(23/02/2021)

Por: Pablo Navarrete, colaborador de Cuestión Pública

La templanza de Ángela María Robledo es —tal vez— uno de sus rasgos más característicos. Luego de haber acompañado a Gustavo Petro en el pulso por la Casa de Nariño en el 2018, y de haber enfrentado todo tipo de avatares en la política, la hoy representante a la Cámara Robledo se ha convertido en una de las figuras de la oposición más polémicas, cuestionadas y admiradas del país.

En esta entrevista cuenta cuáles han sido las batallas que ha tenido que enfrentar desde que llegó al Congreso de la República con la esperanza de ocupar una de las curules de la paz y de enfrentar los momentos difíciles que ha traído consigo la llegada de Iván Duque a la presidencia de Colombia.     

Una mirada a la carrera electoral del 2018

Pablo Navarrete: ¿Cómo surgió la iniciativa de trabajar como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro?

Ángela Robledo: Cuando Gustavo Petro era alcalde de Bogotá, un grupo de progresistas buscó acercarse a la Alianza Verde, que en ese momento era Partido Verde. Siempre hubo una cercanía entre los progresistas y la Alianza Verde; ha habido cercanías ideológicas y de apuestas, yo participé en esa comisión que, en su momento, el Partido Verde conformó para trabajar con quienes buscaban un acercamiento programático y entrar a hacer parte del Verde. Del Verde estábamos Jorge Londoño, Antonio Sanguino y yo, y del lado de los progresistas estaba Guillermo Asprilla, Gloria Flores, Antonio Navarro y Luis Carlos Avellaneda. Trabajamos, avanzamos y desarrollamos una propuesta programática que tocaría el tema estatutario del Partido Verde. Hicimos el congreso y el grupo de progresistas entró. 

PN: Y entonces hizo click con el progresismo…

Ese fue el momento en el que yo programáticamente pude encontrarme mucho más con las propuestas de progresistas, y encontré muchos énfasis que resonaban con la tarea que yo había hecho como congresista de la República. Allí había un camino abonado, una cercanía 

AR: Y se convirtió en la fórmula vicepresidencial de Petro…

Gustavo me invitó ese día. Fue unas cuantas horas antes de que se cerrara la inscripción de la fórmula presidencial y vicepresidencial. Yo en ese momento no había encontrado mucho eco en mis propuestas en la Alianza Verde y acepté la invitación de Gustavo, porque conocía la propuesta programática de Colombia Humana, gracias a ese camino que ya habíamos recorrido, y me gustaba más que la propuesta de la Coalición Colombia, donde estaban Sergio Fajardo, Jorge Robledo, y Claudia López. 

Cuando Gustavo Petro me invitó en el 2018 a su campaña, acepté porque, además de ese encuentro con el Verde, había acompañado algunas de las audiencias y debates que se hicieron en el Congreso de la República a los cuales asistió Gustavo Petro con todo el tema de las basuras [de Bogotá, mientras fue alcalde de esa ciudad], con todo el tema de atención primaria en salud y educación, y apoyé el ‘Petro no se va’, cuando fue inhabilitado por Alejandro Ordóñez en el 2013.

PN: ¿Y valió la pena hacer esa carrera por llegar a la Casa de Nariño?

AR: Ha sido el proceso más bello que me ha tocado en mi tarea política. Yo soy una mujer que viene de la academia. Yo llegué a la política con Antanas Mockus, en el Congreso he hecho una tarea audaz, con propuestas vehementes, me la había jugado y me la he jugado por la paz y por fortalecer el Estado social, y en Colombia Humana estaban muchas de esas trazas. Y gracias a esa campaña, quedó abierto el espacio para incorporar un decálogo de garantías para los derechos de las mujeres. 

Esa campaña fue muy bella, Gustavo iba a las plazas y yo estaba en las ciudades, en las calles, en talleres recogiendo observaciones y sugerencias que traía a la propuesta programática para que se incorporaran, y me encontraba con Gustavo cada ocho días o cada diez días para hacer un balance de cómo iba la balanza.

 “En el Congreso he hecho una tarea audaz, con propuestas vehementes, me la había jugado y me la he jugado por la paz y por fortalecer el Estado social.”

PN: ¿Por qué dice que fue bella?

AR: Por la cantidad de personas que convocamos, por la indignación que encontramos, pero al mismo tiempo, por la enorme disposición de todas estas nuevas ciudadanías o ciudadanías libres. Allí estaban animalistas, mujeres, ambientalistas, campesinas, campesinos, indígenas, pueblos afro, era una campaña diversa, emotiva, con argumentos y yo siento que fue mágica.

PN: ¿Siente que sus propuestas sí fueron escuchadas para la campaña presidencial?

AR: El equipo programático lo coordinó María Mercedes Maldonado con un grupo de personas que se reunían todos los días para reestructurar y enriquecer la propuesta, pero también con vínculos con todos los territorios. Yo siento que fuimos escuchadas, no sólo en las propuestas que trabajamos en el decálogo con las reuniones con muchas mujeres de Colombia, sino en general, con lo que traíamos de economías diversas, de lo que aportábamos para fortalecer la educación pública. Entonces, sí fuimos escuchadas. 

 “Cuando supimos quién había ganado las elecciones en el 2018 fue muy difícil, porque nosotros estábamos aspirando a ganar. Y con muchas fisuras y desconfianzas, aceptamos los resultados.”

PN: ¿Cómo vivió el triunfo del uribismo en esa segunda vuelta de los comicios?

AR:  Ese día, salimos muy temprano a votar. Yo acompañé a Antanas [Mockus] a votar, nos acompañamos porque él había estado apoyándonos, había sido difícil su apoyo pero lo habíamos logrado, y luego acompañamos a Gustavo Petro. Al final de la tarde empezamos a vivir toda la ansiedad de los resultados. Y cuando supimos quién había ganado las elecciones en el 2018, fue muy difícil, porque nosotros estábamos aspirando a ganar. Y ya habíamos hecho alertas respecto al tema del software de la Registraduría. Habíamos dicho que tenía enormes fallas y nos producía mucha desconfianza. Había mucho ruido sobre mucha plata en la región Caribe y todo eso lo habíamos denunciado. Y con todas esas fisuras y desconfianzas, aceptamos los resultados.

De la carrera por la Casa de Nariño a la Cámara de Representantes 

PN: ¿Qué hicieron cuando se dieron cuenta de que Iván Duque sería el próximo presidente de Colombia?

AR:  Sabíamos que iríamos a una oposición propositiva y a representar, amparados en el Estatuto de la Oposición, las aspiraciones de las ocho millones cien mil personas que votaron por nosotros. Gustavo en el Senado y Angela María en la Cámara de Representantes.

PN:  ¿Cómo ha sido el camino en la Cámara de Representantes? 

AR: Muy difícil. A mí me demandaron la curul diciendo que había sido doble militancia.

Cuando llegué a la campaña del 2018, había tenido el concepto de constitucionalistas que me decían que la doble militancia no aplicaba para presidencia y vicepresidencia, que eso está expresamente establecido en la Constitución, y con esa claridad jurídica tomé la decisión de ir acompañar a Gustavo. Pero cuando llegué al Congreso de la República, la Sala Quinta del Consejo de Estado aceptó la demanda por doble militancia y estuve luchándome el regreso a la Cámara de Representantes durante año y medio. 

PN: ¿Cómo fue esa batalla?

AR: Jorge Iván Palacio y Yefferson Dueñas me ayudaron y apoyaron de manera gratuita, porque estaban seguros de que íbamos a salir adelante con todo. Había dos tesis de los abogados: una, que la doble militancia es taxativa y que no aplicaba para presidencia y vicepresidencia. La segunda, que esa curul era un derecho fundamental, porque había quedado consagrada por el Acuerdo de Paz y tenía que preservarse ese derecho fundamental.

PN: Y regresó…

AR: Después de año y medio: en julio de 2020. Regresé en pandemia y con un espacio virtual para el Congreso que le resta mucha fuerza democrática y le resta capacidad de actuación a la bancada de la oposición, pero allí hemos estado defendiendo la paz y haciendo control sobre este Estado de Sitio en el que nos tuvo durante meses el gobierno Duque, haciendo denuncias sobre la barbarie policial y militar, porque durante la pandemia se exacerbó no sólo la guerra sino también tuvimos que ver cómo se exacerbaron los asesinatos de líderes, lideresas y excombatientes. 

Nos hemos encontrado con muchas dificultades porque ha habido alertas de Covid-19 en el Congreso y eso ha ayudado a que la democracia, que se nutre de lo legislativo, lo judicial y lo ejecutivo, se consolide en aras de un hombre muy frágil y muy mal gobernante como Iván Duque.

PN: ¿Qué retos ha tenido que enfrentar en estos meses de pandemia como representante a la Cámara?

AR: Esta pandemia tiene rostro de mujer por sus afectaciones dramáticas, devastadores, pero, al mismo tiempo, por la fuerza que han mostrado las mujeres en Colombia. Las mujeres son hoy escuelas, hospitales, oficinas, y espacios de producción de la vida; y no ha habido una renta básica, y no ha habido acciones afirmativas para proteger sus vidas.

La violencia intrafamiliar escaló hasta 230% el año pasado y, sólo en 2020, hubo casi 600 feminicidios, enfrentar esto es muy duro. Pero también lo es el ejercicio fundamentalmente de debate de control político. Nos hemos encontrado con muchas dificultades porque ha habido alertas de Covid-19 en el Congreso y eso ha ayudado a que la democracia, que se nutre de lo legislativo, lo judicial y lo ejecutivo, se consolide en aras de un hombre muy frágil y muy mal gobernante como Iván Duque, pero que hoy no tiene ni pesos ni contrapesos, ni siquiera es el Congreso de la República.

PN: La política en Colombia sigue siendo profundamente machista, ¿cómo ha hecho para que sus apuestas y propósitos en favor de una agenda política para la mujer se escuchen en medio del desastre político al que hoy se enfrenta el país?

AR:  Yo vengo de un camino de doce años, vengo de la academia. Mi condición de académica y mi condición de ser una mujer que estudia, ha ayudado mucho a que mi voz se escuche, pero también diría que hay algo muy contundente y es que ha habido un liderazgo colectivo. mis logros han sido de un NOSOTRAS, no he tenido algo que sea personal o individual, ha sido colectivo, y eso también me ha ayudado, así como estar muy cercana a las organizaciones, a las plataformas que defienden los derechos de las mujeres, a los colectivos que están detrás de la defensa del frágil Acuerdo de Paz, pero también ayudan mucho las redes sociales. 

Ayudan a tener espacios en los que, si no tengo una entrevista con medios grandes, pues yo tengo mis trinos, tengo a las redes y posibilidad de escribir, y eso ha ayudado a abrir un espacio.

Mi condición de académica y mi condición de ser una mujer que estudia ha ayudado mucho a que mi voz se escuche. Pero también diría que hay algo muy contundente y es que ha habido un liderazgo colectivo, mis logros han sido de un nosotras.”

Las amarguras y la satisfacción de los sueños realizados:

PN: ¿Cuál es el momento más feliz que ha vivido desde el 2018?

AR: Cuando recuperé la curul de la paz, porque sentí que se hacía justicia no solamente en términos jurídicos sino éticos. Yo necesitaba ser reparada éticamente, yo respeto al Consejo de Estado, pero sentía que ya había habido una interpretación no en el marco de la Constitución. Entonces yo me sentí reparada éticamente y eso era muy importante porque había y he hecho en el Congreso de la República una tarea que ha sido destacada todos los años -no solamente por Cifras y Conceptos- sino porque hay mucha gente que me apoya y eso fue muy importante para mí, recuperar mi curul.

PN: ¿Y el más amargo?

AR: La renuncia a Colombia Humana. Yo lo pensé mucho cuando ya venía sintiéndome incómoda desde que no acepté ser candidata a la alcaldía de Bogotá, porque quería recuperar la curul de la paz, y porque se provocó ese distanciamiento con Gustavo. Desde ahí hubo momentos muy duros en las redes que yo los califiqué de violencia política, incluso, como se caracteriza la violencia política en el Código Electoral es exactamente lo que yo sentí que pasó conmigo. Eso fue muy duro y salirme de allí dolió. Sentí una pérdida. 

Hice un duelo que todavía lo estoy haciendo, pero creo que si las mujeres decimos que hoy no es tiempo de callar, yo no me podía salir en silencio de Colombia Humana y creo que ha habido un saldo pedagógico de todo esto: que más allá de una renuncia individual fue una acción política. Yo dije: “Hay que soltar amarras y buscar un lugar de cobijo para esta tarea que hemos hecho de tiempo atrás”, vamos a ver si en esta ‘Coalición de la Esperanza’ hay un lugar sólido y claro para una agenda desde las mujeres para toda Colombia. 

Fue muy duro, salirme de allí [Colombia Humana] dolió. Hice un duelo que todavía lo estoy haciendo, pero creo que si las mujeres decimos que hoy no es tiempo de callar, yo no me podía salir en silencio de Colombia Humana.”

PN: ¿Por qué se produjo ese distanciamiento entre usted y Petro?

AR:  La fisura se produjo cuando yo no acepté irme a hacer campaña por la Alcaldía de Bogotá, yo quería recuperar mi curul. Pero, además, porque Gustavo propuso a Hollman Morris como candidato a la alcaldía de Bogotá y Hollman tiene denuncias de mujeres -que no han avanzado y que él nunca explicó- y aunque yo no era su jueza, y no lo estoy juzgando, él les debía una explicación a las mujeres. Ahí hubo condescendencia por parte de Gustavo. 

A raíz de eso, se desató este fanatismo entre ciertos sectores de la Colombia Humana y fue tremendo. Horroroso. Y me parece que Gustavo allí también guardó silencio, y fue ahí cuando yo me sentí tocada por una práctica de violencia política que no podía aceptar.

PN: ¿Intentó hablar directamente con Gustavo Petro?

AR: Yo no tuve rifirrafe con Gustavo, mi discusión era con los petristas. Pero comunicarse con Gustavo Petro es muy difícil, tener comunicación con él es muy difícil, entonces yo no hablé con él. Acudí a un género que me encanta: yo escribo y le escribí, y sigo esperando la respuesta. Por ahí le preguntaron en algún lugar acerca de mí y él dijo que las mujeres ya habían contestado, es decir, él convirtió mi salida de la Colombia Humana en un asunto de mujeres, pero esto no sólo era un asunto de mujeres, era una reflexión hacia él, que es el dueño y gran responsable de Colombia Humana. Él debió haber respondido pero nunca lo hizo.

PN: ¿Se ha sentido ‘bicho raro’ volviendo a los terrenos que colindan con los verdes?

AR: Yo siempre he sido un poquito bicho raro. Siempre. Pero cuando me siento incómoda en un lugar en el que he trabajado y luchado, y veo que no hay condiciones pues busco otros lugares. En este momento no he regresado el Verde, pero hay una invitación que ellos me han hecho, que me hicieron concretamente Carlos Ramón González, Antonio Navarro, y del lado de Antanas [Mockus] Bibiana Barberena, que es una de sus delegadas en esta presidencia colectiva. La primera emisaria fue Angélica Lozano, y ahí está la invitación. Yo estoy yendo a estas reuniones de los jueves para mirar cómo avanzan las cosas y creo que el Verde tiene que resolver internamente las aspiraciones de quiénes serán los ‘verdes– verdes’, es decir, los que van a aspirar a la primera línea de precandidatura.

“Gustavo Petro propuso a Hollman Morris como candidato a la alcaldía de Bogotá. Hollman tiene denuncias de mujeres y les debía una explicación. Ahí hubo condescendencia por parte de Gustavo. […] Petro convirtió mi salida del partido en un asunto de mujeres, pero esto no sólo era un asunto de mujeres, era una reflexión hacia él, que es el dueño y gran responsable de Colombia Humana.”

PN: ¿En la Alianza Verde y en Colombia Humana hay machismo?

AR: Claro que sí. Yo hago una reflexión en términos de que las reivindicaciones de los movimientos y los partidos de izquierda y los progresistas han invertido mucho tiempo en resolver las desigualdades de clase, pero no en resolver las desigualdades y desconocimiento de estatus. 

El gran aporte de los feminismos en la política es decir “no es suficiente”; el tema de clase hay que buscar resolverlo, las brechas de desigualdad económica hay que resolverlas, pero también los ámbitos de reconocimiento y de aporte de las mujeres, de los indígenas y de los afros, de los campesinos, de las distintas identidades sexuales. Eso no estaba en el panorama y esa es una de las luchas por las cuales hay que trabajar. Y todas esas tareas les compete enormemente a los movimientos progresistas: al Verde, a Colombia Humana, al Polo Democrático, a los Decentes y a todos los que estamos de este lado de las coaliciones que le hemos hecho oposición a este gobierno autoritario y militarista que nos tiene anegados en sangre y en desigualdad.

Una mirada a las entrañas de la ‘Coalición de la Esperanza’:

PN: Sergio Fajardo ha sido uno de los personajes políticos más cuestionados desde las elecciones del 2018, no solo por sus posturas difusas frente al panorama político en Colombia, sino por su presunto accionar irregular en el muy cuestionado megaproyecto de Hidroituango. ¿Considera que es estratégico que la coalición a la que usted hoy pertenece tenga entre sus fichas a Fajardo?

AR: Sergio Fajardo tiene que explicarle a este país lo que pasó con Hidroituango, de eso no hay ninguna duda. Pero así como yo señalo que no apoyo ni reconozco ningún veto político en contra de Gustavo Petro, tampoco lo hago en contra de Sergio Fajardo, a mí eso me parece antidemocrático.

Si nuestras propuestas programáticas, que en mi caso va a ser una tarea que hemos llamado las ‘asambleas del cuidado’, no compiten con las de Sergio Fajardo, y si en el proceso investigativo que la Contraloría le abrió a Sergio, él queda inhabilitado, pues ya veremos qué pasa. Pero ni vetos a Gustavo Petro ni vetos a Sergio Fajardo. 

Yo sí creo que este es un mal gobierno y que Duque es el títere de Álvaro Uribe Vélez, y por eso he entendido gracias a estas dos coaliciones de la oposición, que los adversarios están es allá de ese lado.

Ahí hay muchas cosas por explicar, yo espero que Sergio Fajardo lo haga, porque quienes estamos en esta coalición, hemos dicho que debemos hacer un acuerdo ético, y el primer componente, más que muchos principios, es nuestra propia vida, la claridad de nuestras biografías, nuestra posibilidad de que sea revisada públicamente para que en el marco de la confianza se pueda votar por alguno o alguna de nosotros.

PN: ¿Se ha sentido maltratada por algún miembro de esta nueva coalición?

AR: A mí no me han maltratado. Lo que sí me han dicho desde las bodegas Petristas es “Angela María, en el Verde y en esa coalición hay machismo”, pero yo he sentido una muy cálida recepción. Una apertura amable hacia mí. Si me llegan a maltratar, me voy, yo no me quedo donde me maltratan. Tengo la suficiente libertad y valentía para sentir que si hay maltrato me puedo ir.

“Me encantaría dirigir una Colombia que hemos llamado la ‘Colombia cuidadora’, el ‘Estado sensible’, el ‘Estado cuidador’, una ciudadanía que transite de la guerra a la paz, de ser una Colombia militarizada y guerrera, a ser una nación cuidadora.”

PN: ¿Le ve futuro a esa coalición?

AR: Estamos haciendo el esfuerzo de que se consolide. Son múltiples escenarios lo de la coalición, lo de resolver la relación mía con el Verde, todo eso está ahí y hay una enorme complejidad, pero me parece de muchos retos. Tengo la suficiente flexibilidad de ir viendo cómo se avanza en la tarea para ver si se puede consolidar o no. Yo tengo una enorme inspiración para transformar el país.

PN: ¿Usted quiere ser la próxima presidenta de Colombia en el 2022?

AR: Por ahora tengo que contestar que estoy en esa coalición, hay una aspiración, hay mucha gente acompañándome pero el camino es largo. Faltan trece meses. Lo que pasa es que gracias a este pésimo gobierno empezó todo muy temprano y con mucho tiempo de anticipación. Pero me encantaría dirigir una Colombia que hemos llamado la ‘Colombia cuidadora’, el ‘Estado sensible’, el ‘Estado cuidador’, una ciudadanía que transite de la guerra a la paz, de ser una Colombia militarizada y guerrera, a ser una nación cuidadora, pero vamos a ver qué pasa. Hay que tener un pie en la tarea de la coalición y otro en la tarea de la libertad.

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