(04/05/2020)
Son 153 las llamadas de mujeres en riesgo inminente de feminicidio a la línea 155 del Observatorio Colombiano de las Mujeres, durante la semana del 25 de marzo al 16 de abril. De acuerdo con la Fiscalía, desde el 25 de marzo hasta el 14 de abril, hay 19 casos de presunto feminicidio durante el periodo de la cuarentena. La línea 155 registró también 2.238 llamadas durante esa misma semana, por violencia intrafamiliar. Mientras que la Fiscalía, en la semana del 20 de marzo al 4 de abril reportó 578 llamadas, de las cuales 132 denunciaban hechos por violencia intrafamiliar. Hay un desfase entre las cifras del Observatorio y la Fiscalía que aún no se explica.
Con todo, al denunciar las mujeres buscan protección para ella y sus hijos/as en la Fiscalía, ante un Juez de Control de Garantías o en las Comisarías de Familia. Dónde en esta última, según la Secretaría de Integración Social de Bogotá, de los 6.648 casos recibidos por violencia intrafamiliar de manera presencial durante los tres primeros meses del año, la mayoría están relacionados con violencia psicológica (4438) y física (3344). De las 20 localidades en Bogotá, las comisarías que más registran estos casos son: Kennedy (652), Bosa (633), Ciudad Bolívar (574), Suba (525) y Mártires (490).
En el mismo periodo de tiempo (enero-marzo 2020) se han expedido 3.800 medidas de protección, según la Secretaría de Integración Social en Bogotá. El artículo 17 de la Ley 1257 de 2008, contempla esas medidas, que van desde: “ordenar al agresor el desalojo de la casa o habitación” hasta brindar el traslado con sus hijo/as menores de 18 años a unas casas refugio, durante un tiempo máximo de cuatro meses y un mes para víctimas del conflicto armado. Esta última se realiza con funcionarios de la Secretaría Distrital de la Mujer.
Según Diana Rodríguez, la directora de la Secretaría Distrital de la Mujer,: “hay actualmente 3 casas refugio para 42 cupos diarios en cada casa, con su sistema familiar. (…) Desde el momento de la entrada hasta su salida brindamos una atención integral, protección y acompañamiento mediante un equipo interdisciplinario y estrategia de atención psicosocial, entre profesionales de distintas áreas”.
Diana Rodríguez explicó el procedimiento: “una vez es recibida la solicitud de acogida, la profesional de la Secretaría de la Mujer, debe responderla en un tiempo máximo de cuatro horas. Tiempo en el que se verifica la información frente a los datos requeridos según el acuerdo 631 de 2015, del Concejo de Bogotá y el Protocolo de Ingreso. Y otorgar el cupo de manera inmediata e informar la casa asignada. En la mayoría de las ocasiones, se responde durante la primera hora de haber llegado la solicitud”.
Las mujeres que acceden a estas casas temporales se encuentran bajo una “situación especial de riesgo”, esto quiere decir que es: “aquel hecho o circunstancia(…) [que puede] afectar la vida, salud o integridad de la mujer víctima de violencia, que se deriva de permanecer en el lugar dónde habita”. Hay que tener en cuenta que para este caso, las Comisarías de Familia o un Juez de Control de Garantías, según el Decreto 2734 de 2012, Art. 5, otorgará para este traslado una medida de atención “con posterioridad a alguna de las medidas de protección”, que vimos anteriormente.
Frente a las cifras sobre cuántas medidas de atención se han otorgado durante la cuarentena, en prensa de la Secretaría Distrital de la Mujer nos dijeron que: “el año pasado requerimos a Integración Social para que nos contara cuántas [medidas de atención] han emitido. Pero como no lo centralizan en el Sistema de Registro de Beneficiarios (SIRBE), que es su sistema de información, nos mandaron a preguntar comisaría por comisaría. Así que no sabemos”.
Si bien la Secretaría de Integración Social ha expedido durante el primer trimestre del año 3.800 medidas de protección, hasta ahora no hay claridad frente a la cifra de cuántas mujeres han sido atendidas bajo la medida de atención que permite el traslado a estas las tres casas refugio que hay.
Cuestión Pública hizo una prueba a lo dicho por Rodríguez, llamó un día de semana a las 9:38 p.m. a la Comisaría de la localidad de Bosa para solicitar un traslado a una casa refugio. La persona que recibió esta llamada indicó que para iniciar este trámite debía solicitarse personalmente y respetando el día de Pico y Género, una medida dictada por la Alcaldía de Bogotá en el que las mujeres salen los días pares y los hombres los impares, por motivos del confinamiento por Covid-19.
En cuanto a las inconsistencias de las cifras y de la información dadas por las instituciones oficiales que se hacen cargo de la violencia contra la mujer y la intrafamiliar, hablamos con la Red Solidaria de Mujeres y con Natalia Poveda, abogada de La Red Jurídica Feminista. Ambas organizaciones son iniciativas que brindan una orientación legal y psicológica, para aquellas mujeres que son víctimas de cualquier tipo de violencia física, sexual, psicológica o económica; y saber desde su posición independiente, ¿cómo las instituciones están mitigando y afrontando los casos de mujeres en riesgo latente de feminicidio?
¿Cuales son sus perspectivas frente a la atención de las casas refugio?
Natalia, Red Jurídica Feminista (RJF): La apuesta de refugio como primera respuesta de protección inmediata, cuando una mujer está en riesgo, es una apuesta también desde el feminismo: de entender que en una circunstancia de riesgo, él salir de ese entorno, de ese contexto, es lo que permite que el riesgo se mitigue y entendemos que eso tiene que estar acompañado de un montón de cosas. Porque el refugio no es solo «te sacó de un lugar y convives ahí», si no que también son apuestas, para romper ahí los ciclos de violencia y transformar la naturalización de la violencia.
Red Solidaria de Mujeres (RSM): Son una alternativa posible y necesaria. Pues lo que sucede es que las mujeres no encuentran una red cercana donde puedan ir, donde no ocurra el riesgo. Sabemos bien que muchas veces las mujeres, por lo mismo que nos han enseñado, el esposo y la familia se vuelve en el núcleo más grande y hay unas dependencias: económicas, psicológicas, emocionales y materiales muy fuertes, por toda la violencia que generan estos agresores contra ellas.
¿Qué obstáculos se han encontrado para que una mujer acceda a las casas refugio?
RJF: las barreras con las que uno se encuentra pueden ser muchísimas. Pero por un lado, desde que salió la ley 1257 del 2008, que establece que las entidades territoriales, tienen que garantizar hospedaje a las mujeres que están en riesgo (…) eso durante mucho tiempo no se hizo efectivo (…). Y eso para nosotras es una barrera, porque por la línea nos llegan casos de muchos lugares del país. Y el tema del refugio o del hospedaje inmediato, todavía es algo que está muy desigual. Hay ciudades como Bogotá que han avanzado un montón, porque la Secretaría lleva bastantes años garantizando este tema del refugio. Con todos sus obstáculos. Pero si llega un caso de un municipio, no solamente es muy complejo el tema del refugio, sino el traslado y demás. También está todo el tema de las trabas generales en las rutas. Hay una cosa muy compleja frente al riesgo y es que termina siendo muy subjetivo del funcionario. A él le termina pareciendo qué es riesgo y qué no, y qué necesita la mujer.
RSM: Generalmente las rutas para las casas refugio, deben pasar por una Comisaría de Familia y por la orden de un Juez. Y a pesar de las medidas que ha tomado las Comisarías de familia, había algunas que no estaban funcionando (…) porque intentamos acudir a algunas, no recuerdo cuales. Y no respondían a los teléfonos o decían: “no, está no está funcionando, de pronto mañana sí”. Esto sobretodo al principio de las medidas que se estaban tomando en Bogotá. (…) Entonces creo que las casas refugio es el final de una ruta que creemos que esta llena de pasos, [en los que] una mujer a veces no tiene la información. Se encuentran con choques desde las abogadas o psicólogas dentro de la Secretarías y Comisarías, que las vulneran un montón y las ponen en unas situaciones donde la culpa hace parte del día a día. Podría por lo menos agilizarse en términos de atención y sentirme más recibida, más acompañada en este camino que es largo, que hay tiempos, que hay 50.000 casos.
¿Por qué dicen que estas casas refugio no dan abasto?
RSM: Dentro del equipo existen abogadas y también personas que han trabajado y conocen estas líneas y bajo su experiencia en el tiempo, saben que llegar a la casa refugio no es fácil. No es que tengamos una estadística que te diga: mandamos a cinco y no llegó. Si no es de la experiencia misma de las que atendemos la red, que son las abogadas que saben que no va a haber [cupos].
Durante la cuarentena, ¿cómo afecta que no haya cupos en estas casas refugio?
RSM: Hay unos temas estructurales desde siempre, (…) efectivamente en esta cuarentena se iban a agudizar estos problemas estructurales, porque es un sistema que falla en sí. Entonces, temas como éstos [casas refugio] ponen en evidencia la falta económica, falta de apoyo, falta de cultura y falta de atención. Es preguntarle a la institucionalidad como va a resolver esos problemas que tienen un camino largo, en la que están involucradas varias instituciones: las comisarías, los jueces, incluso la misma policía (…) Pero la iniciativa no fue pensada o ha sido para contrarrestar a la institución, para denunciar o para decir que ellos no pueden.
Para que más mujeres estén más seguras, ¿una solución sería ampliar estas casas?
RSM: La institucionalidad tiene unos límites, que no es que no se puedan resolver, si no que no han tenido la voluntad de resolver. (…) La Secretaría de la Mujer cuenta con poco presupuesto o no están teniendo la sensibilidad para tratar los temas de violencia hacia las mujeres. Eso es evidente en la última medida de ampliación en lugares seguros. [Las] violencias empiezan a volverse institucionales en la medida en que los accesos se vuelven difíciles: el trato de los funcionarios en las comisarías y las líneas que no contestan.
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De esta manera, las mujeres que están en riesgo de feminicidio, antes de acceder a una casa refugio en Bogotá deben enfrentarse con una ruta que desde el inicio, como lo indicaron las redes feministas, presenta obstáculos durante el proceso. Sin embargo, recalcan desde la Red Solidaria de Mujeres que su objetivo, a pesar de todo, es brindar un acompañamiento. Un “primer auxilio para que las mujeres se sientan escuchadas y poder abrirles los primeros caminos”, dijeron.
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