(25/06/2021)

Egresado de la Universidad Nacional de Colombia, como médico especialista en infectología, y medicina tropical de la Universida de Stadual do Sao Paulo, Brasil. Tiene master en el manejo de VIH de la Universidad Rey Juan Carlos, España y un Diplomado en Marketing Digital de la Universidad de Los Andes, Bogotá.

Por: Carlos Pérez

Las vacunas son una de las herramientas que ha permitido aumentar la expectativa de vida de los humanos, para entender las estrategias de vacunación es clave la interpretación, pues la eficacia es diferente a la efectividad. 

La eficacia de una vacuna se establece en los estudios clínicos de miles de personas con una población controlada. Allí, se comparan las personas con la vacuna y el placebo, es decir, aquellas que no reciben vacuna, estos estudios de una situación ideal con seguimiento estricto de los participantes permiten analizar ampliamente los resultados que posteriormente se someten a las autoridades sanitarias para su aprobación, y así poderlas usar masivamente. 

La efectividad es sobre millones de personas y se establece con los desenlaces determinados en la población vacunada y no vacunada, aquí no hay placebo. Estos estudios de población general con dificultades de acceso, colocación correcta de las dosis, y cumplimiento de los intervalos, permite vacunar personas que pueden estar infectadas o en periodos de incubación, es decir; en la vida real. Acá puede ser igual, menor o mayor que los estudios de efectividad. 

De acuerdo con lo anterior, los estudios de este tipo demuestran en cada población como es el comportamiento de la vacuna: Un ejemplo, es el uso de la vacuna en una región en invierno, con alta tasa de contagio y la mayoría de personas susceptibles. Por otro lado, un  estudio del comportamiento en verano, con actividades sociales limitadas y altos niveles de contagios previos. Cada resultado podría tener variaciones que dependen o no de la vacuna, los datos siempre van a variar con el tiempo, estos deben ser valorados con prudencia, sentido crítico y sensatez, pues un estudio es una verdad absoluta. 

La verdad en la ciencia se construye con evidencia y es una permanente construcción que tiene una dinámica propia y cambia de acuerdo a los hallazgos y reportes de los grupos de estudio. En nuestro país se debe hacer estudios de todo tipo y tener una visión de lo que sucede en nuestra población, esto no quiere decir que los estudios de otras latitudes no sean válidos, y muchas veces extrapolables algunos de sus resultados, sin embargo, los datos propios tiene mayor relevancia. 

En Colombia, existen grupos de investigación para desarrollar este tipo de trabajos y en el ministerio de salud, como el instituto nacional de salud, existe el personal idóneo para acompañar estos proyectos, esto es, hacer crecer el trabajo colaborativo, es creer que se puede y hacerlo. No podemos seguir siendo “expertos” leyendo la producción científica de los demás. Como decía en una de sus frases el maestro Darío Echandía “… Esto no es Dinamarca, sino, Cundinamarca”. Es necesario entender que en COVID, no se puede ser experto de una enfermedad tan reciente. 

Las vacunas son seguras más no inocuas y no son cien por ciento efectivas, pero si reducen en una forma extraordinaria la probabilidad de tener un COVID-19 severo y un alto riesgo de morir. Es una medida altamente eficaz. 

No obstante, la pregunta es ¿qué hace fallar una vacuna? Son varios factores, algunos de estos aspectos son los siguientes:

  1. La baja eficacia. En un reciente estudio la vacuna de CureVac mostró una eficiencia de solo el 47% y la OMS recomienda por que las vacunas estén por encima del 51 % para ser considerada. Aunque es un indicador importante, no necesariamente a la eficacia en los estudios clínicos es igual a la efectividad, esta puede ser igual o superior, rara vez inferior.
  2. Fallas en la logística, técnica de aplicación y alteraciones del producto. Al ser algunos medicamentos sensibles a la temperatura, las cadenas de frío y la logística de trasporte es exigente. Puede haber errores humanos o alteración de las vacunas. 
  3. La presencia de los linajes. Son aquellas variaciones en la estructura viral que afectan la actividad en la vacuna, estas variaciones virales suceden con la progresión de la pandemia por la presencia de mutaciones virales, entre más número de personas infectadas, mayor probabilidad que se desarrollen estos linajes. Los linajes harán perder la efectividad de la vacuna, esta es la gran preocupación y cada vez hay más evidencia que algunas vacunas no son efectivas con las variaciones virales.
  4. Las vacunas no son efectivas al momento de la inoculación, debe pasar al menos dos semanas de terminado el esquema para considerar que una vacuna funciona a plenitud. Hay un número importante de personas que se infectan en el periodo entre las inoculaciones de la vacuna y no cuando se está completamente vacunado, falsamente se atribuye a fallas en la vacuna.
  5. Las modificaciones de los intervalos en las vacunas. Mezclar vacunas será necesario, algunas con evidencia suficiente y otras por necesidades sociales apremiantes. 

El libro: “Cómo atender una pandemia” no está escrito, y no hay verdades absolutas, solo la historia registrará lo que se hizo bien o mal y lo que se dejó de hacer. Pero queda claro que aunque nadie estaba preparado ante este desastre, unos países respondieron mejor que otros, y toda la humanidad fue sometida a un ensayo clínico con su población, algunos con buenos resultados y otros desastrosos. 

En los estudios clínicos hay un grupo de sujetos a los que se les practica una intervención y al otro grupo no se les interviene, a este último se le dice grupo control. Hay países en donde se siguen tomando medidas y en una continua aplicación de estrategias en nuestro país, al parecer solo nos queda la vacunación como alternativa de prevención y en lo demás claudico. 

Las vacunas previenen la enfermedad y disminuye significativamente la mortalidad, pero no nos hace inmortales.

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