(13/09/2020)

Cinco monólogos de una noche en la que todo ardió

Para la reconstrucción de la noche del 9 de septiembre participaron las voces de Edilberto Bustos, vecino de Villa Luz, técnico protésico dental, 55 años. De Eliana Garzón, periodista de 31 años y excuñada de Javier Ordóñez. De un celador de uno de los conjuntos residenciales del barrio Santa Cecilia, Engativá. Y de Valeria, 21 años; Laura R., 23 años; Laura P., 20 años y Alejandra., 20 años, habitantes del barrio Verbenal, Usaquén.

En lo personal no dormí anoche [9 de septiembre]. Vivo a dos cuadras del CAI de Villa Luz. Sobre las 7:00 p.m. llegaron muchísimas personas con piedras, palos y en cuestión de segundos arrancó la guerra más terrible. La Policía reaccionó con gases lacrimógenos. Ancianos, niños tuvieron que salir corriendo de sus casas, fue desesperante. La biblia describe al infierno y lo que quiero decirle es que esa noche fue infernal. Hubo heridos, los bancos del sector fueron dañados.

No sabe la angustia que sentí cuando los policías se echaron a disparar. Tuve que salir sobre las 10:00 p.m., porque la casa estaba llena de gases. Salí corriendo en un estado de impotencia colectiva, de dolor, de histeria. Pero a veces los seres humanos no sabemos canalizar situaciones difíciles. ¿Usted me pregunta qué vi? Vi una sociedad en descomposición. Aquí no falló la Policía o los civiles, somos seres humanos y lo de Javier se asemeja demasiado a lo acontecido en EE.UU con George Floyd, donde la escena fue muy similar. 

¿Qué dónde estoy? Estoy parado frente al altar de Javier, que tiene flores y velas. Llevo varios minutos de pie, sin moverme, pensando. Las imágenes de anoche me tienen así frente al altar que se armó en las rejas en el conjunto residencial y que fueron testigos de lo que hizo la Policía con su cuerpo. 

No sabe la angustia que sentí cuando los policías se echaron a disparar. Tuve que salir sobre las 10:00 p.m., porque la casa estaba llena de gases. Salí corriendo en un estado de impotencia colectiva, de dolor, de histeria.

Apunte esto que le voy a decir: nuestra sociedad ha perdido la justa proporción de lo que somos como seres humanos. Salimos de un conflicto de guerra pero continuamos porque los corazones siguen armados con toda la furia del ser humano. Es que yo lo viví anoche. ¿Y sabe por qué pasa esto? Porque falta perdón y reconciliación. Los profesionales en psicología, psiquiatría y teólogos que analizan el comportamiento humano que nos ayuden, por favor. Desde el presidente hasta el más pequeño de los colombianos tenemos que mostrar un genuino arrepentimiento como sociedad. 

***

Nosotros convocamos a una velatón por Javier a las 7 de la noche, ahí en el conjunto residencial porque queríamos hacerlo en el lugar donde pasó lo que pasó, es decir afuerita en el parqueadero. Resulta que no sabemos quiénes fueron, agradecemos las intenciones de los que llegaron para protestar porque sabemos que de todos modos Javier fue una excusa y fue la gota que rebasó la copa para que la gente dijera ¡ya no más!, pero no sabemos quién convocó llegar al CAI de Villaluz a las 5 de la tarde ese mismo día. 

Tengo unas imágenes de Maura, la actual pareja de Javier, en las que ella va y le pone flores en el CAI. No sé si las han visto y creo que ese fue el momento en el que se desató todo. Empezaron a quemar una moto y a tirarle piedra al CAI. A las 6:30 de la tarde decidimos salir a la velatón. Imprimimos una foto y compramos velas. 

➤Lee aquí la primera entrega del especial «La noche del 9S»

Llegaron familiares, amigos, incluso llegaron compañeros del trabajo, o sea mucha gente. Pero antes de que empezara la velatón ya eso se había desbordado. Ahí ya estaba el ESMAD tirando gases lacrimógenos y, claro, la gente, los niños empezaron a comerse el humo de los gases. Nos tocó irnos para la casa de la tía de Javier a echarnos vinagre. Hubo gente que no logró llegar al CAI, porque cerraron las calles. A los periodistas tampoco los dejaron entrar,  muchos me dijeron: “Mira, está imposible”. Hicimos oraciones, prendimos las velas y estuvimos todos hasta que hubo un momento en que nos ahogamos [por los gases] y nos tocó irnos de ahí. 

No pues imagínate que hubo un momento en el que yo me salí de mí y me fui corriendo. Si no me hubieran cogido, seguro que no sé qué sería de mí en este instante.  Estábamos ahí y de repente pasaba el ESMAD con la tanqueta atrás hacia el CAI y esos tipos comenzaron a hacer sonar los taser enfrente de su familia, en frente de sus amigos, en frente de sus vecinos, yo dije: “¡Qué putas! ¿Están haciendo sonar los taser?” Yo de verdad me salí de mí, sino que uno de los primos de Javier me alcanzó y me dijo: “No te metas allá” y me zarandeó por un rato hasta que reaccioné. 

Ahí se vio que la Policía tomó lo que le hizo a Javier como una gracia, para ellos eso estuvo bien. Entonces uno ahí dice: “¿Manzanas podridas o hay bastantes?” O sea, la caja [de manzanas] ya se está pudriendo, eso de hacer sonar las taser frente a nosotros no lo hicieron dos policías, lo hicieron unos 10, 11 policías que pasaron como en dos filas y caminaban hacia el CAI. ¿Cómo es imposible que esta gente sea tan indolente y más frente a donde cometieron el acto? 

El presidente salió a felicitar a la Policía, al ministro de Defensa y a las víctimas que nos coma el tigre, como dice el dicho colombiano. Y así fue la actitud de la Policía con nosotros. Hemos visto esposas de militares, esposas de policías además otras personas que no tiene que ver con las fuerzas armadas, pero simpatizan, dicen que estuvo bien hecho lo que le hicieron a Javier, que él era un borracho, que se merecía morir, que pobrecitos los policías. Vimos, por ejemplo, lo que ha movido María Fernanda Cabal [senadora por el Centro Democrático] que tenemos que proteger a la Policía. ¡Se supone que ellos nos tienen que proteger a nosotros!

Entonces uno ahí dice: “¿Manzanas podridas o hay bastantes?” O sea, la caja [de manzanas] ya se está pudriendo, eso de hacer sonar las taser frente a nosotros no lo hicieron dos policías, lo hicieron unos 10, 11 policías que pasaron como en dos filas y caminaban hacia el CAI.

Esa noche hubo 10 muertos y aún así no son asesinatos para el Gobierno. Hay videos y hay pruebas y no hacen nada al respecto. Pues la verdad, como familia estamos sorprendidos. Hoy le tocó a Javier, mañana puedo ser yo. Me parece muy triste lo que está pasando. Si el gobierno no se da cuenta que ellos son los del problema esto va a seguir todo lo que quiera y ya no importó la pandemia. 

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Todo esto empezó a las 5:00 p.m. Nos mandaron a pedir refuerzos para que no se nos metiera la gente al conjunto residencial y cuando terminé mi turno a las 11:00 p.m. eso seguía. Alcanzamos a reforzar hasta la calle 53. Venían rebotados y de ver que empezaron a tirar piedra, la gente empezó a meterse al conjunto y uno a tratar de no dejarlos entrar, preguntarles si eran o no de aquí. Y a que no se metiera la Policía. La gente trataba muy mal a los policías, los trataba mal, sí señora. 

Anoche dispararon como tres cacharros de esos y nos pusieron a llorar a todos [gases lacrimógenos]. Y cuando dispararon eso, la gente no gritó sino que echó a correr. No hubo personas heridas del conjunto, no.

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Era miércoles a las 6:30 p.m. y la manifestación de la comunidad del barrio Verbenal ya había comenzado. Era un plantón frente al CAI con pancartas, arengas y cacerolazos. “Los tres policías que estaban dentro [del CAI] se reían y nos hacían pistola. Nosotros estábamos tranquilos, la manifestación era pacífica.” Poco a poco se fueron uniendo más vecinos, los gritos eran más altos, las cacerolas sonaban más fuerte.

Fueron al menos 17 heridos de bala que otras manifestantes auxiliaron: hacían torniquetes improvisados con pañoletas, bufandas y lo que tuvieran a mano. Luego paraban taxis para trasladar a los heridos a los centros de salud más cercanos: la Clínica Cardio Infantil o al Hospital Simón Bolívar. “Yo llegué a montar hasta cuatro personas heridas y sangrando en un taxi. Un taxista de la comunidad hizo de ambulancia, iba a dejar a los heridos y regresaba para transportar más”. 

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Sobre las 7:30 p.m. llegaron más policías, conté 24. Comenzaron a tirarnos gases para dispersarnos. Nosotros nos movíamos pero regresábamos cuando podíamos. En un momento dado nos fuimos a comprar tomates para lanzarlos hacia el CAI. Compramos los más pichos, los más feos. Otros lanzaron piedras y palos para defenderse. 

Ya el ambiente estaba tenso, había una enorme hoguera en el centro de la calle.  Pero el caos comenzó sobre las 8:15 p.m. cuando se escucharon disparos y cayó Manuel, el primero herido: recibió dos impactos de bala en la parte superior de su cuerpo. Ha sido intervenido quirúrgicamente dos veces y no ha salido de la unidad de cuidados intensivos. A otra chica le dispararon en la pierna, había un charco de sangre y el pie se le hinchó muchísimo. Otro chico recibió un disparo en la pierna, no se sabe si pueda volver a jugar fútbol. Hubo muchos heridos de bala. El 11 de septiembre se confirmó la muerte de otro muchacho del barrio.

Técnica y tratamiento: Los monólogos de esta historia fueron construidos a través de entrevistas presenciales. Los testimonios brindados por los familiares, testigos y manifestantes entrevistados recibieron un tratamiento de edición de estilo y se agregaron algunos datos de contexto como fechas y direcciones. 

Fecha de las entrevistas: Jueves 10 (2:00 p.m. – 8:40 p.m.) y Sábado 11 (11 a.m.)

Lugar de las entrevistas: Barrios Santa Cecilia, Villa Luz y Verbenal. 

Autor: Diana Salinas (@DianaSalinasP) e Ingrid Ramírez Fuquen (@_iramir_).

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