Testimonios paramilitares del Caquetá: alianzas y rivalidades entre la fuerza pública y las AUC

(16/12/2021)

Desde el 2001, en las tomas de las Autodefensas Unidas de Colombia de los municipios del sur del departamento, tanto la Policía como el Ejército habrían cooperado con el Frente Sur Andaquíes del Bloque Central Bolívar, que delinquía en 13 departamentos del país como Huila, Putumayo y Nariño.

Este texto se produjo en el marco de la primera edición de la beca de periodismo investigativo Ana Cristina, iniciativa de Cuestión Pública en alianza con la Fundación Heinrich Böll.

No era claro cuántos hombres eran, pero los habitantes sabían que cuando aparecían hombres armados por esos lados del país llegaba la guerra. Invadiendo desde adentro, el miedo se metió en el cuerpo de los habitantes y poco a poco se transformó, junto a la rabia y el dolor, en la resignación de darse cuenta que nadie vendría a ayudarlos.

“Hombres armados durmiendo en nuestras camas, paseándose por nuestras calles y plazas, comiendo nuestra comida. Hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que llegaron en una cálida madrugada de 2001 y que se quedaron durante cinco años”: Silvio Torres.

Silvio es hijo de uno de los fundadores de Puerto Torres, un caserío ubicado a una hora del casco urbano del municipio de Belén de los Andaquíes, al sur del Caquetá. Él y su familia fueron víctimas de confinamiento, testigos de tortura y del terror que se vivió entre 2001 y 2006, cuando paramilitares del Frente Sur Andaquíes del Bloque Central Bolívar (BCB) se tomaron ese poblado. Este grupo nació de la transformación del Frente Caquetá de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), por parte del BCB.

Aunque Silvio intenta no volver a contar lo que pasó, la victimización que le causó el Estado es una deuda pendiente. Según relata Torres, esa violencia se evidencia por  la omisión que el batallón del Ejército y las estaciones de Policía habrían ejercido durante las tomas armadas.

La incursión paramilitar de este frente no solo ocurrió en Puerto Torres. Cuatro años antes también habían llegado a veredas y municipios cercanos a Belén de los Andaquíes como Morelia, Albania, San José de Fragua y Valparaíso.

Uno de los comandantes financieros del Frente Sur Andaquíes explicó a Rutas del Conflicto que a inicios del 2000, cuando los hermanos Vicente y Carlos Castaño le pidieron al BCB que incursionara en el departamento y este absorbiera al Frente Caquetá, Carlos Mario Jiménez, aliasMacaco’, quedó al mando. El Bloque Central Bolívar invirtió más de mil millones de pesos para fortalecer al grupo, que apenas alcanzaba los 200 hombres en armas.

Mientras esto ocurría, al norte del Caquetá se consolidó la lucha insurgente de las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-EP). El presidente Andrés Pastrana (1998-2002) esperaba presentar resultados en un proceso de paz con dicha guerrilla, para lo cual creó la Zona de Distensión como espacio de tregua.

Según Fernando Cruz, asesor experto de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la llegada de estos grupos paramilitares a Belén se dio por la ruta del narcotráfico, que se facilita por la ubicación geográfica del municipio. En especial porque se puede transportar la pasta base de la coca por el río Orteguaza que llega al río Caquetá.

Sin embargo, para Carlos Fernando Mateus, alias ‘Paquita’, quien fue el comandante financiero del Frente Sur Andaquíes, esta explicación no tiene sentido. Afirmó que los productos del narcotráfico salían por carretera hacia Neiva y, en algunas ocasiones, en avionetas. Mateus también añadió que la incursión de sus hombres se dio por ejercer un control en la región, dado que en este departamento había una fuerte presencia guerrillera.

“Cuando fuimos necesarios”: alias ‘Paquita’, comandante del Frente Sur Andaquíes
2001

Colegio Monseñor Gerardo Valencia Cano de Puerto Torres, Caquetá. Lugar que durante largos años el Frente Sur Andaquíes ocupó. Fotografía de la comunidad.

“Un día a finales del 2001 los paramilitares del frente llegaron a Puerto Torres, al sur del Caquetá, caminando por toda la vía principal. Nosotros pensábamos que eran tropas normales del Ejército pero unos minutos después nos dimos cuenta de que eran paramilitares”. Así lo narró Silvio Torres, un hombre barbudo, al cual se le notan los años de trabajo del campo en las manos y quien evita entrar en detalles al contar lo que pasó. Al preguntarle acerca de la incursión prefirió tomar un sorbo de su cerveza, miró hacia la puerta del pequeño bar donde se encontraba charlando y se remontó tiempo atrás. “Mi papá fue el que fundó Puerto Torres. Él tenía una tierra (que es en donde se ubica el caserío) y la fue repartiendo. Éramos muy prósperos y todo era muy tranquilo”, aseguró.

Nadie recuerda el día específico pero, en enero del 2002, 200 hombres armados ingresaron al colegio Monseñor Gerardo Valencia Cano, un pequeño espacio con dos salones que había dejado de funcionar. Desde entonces el colegio sería la base del grupo paramilitar. 

La institución educativa colindaba con la iglesia y la casa cural. “En los salones dormía uno de los comandantes y en el solar había un árbol de mango desde donde le disparaban a la gente y la torturaban. Pero nunca hicimos nada de eso dentro del colegio”, relató a Rutas del Conflicto, el exparamilitar Jaime*, quien fungió como jefe financiero de una parte del frente, y también como encargado de la seguridad de alias ‘David’.

Con la llegada de este frente paramilitar, la toma del caserío fue total. Las casas de los pobladores fueron usadas por los miembros del Frente Sur Andaquíes mientras eran obligados a convivir con ellos.

Sus calles se convirtieron en un gran cementerio. En 2002, una exhumación realizada por la Fiscalía encontró 40 cuerpos sin identificar en Puerto Torres, la gran mayoría de ellos pertenecían a pobladores de otros municipios o caseríos aledaños. Según ‘Paquita’, esa era la verdadera razón de su estancia en ese lugar. “Puerto Torres quedaba cerca de la mayoría de municipios cerca de Belén de los Andaquíes. Nosotros allá llevábamos a la gente de esos otros lugares para torturarla y asesinarla”, afirmó el exjefe paramilitar.

Al otro lado de la cancha de fútbol, que queda en la mitad del caserío, fue donde ocurrieron los entrenamientos militares. “Esa historia de la escuela de la muerte es mentira, cómo se les ocurre que uno va a enseñar a matar en donde uno duerme”, afirmó Jaime, otro exparamilitar entrevistado por Rutas del Conflicto.

“Yo estaba criando seis sobrinos que dejó un hermano que falleció. Una tarde, uno de ellos miraba por la ventana de la casa y nos avisó que llevaban a un hombre amarrado de manos y pies. Lo estaban arrastrando y ya uno sabía que no iba a volver”. Para Silvio Torres no hubo calle, esquina ni lugar que no fuera usado como escenario de guerra en Puerto Torres. 

“Nosotros [los entonces paramilitares] duramos allá muchos años y nadie nos decía nada. Una vez me hicieron parar en un retén del Ejército cuando iba rumbo a Belén en una moto. Yo iba armado. Pero uno de ellos [los soldados] me reconoció como ‘primo’ así que solo me dejaron ir”, contó Jaime con naturalidad. Según los entrevistados, ‘primos’ era el término con el que todos los miembros del Frente Sur Andaquíes saludaban y llamaban a los miembros de la fuerza pública que tenían algún tipo de relación con ellos, ya sea de convivencia, colaboración o simplemente por omisión.

Jaime aseguró que cuando estaban en combates con la guerrilla y se sentían acorralados se comunicaban con miembros del Ejército, quienes también tenían alias y contraseñas para no ser identificados. Esta alianza consistía en enviar refuerzos aéreos y según Jaime: “Una vez llegaron hasta helicópteros para despejar la zona, nosotros nos alejábamos del lugar y mataban a los guerrilleros, luego volvíamos nosotros”. Varios exparamilitares entrevistados por Rutas del Conflicto para esta investigación concuerdan con el relato y el tipo de relación entre la estructura paramilitar, el Ejército y la Policía.

Esa relación con la fuerza pública no solo ocurrió en Puerto Torres. Alias ‘Paquita’ recordó que, el 29 de septiembre del 2001, una columna de la guerrilla llegó a Montañita (Caquetá), un municipio cercano a Florencia, con la intención de secuestrar a agentes de la Policía. “Las Farc usaban a las personas como moneda de cambio y ese era el propósito de llevarse a miembros de esa institución. Yo no me los dejé secuestrar”, afirmó Carlos Fernando Mateus, quien se refería a la protección de los uniformados para evitar su secuestro, porque los veía como a uno de los suyos.

Según ‘Paquita’, en tres ocasiones distintas, entre julio y septiembre del 2001, desde las estaciones de Policía llamaban a miembros del Frente Sur Andaquíes para solicitar refuerzos. Durante tres meses seguidos, mientras se consolidaba el poder y presencia de los paramilitares en Albania, Morelia y San José del Fragua, se dieron combates donde los miembros del frente servían de escudo y defensa de la Policía.

“Francamente, la Policía no tenía capacidad de contestar operativamente contra la guerrilla, así que a veces les decíamos que se escondieran y nosotros atacábamos”, cuenta ‘Paquita’, al describir la trinchera que se utilizó durante los enfrentamientos, que era la casa en donde dormían los paramilitares en Belén de los Andaquíes.

Nosotros éramos malos, la Policía era peor. Teníamos que defender a los más malos”: alias ‘Paquita’, comandante del Frente Sur Andaquíes 

Casa que fue ocupada por el Frente Sur Andaquíes. Fotografía cortesía de la comunidad de Puerto Torres.

Carlos Fernando Mateus, alias ‘Paquita’ estaba sentado en la sala de un apartamento en Bogotá cuando atendió la entrevista. Allí hizo chistes sobre el partido de Argentina contra Perú en las eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol que sonaba de fondo. Es un hombre burlón que utiliza gafas para leer cuando habla de temas serios y no puede tener una entrevista sin anotar todo lo que se dice. Cualquiera, por su amabilidad, pensaría que en su pasado no fue un jefe paramilitar, pero hace una década salió de prisión tras pagar por los delitos que cometió como comandante financiero del Frente Sur Andaquíes.

Alias ‘Paquita’ aseguró que, antes de cumplirse un año de su llegada a la región, los integrantes de las estaciones de Policía de los cascos urbanos de cada municipio ya recibían un pago doble cada mes. Uno era aquel que por ley les era entregado, y el otro eran sumas variables que cubría el frente para garantizar el uso de armas, uniformes y radio teléfonos por parte de los paramilitares. Además, el frente les daba dinero a la Policía si les avisaban sobre sujetos sospechosos de ser insurgentes y si les entregaban los detenidos que la Policía no podía judicializar. “En conclusión, nosotros pagábamos para que nos ayudaran con todo lo que necesitábamos”, afirmó ‘Paquita’.

A veces esa doble nómina podía superar los $20 millones por estación, sumando los salarios de ley y los pagos de “impuestos” a las AUC. En el 2002 Jaime, el otro de los jefes financieros del frente, había huido del actuar paramilitar por una amenaza que le hizo uno de sus compañeros. En el proceso en el que se desmovilizó, la Fiscalía General de la Nación lo hizo partícipe en investigaciones requeridas por la entidad* entre las que se incautaron computadores del grupo incluido el de ‘Paquita’, que tenían información codificada de los pagos que le hacían a la Policía, bajo el nombre de “polémica”.

*El documento es un permiso del Ministerio del Interior y el Ministerio de Justicia, siendo los encargados del programa de protección de testigos, en el que autentican que Jaime colaboró en investigaciones.
Declaración de uno de los integrantes del Bloque Central Bolívar participante de Justicia y Paz detallando las situaciones en las que se pagaban a los miembros de la Policía, en la Sentencia Condenatoria del BCB. Pese a que los hechos relatados no son en Caquetá, fue una práctica sistemática del grupo paramilitar.

“Podían ser $5 o hasta $10 millones lo que les pagábamos, eso iba variando según el mes”, explicó Jaime sobre la relación ‘financiera’ que, según él, mantenían con la Policía en Caquetá. Por su parte, alias ‘Paquita’ agregó que usualmente esos “salarios adicionales” se pagaban directamente a los comandantes de las estaciones. 

Aunque la redacción de Rutas del Conflicto envió un derecho de petición a la Policía y al Ejército para saber quiénes eran los uniformados que se encontraban en ese momento en Belén de los Andaquíes y poblaciones cercanas, no fue posible obtener la información.

Pese a que se pidió información de la compulsa de copias de la sentencia final del Bloque Central Bolívar con el fin de conocer si algún uniformado estuvo o está investigado, estas instituciones negaron la información al argumentar que los periodistas no eran víctimas de ese grupo armado.

Esa relación entre paramilitares y fuerza pública era, desde el 2001, de constante comunicación entre las partes. (El documento hipervinculado es parte de una entrevista que el Centro Nacional de Memoria Histórica le hizo a alias ‘Paquita’ mientras estaba preso). Cuando el Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (CTI) realizó la exhumación de 36 cuerpos, miembros del Frente Sur Andaquíes, estacionados en Puerto Torres, fueron advertidos para que se replegaran y permitieran que se realizaran las labores de levantamiento de los restos. 

En una sentencia de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá quedó registrado que, a pesar de que no era una orden institucional colaborar con grupos paramilitares, sí se observan casos que dan cuenta de la sistematicidad de las alianzas entre la fuerza pública y las AUC, a través de las versiones y testimonios que dieron los desmovilizados. En dicho documento, que fue aceptado sin más revisiones en el 2016, se declaró la duración de las condenas de los exparamilitares y se estableció la connivencia entre el Estado y miembros del BCB en zonas de influencia de este grupo.

Un caso de falsos positivos

Carlos Fernando Mateus frunció el ceño al recordar un suceso particular. Se acomodó en la silla y relató: “Había un comandante que tenía el alias de ‘Peruano’. El comandante no era tan ‘elegante’ [expresión que él usa para referirse a lo bueno] en el trato con civiles y la fuerza pública, hacía las cosas de manera burda. Una vez él subió a Belén y tenía puesto un pantalón camuflado, una camisetilla y llevaba una pistola. Él sí llegó mostrando el arma a hablar directamente con un comandante, hasta le ofreció whisky en un bar concurrido”, aseguró ‘Paquita’.

“Un comandante del Ejército me llamó furibundo a preguntarme quién era ese tipo. Cuando yo le contesté que era un activo paramilitar, el comandante del Ejército me dijo con rabia que debían recordarle cuál era su lugar”, contó ‘Paquita’. Finalmente, para demostrar quién era el que tenía más poder, según el relato el exjefe paramilitar, el comandante del Ejército decidió matar a dos de los subalternos del comandante ‘Peruano’: “A esos muchachos los pasaron como si fueran bajas en combate, y aún se están investigando esos positivos”. Con esa expresión, Mateus se refiere a paramilitares asesinados por el Ejército presentados como bajas en combate, por parte de miembros de la fuerza pública, un fenómeno que en el país se conoce como falsos positivos.

“A los que habíamos cuidado, ahora nos estaban arrestando”: alias ‘Paquita’, comandante del Frente Sur Andaquíes
2004-2006

Iglesia de Puerto Torres. Cortesía de la comunidad de Belén de los Andaquies.

El 8 de junio de 2004, ‘Paquita’ fue citado junto a los demás comandantes paramilitares a presentarse en Santa Fe de Ralito, Córdoba, donde el Gobierno de Álvaro Uribe realizó el acuerdo de paz con las AUC. De camino hacia la zona se quedó unos días en Bogotá. Allí, un capitán de la Policía a quien llamaba “amigo” y quien era el encargado de transportarlo cuando estaba en la capital, lo llevó al barrio Provenza en la localidad de Suba. Según ‘Paquita’, en ese lugar algunos hombres que se identificaron como miembros de la Dirección de Investigación Criminal (DIJIN) lo capturaron, lo subieron a una camioneta y lo transportaron sin esposarlo, pues no tenían una orden de arresto. “Ahí me di cuenta de que me iban a arrestar o deshacerse de mí, porque todo era muy irregular”, dijo.

El exparamilitar cree que su captura se debió a la información que entregó un capitán de la Policía. Minutos después, cuando iban por la avenida Suba, una camioneta de esa institución los interceptó y capturó a los miembros de la fuerza pública y a ‘Paquita’. Los llevaron a la inspección en esa localidad ubicada al norte de Bogotá. 

Según ‘Paquita’, esa noche el hermano del capitán, quien era coronel, le aconsejó entregarse ante los tribunales de Justicia y Paz, de lo contrario lo entregaría a las Farc quienes, según el oficial, habrían pagado la captura irregular.

Fue justo ese día y bajo ese arresto que Mateus entró en el proceso de desmovilización. Bajo la justicia transicional, le fueron imputados los delitos de homicidio, desplazamiento y narcotráfico. “Yo no puedo asegurar nada con pruebas, pero yo sabía que esa noche yo me jugaba la captura o la vida, pero de esa estación no iba a salir”, afirmó.

El arresto de Mateus, alias ‘Paquita’, fue un golpe decisivo contra el frente, por lo que poco tiempo después alias ‘Nico’, comandante político de esa estructura armada, oficialmente sometió a todos sus miembros a la desmovilización colectiva en el programa de Justicia y Paz, en el 2006. “Yo recibí el frente como comandante general cuando mataron a alias ‘Uriel’ y nos entregamos al proceso. Pero todos los comandantes, incluyendo a alias ‘Paquita’, tuvieron que responder por lo que pasó”, explicó alias ‘Nico’ en una entrevista con Rutas del Conflicto. Todos fueron condenados a prisión y algunos siguen participando de procesos de entrega de información para la captura y judicialización de otros responsables por actos de paramilitarismo. El único comandante cuyo paradero aún es desconocido es el de alias ‘David’.

Proceso de reconciliación

Era 4 de octubre de 2021. A pesar del calor sofocante en Belén de los Andaquíes, decenas de personas estaban congregadas, unas de pie y otras sentadas, a las afueras de la Biblioteca Juan Manuel Santos para atender el llamado de fiscales que los escucharían y conocerían sus versiones sobre lo que pasó durante la toma paramilitar.

Cuatro líderes de víctimas del departamento, Silvio Torres, Norbey Caro, Gerardo y Luz Dary llevaban más de un año gestionando el espacio para acelerar los procesos de reparación integral a las víctimas y se habían abanderado de procesos como ese. Tanto así que un hombre se acercó a Norbey, le tocó el brazo y le dijo: “Gracias por esto, ustedes son unos verdaderos líderes”.

Durante la pandemia por Covid-19 Norbey, Silvio y Gerardo viajaron a Bogotá para convencer al fiscal León González de viajar a Belén de los Andaquíes. “Nosotros le dijimos que con seguridad los postulados [victimarios investigados por la Fiscalía] estaban dispuestos a participar en la creación de verdad”.

Los desmovilizados de las AUC estaban presentes con sus esquemas de seguridad, que les fueron otorgados por ser testigos clave de la historia de lo que allí sucedió, afirmaron estar comprometidos con las víctimas. Ellos dieron sus testimonios en versión libre ante los fiscales, durante seis días seguidos en jornadas que terminaban a las 10 de la noche. ‘Paquita’ comentó que desde que lo arrestaron por primera vez no ha parado de decir verdades, “sé que hicimos daño con nuestras acciones, sepan que yo hago esto por y para las víctimas”.

La ley de Justicia y Paz requiere de las versiones libres de los exparamilitares para culminar y dar sentencia a un proceso. Sin embargo hay muchos desmovilizados que no cumplieron con este requisito y en otros casos no se pudo verificar la información que brindaron. La jornada logró que muchos de los casos que se encontraban estancados en la Fiscalía pudieran contar con el recurso y de esta manera que a las víctimas les fueran reconocidos sus derechos.

Aparte de ‘Paquita’, estuvieron alias ‘Jhon’ y alias ‘Nico’, parte de la comandancia militar y política del frente. También estaba Fabián Ramírez, antiguo comandante de las Farc en el Caquetá. Lo que buscan con este proyecto piloto es acelerar la reparación integral para las víctimas de Belén de los Andaquíes y las veredas colindantes. Saben que sin la verdad que ellos como victimarios pueden contar el proceso se dilataría, como venía ocurriendo hacía más de 15 años.

Sin embargo, las dificultades financieras que ha implicado este proceso hace que no se haya podido implementar en su totalidad y generan demoras en su implementación. Gerardo, uno de los abanderados del proyecto, junto con los líderes y los desmovilizados tienen un plan de tres fases en los que se incluye atención psicosocial personalizada, acceso a los mecanismos de justicia y reparación individual y colectiva.

Una década después de haber sido desplazado, Silvio Torres contó que una noche, casi a medianoche, entró caminando de regreso a su pueblo natal mientras le bajaban dos lágrimas por el rostro. “Sin importar que llevaba tantos años fuera del Caquetá, el día que iba en la flota entrando a Florencia me bajé como un kilómetro antes. Yo quería que la primera vez que entrara de nuevo a mi sitio fuese con mis propios pies, con mis propios pasos”. 

*Los nombres de las fuentes fueron modificados por motivos de seguridad.

Notas:
1. El equipo investigador de Rutas del Conflicto envió cuatro derechos de petición a la Policía Nacional, el Ejército Nacional, la Sala de Justicia Transicional de la Fiscalía y al Ministerio de Defensa preguntando si tenían registros de denuncias por connivencia entre agentes de Policía y soldados del Ejército con paramilitares. Para la fecha de publicación de esta historia no se recibieron respuestas que dieran cuenta de la sistematicidad de estos hechos.
2. La Fiscalía negó la información argumentando que los periodistas no son víctimas del Bloque Central Bolívar y que las preguntas no eran claras.
3. La Policía Nacional argumentó que no se tiene información acerca de agentes que laboraban en la jurisdicción de Puerto Torres.
4. El Ejército Nacional, al que se le pidió referenciar los nombres de los militares que se encontraban en la zona para la fecha, solo refirió nombres que no están relacionados con los mencionados en las entrevistas realizadas para este reportaje.
5. El Ministerio de Defensa, al cual se le hizo la misma petición que al Ejército Nacional, refirió no tener registro de la información solicitada.

*Este artículo fue investigado, escrito y editado por Rutas del Conflicto, la investigación no compromete a Cuestión Pública.

Créditos

Dirección
 Óscar Parra
Investigación y texto
Alejandra Cetina
Alejandra Parra
Edición
Silvia Corredor

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