una filial colombiana de una minera canadiense ligada al magnate estadounidense de la minería Robert Friedland y a la compañía china JCHX. Su meta es desarrollar allí un gran complejo de extracción de cobre y donde también espera extraer oro y plata. El CLIP y Cuestión Pública establecieron que Minerales Córdoba, a nombre propio y de otras empresas que luego se convirtieron en accionistas suyos, se ha venido quedando con el control de la mayor cantidad de títulos mineros en la región.

Sin embargo, algunos de los territorios que abarcan los títulos que le ha otorgado el Estado colombiano están siendo reclamados legalmente, de manera simultánea, por comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. Esto en el marco de la ambiciosa política iniciada por Colombia hace una década para reparar a las víctimas de su conflicto armado interno.

Estas comunidades fueron víctimas de crímenes atroces —incluyendo desplazamientos, homicidios, amenazas y estigmatizaciones— durante ese conflicto de medio siglo. Ahora están reclamando que les sean devueltas las tierras que les arrebataron los grupos violentos. Así, algunas de las hectáreas que Minerales Córdoba contempla incluir en su proyecto de San Matías son reclamadas hoy por campesinos e indígenas. Esto podría generar nuevos problemas hacia adelante, sobre todo si la mina de cobre avanza en esas parcelas o territorios colectivos antes de que un juez falle los procesos de restitución de quienes reclaman ser sus dueños legítimos. Si esto sucede, sus propietarios enfrentarían otro escollo más en su lucha por ser reparados, tras haber pasado en algunos casos ya más de veinte años fuera de sus tierras.

Además, esta alianza periodística documentó que a Minerales Córdoba le aprobaron con celeridad títulos para exploración minera. Mientras que a 332 familias de mineros artesanales, que por 45 años han subsistido de extraer oro en la mina El Alacrán, las autoridades no sólo no les legalizaron su modesta explotación, sino que los tildaron de simpatizar con el Clan del Golfo. Cuando esos mineros tradicionales protestaron, el Estado colombiano judicializó a su líder y destruyó la infraestructura artesanal donde hacían su explotación.

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Una nueva fiebre minera en Puerto Libertador 

Córdoba, un departamento ganadero y arrocero del Caribe colombiano, tiene 25 mil kilómetros cuadrados, un poco más que el territorio de Israel o El Salvador. Sus municipios sureños de Montelíbano, Puerto Libertador, San José de Uré, Tierralta y Buenavista, que ocupan poco más de la mitad de ese departamento, concentran una fuerte actividad minera. En total, la Agencia Nacional de Minería ha otorgado allí a la fecha 104 títulos mineros. El Catastro Minero, operado por esa misma entidad regulatoria, registra 538 solicitudes de exploración y explotación por parte de empresas nacionales, extranjeras y personas particulares. Solo Puerto Libertador, de donde era oriundo Rafael Moreno, concentra 50 títulos mineros activos y 283 solicitudes.

La minería a gran escala en el sur de Córdoba comenzó en 1980 con la exploración y explotación de carbón. Continuó en los siguientes diez años con la bonanza del ferroníquel en la mina de Cerro Matoso y prosiguió en 2000 con una fiebre por el oro que perdura hasta hoy. En años recientes ha surgido un nuevo mineral estrella: el cobre.

A diferencia de países vecinos como Perú o Chile, Colombia ha sido lenta en tantear su potencial para extraer cobre. Es apenas la productora número 44 del mundo, según el gremio minero nacional. Esto cambió en 2021, cuando el Gobierno comenzó a promover un viraje hacia este mineral, al cual describió como ‘el de la transición energética’ por su conductividad y creciente demanda global. 

“Queremos convertirnos en el tercer productor de cobre de América Latina”, anunció el presidente Iván Duque. Su sucesor Gustavo Petro, muy crítico del carbón y el petróleo, continuó esa política y está animando a los empresarios a buscar minerales en demanda. Sobre todo aquellos que calificó de ‘estratégicos’, como el níquel, el litio, el cobalto, el coltán, el manganeso y el cobre, que se usa para fabricar vehículos eléctricos, turbinas eólicas y paneles solares. Ya hay un primer proyecto cuprífero operando en Chocó y al menos siete más en distintas fases de planeación en todo el país.

Un análisis hecho por esta alianza periodística de los datos del Catastro Minero arrojó que Minerales Córdoba, dueña del proyecto de cobre de San Matías, es la que puntea tanto en títulos activos como en solicitudes de nuevos títulos en esa zona. En un cuestionario enviado a la empresa junto a El Espectador, para conocer sus explicaciones y respuestas a cuestionamientos sobre el proyecto minero, Minerales Córdoba respondió que no pretenden convertirlo en la mayor mina de cobre de América Latina. “Esta es una iniciativa de pequeña escala en el contexto global. No obstante, será sin duda clave en la política de transición energética justa del actual del gobierno en Colombia, puesto que nuestro proyecto es de cobre, uno de los minerales estratégicos de la transición energética”, indicaron. 

Los empresarios del cobre

Aunque no es muy conocida en Colombia, Minerales Córdoba S.A.S está al frente de uno de los proyectos mineros más ambiciosos del país: la mina de cobre, oro y plata de San Matías. Esta gira en torno al yacimiento de El Alacrán y a otros tres más pequeños llamados Montiel Este, Montiel Oeste y Costa Azul.

Es un proyecto que la compañía considera prometedor. Primero, porque abarca unas 20 mil hectáreas de tierra y contempla extraer entre 20 mil y 40 mil toneladas diarias de cobre. Segundo, porque —según la página web de la empresa— está ubicado “en una jurisdicción favorable a la minería” y cuenta “con excelente infraestructura”, incluyendo su cercanía a otras dos minas a cielo abierto en funcionamiento, a la red eléctrica nacional y a vías asfaltadas.

Registrada en Medellín en 18 de abril de 2011, Minerales Córdoba forma parte de una compleja arquitectura empresarial en la que participan al menos nueve empresas basadas en Colombia, Canadá, Estados Unidos, China y Barbados. 

La empresa colombiana es una filial de Cordoba Minerals Holdings Ltd, una empresa registrada en la isla caribeña de Barbados. A su vez, esta es una subsidiaria de la empresa canadiense Cordoba Minerals Corp, según consta en actas de Cámara de Comercio de la sociedad colombiana.

Cordoba Minerals, que toma el nombre del departamento en Colombia donde está ubicado su proyecto insignia, tiene sede en Vancouver, Canadá, y cotiza en la bolsa de valores TSX Venture Exchange de Calgary. Su mayor accionista, con 63% de sus acciones, es la empresa estadounidense Ivanhoe Electric Inc., según consta en sus estados financieros de 2022. Registrada en Delaware y también domiciliada en Vancouver, se trata de una minera con una decena de proyectos de cobre y oro repartidos entre Estados Unidos, Perú, Costa de Marfil y Papúa Nueva Guinea y, según documentos de Cordoba Minerals, es “la principal fuente de financiación de la empresa”.

Esos mismos informes listan a la empresa I-Pulse Inc. como la entidad que ejerce control final sobre Cordoba Minerals, después de que High Power Exploration Inc. (HPX) —otra empresa ligada al mismo grupo empresarial— le transfiriera sus derechos y activos a Ivanhoe Electric en abril de 2021.

La cara visible detrás de I-Pulse e Ivanhoe Electric, como miembro de sus juntas directivas, es Robert Friedland, un magnate estadounidense del sector minero y tecnológico. Friedland, quien vive en Singapur y fue mentor universitario de Steve Jobs, tiene fama de ser “el rey de las ‘junior’ mineras” por su trayectoria descubriendo, desarrollando y vendiendo proyectos mineros en todo el mundo. Su grupo empresarial tiene hoy un amplio portafolio de inversiones, que incluye proyectos mineros de cobre, níquel, cobalto, escandio y platino en Sudáfrica, Australia y la República Democrática del Congo. Incluso participa en una productora de cine que ha estado detrás de películas taquilleras como Crazy Rich Asians. Varias de sus empresas llevan el nombre de Ivanhoe, el caballero de la novela romántica de Walter Scott. Tiene, según Forbes, una fortuna estimada de 2.800 millones de dólares. 

En diciembre de 2022, Cordoba Minerals anunció que había llegado a un acuerdo con la empresa china JCHX Mining Management Co. Ltd. para que una filial de ésta controle la mitad de las acciones de CMH Colombia S.A.S, una empresa que forma parte del mismo grupo empresarial. Esta compañía colombiana, a su vez, pasará a ser la propietaria de la mina de El Alacrán, según reportaron a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC)​​ de Estados Unidos. El monto de la venta sería de 100 millones de dólares, según documentos de Cordoba Minerals e Ivanhoe, en una transacción que esperaban finalizar en el primer trimestre del 2023.

JCHX es una empresa privada china que cotiza en la bolsa de Shanghai, cuenta con más de 7 mil empleados y se ha especializado en el diseño y construcción de minas en China y otros países como Zambia, Tayikistán y Laos. JCHX e Ivanhoe Electric ya habían hecho negocios anteriormente, dado que una filial de la primera ha sido subcontratista de la segunda en la mina a cielo abierto de cobre de Kamoa-Kakula que opera con la minera china Zijin Mining en la República Democrática del Congo. JCHX era, además, propietaria de la quinta parte de las acciones de Cordoba Minerals a finales de 2022 y su presidente, Peng Huaisheng, está en la junta de la minera canadiense.

Govind Friedland, geólogo e hijo del magnate Robert Friedland, preside la junta directiva de Cordoba Minerals. Mientras que la abogada australiana Sarah Unita Armstrong-Montoya, quien ha desempeñado varios cargos directivos en Ivanhoe Electric, figura en distintos roles en empresas relacionadas con Minerales Córdoba S.A.S: como presidenta de Cordoba Minerals Corp, presidenta y representante legal de Minerales Córdoba, vicepresidenta de High Power Exploration, y miembro de las juntas de Cobre Minerals, CMH Colombia y Exploradora Cordoba SAS.

Minerales en Córdoba

Entre 2011 y 2014, Minerales Córdoba fue concentrando una gran cantidad de títulos mineros en el sur de Córdoba. De un lado, con la absorción de otras empresas que eran sus titulares o, de otro, a través de intercambio de participaciones accionarias que le permitieron integrarlos a su proyecto bandera. 

Varios conocedores de la minería, entrevistados por este equipo periodístico en Córdoba, cuentan que la empresa logró varios títulos mineros para desarrollar un proyecto de oro de gran escala, conocido como San Matías, como lo confirman además las actas de junta de la empresa y el Catastro Minero. Justo sobre el cerro de El Alacrán, donde por años mineros locales e indígenas han tenido entables artesanales para sacar oro. Aunque su cultura y su supervivencia han girado alrededor de este oficio desde hace 45 años, a hoy su trabajo no está amparado por títulos mineros reconocidos por el gobierno colombiano, como puede verificarse en el Catastro Minero y en las respuestas que ha recibido la comunidad de las instituciones. Por esta razón, 500 de ellos se unieron en la Asociación Mineros de El Alacrán, para solicitar su formalización.

En estos mismos años, además de Minerales Córdoba, empresas ajenas a la región, de nombres diversos y aparentemente sin relación con la minera colombiana filial de la canadiense, obtuvieron títulos sobre y alrededor del territorio de los mineros tradicionales con relativa rapidez.

Así por ejemplo, una alianza de tres empresas y una persona consiguieron en junio de 2009 el título minero III-080021 para explorar y explotar oro por un plazo de 29 de años: la Sociedad Ordinaria de Minas Omni (Omnisom), Javier Aníbal Rojas Parra, Cobre Minerals S.A.S y la Compañía Minera El Alacrán S.A.S. Durante los siguientes siete años, según información de la Agencia Nacional de Minería, tres de esos titulares cedieron sus derechos hasta que Cobre Minerals S.A.S. quedó como único titular en 2017. Esta última empresa hace parte del mismo grupo empresarial de Minerales Córdoba, dado que su accionista única, a mayo de 2021, era CMH Colombia S.A.S, la misma compañía destinada, según documentos de Cordoba Minerals, a ser “propietaria del 100% del proyecto El Alacrán”.

Al preguntarle a la compañía por qué decidieron crear Minerales Córdoba S.A.S si en 2009 ya habían logrado el título a nombre de Cobre Minerales S.A.S, la empresa respondió que se debió a decisiones administrativas en función de sus objetivos estratégicos, y condiciones del mercado: “La creación de Minerales Córdoba S.A.S. y la obtención del título del proyecto El Alacrán a través de Cobre Minerals S.A.S. forman parte de nuestra estrategia de negocio y visión de largo plazo”.

A su vez, Minerales Córdoba obtuvo seis títulos mineros entre 2012 y 2015. Tiene también entre sus titulares a Proyecto Coco Hondo S.A.S, una empresa que entró a hacer parte de sus accionistas en mayo de 2011. Estos títulos son el LEQ-15161, LEB-08491, LCP-08142, LCQ-16171, LG6-08061 y LJT-10551 los cuales, según su reporte de estados financieros de 2011-2012, integran el llamado “Proyecto Córdoba”. Este “ocupa un área total de 25.791 hectáreas entre solicitudes y contratos”. El documento señala que estas concesiones mineras están en Puerto Libertador, en los corregimientos de Juan José, San Juan, La Rica, Santa Fe Las Claras (Río Verde) y Villa Nueva.

El dato es revelador porque la entidad del Estado colombiano encargada de respaldar las solicitudes de restitución de campesinos (Unidad de Restitución de Tierras-URT), solo pudo ir a varios de estos lugares y comenzar los trámites administrativos nueve años después de que comenzara el proceso, como lo explicó la Dirección Territorial de la URT en una entrevista, cuando esta alianza preguntó sobre cómo han sido los tiempos de la restitución en esta zona. Durante ese tiempo, la fuerza pública consideró que no eran seguros. El año pasado, los pocos casos que comenzaban a ser estudiados allí fueron suspendidos por problemas de seguridad, indican los datos suministrados a través de derecho de petición. 

En mayo de 2011, Minerales Córdoba oficializó un negocio con otras dos empresas mineras: Minatura Colombia S.A.S. y Proyecto Coco Hondo S.A.S. Le transfirieron sus títulos mineros a cambio de una participación accionaria en la primera, según consta en un acta de la Cámara de Comercio de la titular del proyecto San Matías. En el caso de Minatura, el título H16-15311 se traslapa con el resguardo indígena zenú del Alto San Jorge. 

En enero de 2014, Minerales Córdoba absorbió a otra minera, llamada Sabre Metals Sur S.A.S., a cambio de participación accionaria, según consta en un acta de Cámara de Comercio de la primera empresa. Como resultado de esa operación, los títulos mineros de Sabre pasaron a doble titularidad junto a Minerales Córdoba en el Catastro Minero. Esto ocurrió con los títulos JJ9-08092X y JJ9-08093X. Así como con Minatura, en el caso de Sabre hay dos solicitudes de títulos mineros, la OG2-081012 y 0G2-082410, que se traslapan con el resguardo indígena del Alto San Jorge, según confirmó esta alianza periodística.

Toda esta suma de títulos y solicitudes de nuevos títulos mineros, en cabeza de Minerales Córdoba S.A.S. tiene explicación en la apuesta que su presidenta Sarah Armstrong comenzó a difundir en medios. En una entrevista concedida a Valora Analitik, en diciembre pasado, aseguró que actualmente se desarrolla la campaña de perforación más extensa que se ha hecho en Colombia. Explicó que tenía el objetivo “de determinar el alcance de la mina y el potencial de explotación futura con información más específica para el estudio de factibilidad y el de impacto ambiental. Hemos avanzado de manera satisfactoria la primera fase, al superar los 26.000 metros perforados con resultados muy positivos que muestran un horizonte favorable”. Agregó que con esta actividad confirmaron la evidencia de que la calidad y el grado del cobre encontrado en la zona es superior a lo previsto.

Al preguntarle a la compañía si es una práctica de la empresa solicitar o acceder a títulos mineros a través de varias empresas y personas, como por ejemplo el caso del título III-080021 de El Alacrán, para luego encabezar la titularidad por la fusión de estas empresas o la transferencia de derechos, dijo en su respuesta por escrito a esta alianza periodística: “Esta no es una práctica que hayamos llevado a cabo nosotros. Si bien es cierto que la consolidación de títulos mineros a través de varias empresas o personas es una práctica común en la industria minera, específicamente de empresas junior de exploración, al adquirir la mayoría accionaria de la compañía, Ivanhoe Group recibió empresas y un proyecto ya consolidado”.

Esta alianza periodística además le preguntó sobre las compañías Minatura Colombia S.A.S., Proyecto Coco Hondo S.A.S., Sabre Metal Sur S.A.S, y la estructura empresarial de Minerales Córdoba S.A.S, declarada en la Superintendencia de Sociedades, a lo que respondió: “Las empresas mencionadas no son accionistas de Minerales Córdoba S.A.S. Estas compañías fueron liquidadas por sus entonces accionistas antes de que Ivanhoe Group adquiriera los proyectos en Colombia, lo cual nos desvincula completamente de ellas. Actualmente, Minerales Córdoba S.A.S. está bajo una situación de control con respecto a Cordoba Minerals Corp, la cual controla a Cordoba Minerals Holding Ltd, que a su vez tiene control directo sobre Minerales Córdoba S.A.S. y Exploradora Córdoba S.A.S. Esta situación de control ha sido declarada ante la Superintendencia de Sociedades y registrada en la Cámara de Comercio como un grupo empresarial”.

Tensión en El Alacrán

Esta es la mina El Alacrán, en la vereda que lleva el mismo nombre en el municipio de Puerto Libertador, Córdoba. Los mineros locales temen ser expulsados de su territorio, si la empresa Minerales Córdoba logra la licencia ambiental para avanzar en su proyecto minero San Matías. Foto suministrada France 24.

Mientras los negocios de Cordoba Minerals fluían atrayendo nuevos inversionistas, en Puerto Libertador la Policía Nacional desalojó a los mineros locales de la Mina Alacrán, en marzo de 2021. Los señaló de realizar una explotación ilícita y de ser “instrumentalizados por el Clan del Golfo”, como lo publicó la Dirección de Carabineros y Protección Ambiental de esa institución en su cuenta en Twitter

No era el primer conflicto ni la primera vez que sus líderes eran estigmatizados como criminales. En 2015, Farli Eliécer Velásquez Patiño, el líder que representa a los mineros locales en las conversaciones con la empresa, había sido capturado con acusaciones similares. Para entonces Velásquez, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda, recuperó su libertad por falta de pruebas en su contra. Pero ya había pasado cinco meses en prisión.

Las tensiones en la vereda El Alacrán datan de 2012, cuando los mineros locales vieron que Minerales Córdoba llegó a tomar muestras en el terreno. No entienden cómo ellos, 332 familias, unas 1.250 personas que dependen de la explotación artesanal del oro, sean perseguidos y el Estado no haya protegido su trabajo legítimo formalizándoles un título. 

Preocupados por el título III-080021 de Cobre Minerals, la Asociación de Mineros del Alacrán presentó una acción de tutela contra la Contraloría General de la República y la Defensoría del Pueblo, por omitir una respuesta de fondo sobre la petición de información, inspección y vigilancia sobre dicho título minero. Tras ser negada en primera y segunda instancia, fue seleccionada por la Corte Constitucional para su estudio y se tradujo en la sentencia T-095 de 2015. La decisión del más alto tribunal en el país ordenó que el título cumpliera las normas vigentes, así como que las autoridades mineras y ambientales adelanten estudios para formalizar la actividad de la asociación de pequeños mineros.

Mediante derecho de petición, esta alianza periodística tuvo acceso al seguimiento que ha realizado la Procuraduría Delegada para Asuntos Ambientales y Agrarios sobre el cumplimiento de las órdenes de la sentencia. En sus respuestas, la Agencia Nacional de Minería y el Viceministerio de Minas se limitaron a responder sobre las reuniones que han realizado entre la empresa minera, las autoridades y la comunidad de El Alacrán para informar o mediar, pero sin brindar una solución a los mineros locales. 

“En estas reuniones, la Dirección de Formalización ha dado a conocer las herramientas existentes en el marco normativo para realizar la actividad extractiva, incluyendo aquellas referentes a formalización minera y operaciones bajo el amparo de un título minero”, respondió la entonces viceministra Sandra Rocío Sandoval Valderrama a la Procuraduría. “Al respecto, se ha precisado las características, condiciones y requisitos. Esto, buscando presentar las alternativas para abordar la problemática identificada entre la empresa, que es titular del contrato de concesión, y los explotadores mineros no autorizados que vienen adelantando actividades dentro del área titulada”. 

Para la Asociación de Mineros del Alacrán, la sentencia es la garantía para que ellos puedan formalizar su actividad y permanecer en el territorio. Sin embargo, consideran que su cumplimiento se ha limitado a una interpretación del Código de Minas de 2001: “(…) las instancias que tenían que dar cumplimiento a esta sentencia comenzaron a interpretar lo que son sus funciones en el Código de Minas; cuando sabemos que ese Código fue diseñado para generarle seguridad a estas multinacionales (…)  Estamos en la pelea de que esta empresa cumpla con los derechos de los habitantes de la mina El Alacrán y sus alrededores. Ahora estamos en ese ejercicio, nunca deja de haber un riesgo para los líderes sociales”, dijo a esta alianza Farli Eliécer Velásquez Patiño, uno de los líderes de la Asociación Mineros El Alacrán.

Este año puede volver a estallar un conflicto en El Alacrán, porque, si le otorgan la licencia ambiental a Cobre Minerals, el proyecto San Matías puede pasar de explorar a explotar. “En este momento hay tensión porque la empresa se encuentra en fase de montaje y construcción, pero para poder avanzar en el proyecto de explotación debe realizar un estudio de impacto ambiental y no lo ha presentado”, aseguró un funcionario público que conoce el proceso. Al revisar los informes de seguimiento que ha realizado la Procuraduría General de la Nación a este título, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) informó en agosto de 2022 que sobre el título III-080021 “no existe radicado de solicitud de licencia ambiental, ni se cuenta con instrumento de manejo y control ambiental emitido por esta Autoridad Nacional para el proyecto mencionado”. 

Sobre la licencia, la compañía respondió que, en efecto, aún no han comenzado con el trámite“ya que estamos en proceso de recolección y preparación de la información necesaria para la presentación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Actualmente no nos encontramos en una fase que requiera la obtención de la licencia ambiental (….) Para iniciar las labores de construcción y montaje, se debe contar con la aprobación del Programa de Trabajos y Obras (PTO) y la correspondiente licencia ambiental. Aun así, los procesos de diálogo son y han sido siempre una parte fundamental de nuestra labor diaria y constituyen el corazón y nervio de nuestras operaciones, por lo que son una acción constante e ininterrumpida con todas las veredas que hacen parte de la huella e impacto del proyecto”.

La preocupación de la comunidad es la dimensión y el impacto que puede tener la explotación de cobre y oro de San Matías, aseguran los líderes del pueblo Zenú y la Asociación Mineros de El Alacrán. Según registros de 2018 de la Agencia Nacional de Minería, el título III-080021 tenía fase de exploración entre 2013 y 2020; la de construcción y montaje entre 2020 y enero de 2023; y la de explotación desde este año hasta 2043. Un informe de evaluación económica, elaborado en 2019 por la compañía, indica que aspiran a explotar 417.300 toneladas de cobre, 724.500 onzas de oro y 5.930.000 onzas de plata. 

La Fundación Alboan y el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), ambas jesuitas, publicaron en 2019 un informe que advierte que el proyecto San Matías se superpone sobre los derechos territoriales que reclaman los indígenas Zenú y las Asociación de Mineros de El Alacrán, donde “se proyecta que tendrá un intenso proceso de extracción a través de métodos tradicionales de minería a cielo abierto (perforación, voladura y pala/camión) hasta el año 17 de la explotación”.

Israel Manuel Aguilar, máxima autoridad tradicional indígena zenú del Resguardo del Alto San Jorge, entiende las preocupaciones de los pobladores de El Alacrán por la experiencia previa que tuvieron con Cerro Matoso. “La mina El Alacrán tiene unos minerales muy contaminantes como lo son la pirita, calcopirita y arsenopirita, que son muy riesgosos y que la gente no sabe”, dijo en video entrevista con reporteras de esta alianza periodística. Agregó que “el óxido de cobre es un elemento que afecta al ser humano y que, en caso de ser explotado en esta zona, puede afectar tres afluentes importantes: el río San Pedro, que es el que garantiza el agua potable a Puerto Libertador; y la quebrada Valdés, que a su vez cae a la quebrada El Salado y que desemboca en el San Pedro antes de llegar al casco urbano”.

Aguilar teme que se repita la historia de impactos ambientales que ya dejó la explotación de ferroníquel a cielo abierto en el sur de Córdoba y que la Corte Suprema de Justicia confirmó mediante la sentencia T-733 de 2017.  (Ver Historia de El Espectador de esta misma alianza periodística)

Con Minerales Córdoba las comunidades han tenido dificultades: “Dicen que su proyecto está bien con la comunidad, cuando no es así”, explica el líder zenú. “Además, bajo un solo nombre de proyecto incluyen tres cerros, que son el San Matías, La Antena y El Alacrán. Pese al diálogo, no hay cumplimiento de los compromisos sobre empleo de mano de obra no calificada, tampoco sobre el arreglo de vías. La vía Puerto Libertador-Alacrán está deteriorada”, apunta.

La versión de Minerales Córdoba es otra. “El Proyecto Minero El Alacrán será desarrollado con la implementación de medidas de prevención y mitigación de vanguardia a nivel mundial. Una vez obtenida la licencia ambiental, se llevará a cabo un Plan de Manejo Ambiental que incluirá la recuperación y compensación de más de 400 hectáreas correspondientes a pasivos ambientales generados por actividades mineras realizadas por terceros en el pasado con bajos estándares”. La empresa dijo además que sus “acciones y propuestas son y se construyen con el concurso y activa participación de las comunidades, escuchando sus deseos y expectativas, y llevándolas a un punto de viabilidad”.

Restitución de víctimas interrumpida por la minería

Además del conflicto con los mineros artesanales, otra sombra se cierne sobre el proyecto de San Matías. Por lo menos tres títulos y quince solicitudes de nuevos títulos de Minerales Córdoba se  traslapan con tierras reclamadas por campesinos, indígenas y afros que fueron víctimas del conflicto armado colombiano, según pudo confirmar este equipo periodístico a partir del análisis del Catastro Minero y de la entrevista sobre casos identificados con la Dirección de Asuntos Étnicos de la Unidad de Restitución de Tierras. Varios de ellos vienen tramitando, con paciencia, ante el Estado la restitución de sus tierras que los violentos les quitaron. Esto en el marco de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras que impulsó el gobierno de Juan Manuel Santos en 2011 y que forma parte del proyecto más amplio del acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC.

Esta ambiciosa política de reparación es el resultado de una realidad dramática: más de 8.4 millones de personas —uno de cada siete colombianos— fueron desplazadas forzadamente en todo el país, según el Registro Único de Víctimas. En total, les fueron arrebatadas 8 millones de hectáreas, sumando parcelas del campesinado y territorios colectivos pertenecientes a minorías étnicas, indica el informe de la Comisión de la Verdad resultante del acuerdo de paz de 2016. Al 31 de diciembre de 2020, a seis mes de terminarse la vigencia de la Ley, el proceso había logrado devolver 163 mil hectáreas a 32 mil legítimos propietarios, pero la cantidad y la complejidad de los procesos llevaron a que la tarea -originalmente prevista para terminar en 2021- fuese prorrogada por otra década. 

El Estado asumió un rol protagónico en documentar los casos legales a través de la agencia creada para ese fin ya mencionada, la Unidad de Restitución de Tierras (URT), y ha acompañado a los campesinos y pueblos étnicos despojados en presentar sus reclamos ante jueces y magistrados especializados. En estos reclamos las víctimas se han encontrado con un Estado contradictorio que, por un lado los apoya para recuperar las tierras usurpadas, pero que en muchos casos también frena estos procesos cuando otras instituciones del Gobierno destinaron sus tierras para proyectos económicos, sin consultarles, argumentando interés nacional y estratégico. 

El proyecto San Matías, por ejemplo, hace parte de esos proyectos económicos de interés nacional y estratégico. En sus respuestas, Minerales Córdoba reitera que “ por lo que significa nuestra iniciativa para la productividad y competitividad nacional, la Agencia Nacional de Minería (ANM) calificó a El Alacrán como un Proyecto de Interés Nacional (PIN), el cual, además, representará ingresos para las finanzas públicas, a través de las regalías, y para toda la cadena de valor que la operación demanda. Hemos trabajado siempre de la mano con comunidades, las entidades, el Ministerio, la ANM, la Defensoría del Pueblo, la gobernación de Córdoba y demás autoridades, y avanzamos positivamente en la consolidación de un proyecto clave para el departamento y el país en general”.

En el sur de Córdoba, las comunidades locales se han enterado, en medio de los procesos de restitución que llevaban, que el Gobierno Nacional había titulado a empresas mineras parte de los territorios que consideran de su propiedad colectiva. Mientras tanto, ellos han continuado siendo violentados, sufriendo el asesinato de sus líderes y algunos han sido desplazados nuevamente de sus hogares. Además, las estructuras criminales de la región, como el Clan del Golfo, una banda criminal reciclada del paramilitarismo, y el Frente 18, una disidencia de la antigua guerrilla de las Farc que optó por no formar parte del acuerdo de paz, les han impedido entrar o salir de sus tierras. En otras ocasiones, enfrentamientos entre éstos o con la fuerza pública los han confinado hasta por semanas en sus caseríos, sin que puedan salir a comprar alimentos ni medicinas.

Territorios reclamados en restitución por el pueblo Zenú

El Resguardo Indígena del Alto San Jorge, del pueblo zenú, tiene su territorio disperso en siete predios, agrupados en tres núcleos, que suman 960 hectáreas entre Montelíbano y Puerto Libertador. Sus habitantes son descendientes de los indígenas que forjaron una red de 20 mil kilómetros cuadrados de canales y diques para controlar la agricultura, un sistema hidráulico tan complejo que es considerado uno de los mayores hitos de ingeniería de América antes de la llegada de los conquistadores españoles. Este aparece en el reverso del billete de 20 mil pesos.

A los zenúes de Puerto Libertador y Montelíbano les tomó 16 años de trámites hasta que el gobierno colombiano les reconoció la propiedad colectiva de esas tierras, en 2014. Lograron que les titularan menos de una quinta parte del territorio que habían solicitado y para ello se vieron obligados a salir a protestar con vehemencia. Según cuenta el líder zenú Israel Aguilar, 4.600 indígenas salieron a marchar para denunciar “la contaminación ambiental y problemas de salud de la población zenú ubicada en la zona de influencia de la mina de Cerro Matoso”, donde la empresa australiana explota ferroníquel desde 1996.

El caso de los zenúes del Alto San Jorge es uno de los casos que está en proceso de restitución, explicó a esta alianza periodística Jhenifer Mojica, directora de Asuntos Étnicos (DAE) de la Unidad de Restitución de Tierras. Según pudo documentar esa institución, el Gobierno otorgó un título minero en 2008, cuando esta comunidad sufría la violencia del conflicto, entre esta, los asesinatos de Iván Darío Rodríguez y Eduardo Montalvo Santana, ambos autoridad y alguacil mayor del Resguardo Alto San Jorge. Esta alianza periodística pudo determinar que se trataba del título H16-15311 otorgado a las empresas Cámara Minera de Colombia S.A.S, Minatura Colombia S.A.S y Minerales Córdoba para explorar oro.

Ese traslape no es aislado. En la actualidad, el Catastro Minero registra otras cinco solicitudes mineras que se sobreponen sobre 551 hectáreas del resguardo del Alto San Jorge, la mayoría así: 255 hectáreas en las solicitudes OG2-082410 y OG2-081012 a nombre de Sabre Metals Sur S.A.S; 148 hectáreas más en la solicitud RKO-08531 de Minerales Córdoba y 144 hectáreas en la solicitud THD-08031 de Peonias S.A.S. Si se suman el título y las nuevas solicitudes en curso, por lo menos 63 por ciento del resguardo del Alto San Jorge tiene pretensiones mineras.

Este tipo de traslapes pone en evidencia una contradicción extendida por todo el país: en Colombia los minerales del subsuelo pertenecen a la Nación, con lo cual diversas entidades del Gobierno nacional pueden otorgar, en un mismo territorio, títulos mineros a empresas y títulos colectivos a minorías étnicas que gozan de una especial protección constitucional. Las empresas están obligadas a consultar a las comunidades que viven allí y un título minero no se convierte en un derecho adquirido hasta que no se otorga una licencia ambiental y un contrato de concesión que permiten la explotación. Sin embargo, ahí suele estar la semilla de los conflictos socioambientales que escalan velozmente y en los que el Estado suele ser el mayor ausente, como lo explican líderes sociales de la región. 

“Desde que comenzaron los proyectos de gran minería en Puerto Libertador, no ha habido un cambio estructural sobre la aplicación de la consulta previa por parte de las empresas”, dijo a esta alianza el líder zenú Israel Aguilar. “En 2010 expresamos nuestra inconformidad por la falta de inversión, porque las comunidades eran utilizadas y subutilizadas. Denunciamos aumentos en los casos de cáncer, daño a las plantas medicinales y contaminación de los ríos. Toda la riqueza se la llevaban”, explica.

Por su parte, Minerales Córdoba asegura que en este territorio han realizado los respectivos procesos de consulta previa, “de acuerdo con los cronogramas establecidos por la autoridad y acordados con las comunidades, con el acompañamiento y seguimiento de la Dirección la Autoridad Nacional de Consulta Previa (DANCP), autoridades locales y la Defensoría del Pueblo, con su delegada para los Derechos Colectivos y del Ambiente”.

Los reclamos de tierra de los Emberá Katío se traslapan con la minería

No es éste el único traslape en el sur de Córdoba con territorios étnicos. En la entrevista realizada con la Dirección de Asuntos Étnicos de la Unidad de Restitución, sobre casos de restitución en el sur de Córdoba, está también el del Resguardo Quebrada Cañaveral y Territorio Ancestral del Alto San Jorge del pueblo embera katío. Este caso, según la respuesta de la institución, corresponde a la reclamación sobre 4.618 hectáreas distribuidas entre un Resguardo y una veintena de comunidades más entre los municipios de Montelíbano, Puerto Libertador y San José de Uré, sobre las cuencas de los ríos San Jorge, San Pedro y Uré. Mientras los indígenas llevan desde 1978 pidiendo el reconocimiento de su territorio y la constitución de los resguardos pendientes; el Gobierno otorgó entre 2006 y 2015 tres títulos a empresas mineras cuando los indígenas sufrían desplazamientos por enfrentamientos de la fuerza pública y la entonces guerrilla de las Farc, así como fumigaciones con glifosato sobre su territorio.

En este caso, ya de conocimiento de un juez desde diciembre de 2019, hay tres títulos mineros. Esta alianza periodística pudo confirmar que los dos más recientes, el LEB-08491 y el LCP-08142, fueron entregados a Minerales Córdoba S.A.S en 2012 y 2015, de forma respectiva y quedan en Puerto Libertador. Estos títulos se superponen, según el trabajo de campo que realizó la Unidad de Restitución, sobre las comunidades Dopawará y Nejondó, que hacen parte de la veintena de poblados que integran el Resguardo Quebrada Cañaveral. El título de 2012 fue concedido cuando el municipio recibía indígenas desplazados por los constantes combates entre el Ejército y las Farc.

La misma información de la URT señala que ya en 2006 el Gobierno había otorgado un título minero a la empresa Cerro Matoso S.A., que se traslapa con Batadó, cuando esta comunidad junto a las de El Bosque y Dochama advertían sobre el impacto de las fumigaciones con glifosato contra la coca sobre sus chagras o huertas. Ese año, además, la entonces guerrilla de las FARC sembró minas antipersonal que causaron el desplazamiento de los indígenas de Dochama.

Cerro Matoso S.A. ya era un nombre que preocupaba a los indígenas por la experiencia de Montelíbano, donde la empresa instaló su sede en 1996 cuando el Gobierno le concesionó 52 mil hectáreas, 35 mil de estas en San José de Uré, Puerto Libertador y Montelíbano, con una proyección a 30 años prorrogables hasta 2044 para explotar níquel y hierro (ferroníquel). En Montelíbano esta compañía excavó la cuarta mina de níquel a cielo abierto más grande del continente y la cuarta en el mundo de ese mineral y, según determinó la Corte Constitucional a raíz de la tutela de los zenú, esta empresa incurrió en “irregularidades e imprecisiones a lo largo de 35 años de exploración y explotación minera y ha incumplido las obligaciones ambientales que le han sido impuestas”, con afectaciones a la salud y el ambiente por la explotación del níquel. 

Por los impactos que han dejado otras mineras en el territorio, es que a las comunidades les preocupa ahora la expansión de Minerales Córdoba en Puerto Libertador. Solo con los tres títulos otorgados a Minerales Córdoba y Cerro Matoso, el Gobierno habría titulado 525 hectáreas del territorio emberá katío para proyectos de ferroníquel, cobre y oro. 

Además, según la información respondida por la URT y constatada por este equipo periodístico en el Catastro Minero, cursan otras 18 solicitudes mineras adicionales, la mayoría de Minerales Córdoba, que comprometen por lo menos otras 3.700 hectáreas del territorio étnico. Eso significa que, si se suman los títulos y solicitudes, 91 por ciento del territorio étnico está proyectado para minería. Esto ocurrió cuando los emberá katío sufrían violencia, pero además no les consultaron de forma previa, libre e informada, un derecho que tienen los pueblos étnicos según el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de Naciones Unidas del que Colombia es parte. 

Un tercer caso de restitución que reporta la Dirección de Asuntos Étnicos de la URT, el más grande en extensión, es el llamado Alto Sinú, Esmeralda y Cruz Grande, también del pueblo embera katío. Este resguardo fue reconocido primero en 1979 como reserva indígena y entre 1993 y 2007 logró la unificación de los Resguardos Karagavi e Iwagadó, y su ampliación con 123 mil hectáreas. Este territorio indígena, que tiene mayor jurisdicción en el municipio de Tierralta y en menor proporción en Ituango, en el vecino departamento de Antioquia, se traslapa en 98 por ciento con el Parque Nacional Paramillo, como puede visualizarse en el portal de datos abierto de la Agencia Nacional de Tierras.

Según la información respondida por la URT, este resguardo no presenta mayores traslapes con títulos y solicitudes mineras, dada la prohibición de hacer minería de gran escala sobre Parques Nacionales. Sin embargo, la Unidad pudo documentar que en enero de 2020 fueron radicadas dos solicitudes de títulos mineros que, a septiembre de 2021, eran estudiadas por la Agencia Nacional de Minería. La de mayor traslape, sobre 3.565 hectáreas del territorio étnico, corresponde a la solicitud 500174, presentada por Ubeda S.A.S. Según el Registro Único Empresarial (RUES), esta empresa dedicada a la extracción de oro canceló su matrícula por fusión con otra compañía.

Sobre estas reclamaciones de las comunidades étnicas, Jhenifer Mojica, directora de Asuntos Étnicos (DAE) de la URT, asegura que hay voluntad política para imprimir celeridad a estos casos represados: “De 804 territorios que las víctimas habían reclamado en diez años de la Ley, cuando llegamos en octubre de 2022, sólo había 24 sentencias sobre 28 territorios, muy pocas, un trancón monumental porque la URT no tramitaba de forma diligente estos casos, porque en los étnicos no aplica el ‘cuello de botella’ de la ‘microfocalización’ (…) Estamos eliminando las barreras que había para acceder a derechos, como ocurría con el grupo Asuntos Ambientales, Minero Energéticos e Infraestructura (Amei), priorizando un enfoque que busca reparar el daño ambiental, garantizar las consultas previas y la posibilidad de que las comunidades retornen a sus formas de vida (…) El tema es que las empresas, que hacen inversiones en este tipo de zonas de conflicto, deben actuar con debida diligencia, cualificada exenta de culpa. Es decir, no basta con que hagan un estudio de títulos o consultas a las autoridades, sino que demuestren que actuaron de manera diligente para evitar beneficiarse o sacar lucro de zonas donde hubo conflicto”.

Minerales Córdoba asegura que no tiene conocimiento sobre los casos étnicos en restitución, pero que los “inversionistas actuales de la compañía al momento de la adquisición de su participación accionaria adelantaron una debida diligencia de todas las solicitudes de títulos mineros en Colombia”.

La minería de gran escala es para los indígenas una forma de “desangrar la tierra”. La URT ha documentado en sus trabajos de campo que los emberá katío, por ejemplo, cuestionan cómo después de que los ’kapunia’, como llaman a los no indígenas, usurparon parte de su territorio con cultivos de coca del narcotráfico y minería ilegal, ahora tengan que afrontar las pretensiones de los proyectos minero-energéticos. También cuestionan la incoherencia de estas decisiones frente a la implementación del acuerdo de paz de 2016 y de su capítulo étnico, uno de cuyos pilotos debe implementarse en el sur de Córdoba. Los embera katío del Alto San Jorge lo llamaron “Dayirara Ewari Joma Baita”, “pervivencia de las familias en el tiempo” en lengua ebëra bedea.

Tanto los zenú como los embera katío exigen la protección y la constitución de los resguardos que siguen pendientes, además de aplicar las consultas previas para cualquier proyecto económico de gran escala que el Gobierno o particulares proyecten sobre sus territorios.

Otros conflictos de minería y restitución

Los casos de restitución de tierras a campesinos también ponen en evidencia el desequilibrio en las decisiones que toma el Estado frente a territorios como el sur de Córdoba. En una región donde la Agencia Nacional de Minería ha otorgado 104 títulos mineros, hay 2982 solicitudes de restitución de predios despojados por la fuerza o abandonados a raíz de la violencia. Dos terceras partes de las parcelas reclamadas por campesinos víctimas del conflicto armado están en Valencia (1068) y Tierralta (971), según datos de la oficina regional de la Unidad de Restitución de Tierras. Las demás están repartidas entre San José de Uré, Montelíbano y Puerto Libertador.

Esos municipios sirvieron de sede a las estructuras paramilitares de Córdoba comandadas por los hermanos Vicente y Carlos Castaño, el terror de la región, que llegaron a cometer 23 masacres en esa zona entre 1989 y 2003, en el que resultaron víctimas de distintos delitos 202 personas, según la base de datos del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Las comunidades afro, cuyos territorios colectivos son reconocidos a través de consejos comunitarios, equivalentes a la figura de los resguardos para los indígenas, también buscan que se les restituyan sus tierras colectivas. Aunque sus solicitudes todavía no han llegado a la fase de demanda, el caso del Consejo Comunitario Los Arapios (Concoarapios), en Tierralta, está siendo estudiado por la Unidad de Restitución, señala la Dirección de Asuntos Étnicos. Una lideresa, entrevistada por El Clip y Cuestión Pública, cuenta que en San José de Uré, los consejos comunitarios Bocas de Uré Eduardo Marcelo y Comunidades Negras de Uré también alertan sobre el avance de la minería en sus territorios.

La paradoja es que, mientras la minería a gran escala avanza sin mayores obstáculos, la Unidad de Restitución de Tierras Territorial Córdoba está obligada por ley a esperar condiciones favorables de seguridad para avanzar con dichos procesos. Para que la Unidad pueda comenzar a documentar las solicitudes individuales de las víctimas despojadas en áreas específicas, debe solicitar una especie de aval por parte de la fuerza pública. Las zonas que logran este visto bueno de condiciones de seguridad entran en la llamada “microfocalización”, el nombre técnico que usa la institución para que, por ejemplo, su equipo de profesionales pueda ir a terreno y recabar pruebas. Según datos de la Dirección Territorial Córdoba de la Unidad de Restitución, esta institución logró el visto bueno de seguridad para entrar a Valencia en octubre de 2012 y en Tierralta en marzo de 2016, pero ha tenido que suspender el trabajo en algunas zonas por el recrudecimiento de la violencia.

Donde pudo, la URT logró 582 sentencias de restitución de fincas a sus verdaderos dueños. Para las 517 solicitudes de restitución en Montelíbano y Puerto Libertador, la Unidad de Tierras apenas consiguió el aval de seguridad en algunos corregimientos solo hasta el 25 de junio de 2020, sin embargo, en 2022 el trabajo quedó suspendido por el recrudecimiento de la violencia de los últimos meses. En San José de Uré las víctimas presentaron 391 solicitudes, de las cuales 165 están en estudio pese a que hubo un desplazamiento masivo cerca al casco urbano en 2020.

“Estamos haciendo todo el esfuerzo para mirar cómo podemos avanzar con la restitución en el sur de Córdoba, incluso en medio de estas condiciones que tiene el departamento”, dijo a esta alianza periodística Dina Montalvo, directora de la URT Territorial Córdoba. “Sobre todo, posibilidades para el retorno y de implementación de proyectos productivos. Asimismo, avanzar de forma conjunta en la intervención del territorio, en paralelo, tanto para los casos étnicos como de la ruta individual”.

Lo que es difícil de explicar es cómo las empresas mineras operan en ese territorio con condiciones de seguridad tan precarias.  En la actualidad, una tercera parte del sur de Córdoba ya está proyectado para el desarrollo minero, según lo permite visualizar un mapa del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali, que cruza diversas fuentes de información sobre territorio y ambiente, con datos de títulos y solicitudes mineras actualizadas a 2018. 

A excepción de Buenavista y Valencia, las imágenes muestran una mayor densidad de traslapes de títulos y solicitudes mineras sobre Puerto Libertador, San José y Montelíbano, incluidas las zonas de amortiguamiento del Parque Paramillo. Tierralta, por su parte, tiene una especie de ‘blindaje’ frente a esas pretensiones mineras porque gran parte de su territorio está dentro del Parque Nacional, y el Código de Recursos Naturales de 1974 y la Resolución 110 de 2022 prohíben hacer minería en Parques Nacionales y en las Reservas Forestales Protectoras.

Al menos cuatro fuentes, quienes no quisieron revelar sus nombres por razones de seguridad, aseguran que las mineras pagan extorsión al Clan de Golfo para poder operar en la zona. “De lo contrario –dijo un líder entrevistado para este reportaje– no podrían ni asomarse por aquí. O si no ¿cómo se explica que nunca les volaran sus oficinas, ni sus máquinas, nunca un atentado contra ellos, mientras cientos de nosotros caímos o nos despojaban la tierra?”.  

Minerales Córdoba asegura que también ha tenido problemas. “No hemos sido ajenos a intentos de actividades extorsivas, las cuales hemos denunciado con las autoridades competentes y hemos sido objeto de intimidaciones y atentados por no acceder a dichas pretensiones. Todas las acciones de la compañía están sujetas y respaldadas por los más altos estándares legales de Canadá y se ajustan al marco legal colombiano”.

En 2023 Puerto Libertador recibirá 12 mil 216 millones de pesos (que equivalen a unos 2,6 millones de dólares) en regalías por las actuales explotaciones de carbón, oro y otros minerales en su territorio. Sin embargo, la vida de la gente no mejora. De 35 mil habitantes, más de la mitad de la población ni siquiera puede satisfacer sus necesidades mínimas para una vida digna, como son una vivienda segura, agua potable y alcantarillado, educación para los niños y salud. Tampoco la violencia ha cesado, y parte de la riqueza que llega la región por proyectos mineros e implementación del acuerdo de paz ha traído una enorme contratación pública a pocas manos, incluso a veces de familiares de los mandatarios, y obras que no se terminan. (Ver historias sobre contratación pública en el Sur de Córdoba).

En marzo pasado, Puerto Libertador, junto con otros municipios del sur de Córdoba y de la vecina región del Bajo Cauca antioqueño sufrió el llamado “paro minero”, que se caracterizó por el bloqueo de vías, ataque a vehículos, confinamiento de la población y restricción en el suministro de alimentos y transporte durante 20 días. En medio de las protestas, estaba la reclamación de mineros artesanales como los de El Alacrán, que exigían la formalización de su actividad, mientras afrontaban el desabastecimientos de comida por cuenta de la violencia que ejerce el Clan del Golfo, y que desató la militarización de la región. 

Los indígenas temen que la minería industrial de El Alacrán no les traerá  las añoradas riquezas, sino que termine por despojarlos de su territorio, como advierten los líderes Zenú y de la Asociación Mineros de El Alacrán. Según el Catastro Minero, de 50 títulos otorgados en Puerto Libertador, 23 están a nombre de Minerales Córdoba para desarrollar su proyecto de cobre, oro y plata, que seguramente traerá muchos recursos a ese municipio, como dijo la propia compañía. Rafael fue el canario que murió trinando, intentando conseguir que estas riquezas presentes y futuras les llegaran a sus conciudadanos.  

Créditos

Investigación e historias: Centro Lationamericano de Investigación Periodística, CLIP, y Cuestión Pública

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El Proyecto Rafael es una investigación colaborativa liderada por Forbbiden Stories en el que han participado 30 periodistas de diferentes medios entre los que están el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística –