(20/09/2020)

La noche del 9S: voces de una masacre. Segunda entrega

El miércoles 9 de septiembre de 2020 en Bogotá y en Soacha, el municipio más contiguo al sur de la capital, fue una noche sin lluvia. 

El sol calentó los 8ºC de temperatura con los que arrancó la mañana y en la tarde un cielo encapotado tomó el protagonismo. Nada raro en estas tierras que integran y rodean el departamento de Cundinamarca. Recién comenzada la tarde se habían regado como leche derramada los videos donde se veía a dos policías con una pistola taser, encima del señor Javier Ordóñez, quien estaba tirado en el suelo, boca abajo y suplicaba para que no le dispararan más descargas eléctricas. Para la una de la tarde las reproducciones de las imágenes pasaron de ser miles en redes sociales, noticieros y programas noticiosos de internet a tener connotación viral. 

Para esa hora, el presidente y la primera dama estarían listos para acompañar a una transmisión junto con la consejera presidencial para los Derechos Humanos Nancy Patricia Gutiérrez y entre los tres conmemorar el día nacional de los Derechos Humanos. Fue una tarde en la que el ambiente se puso denso. Se aprovechó para convocar protestas en los Comandos de Acción Inmediata, llamados CAI, donde estaban los policías responsables de los abusos cometidos en contra del señor Ordóñez, más que evidentes en el video. A esos y a 43 CAI más.

Pero el papá de Julieth Ramírez Meza, una joven de 18 años, nunca pensó que las protestas fueran a estallar también por el lado del CAI La Gaitana al occidente de la ciudad, aunque sí sabía del malestar por lo sucedido con el señor Javier Ordóñez. Pero hasta ahí. Si no, es casi seguro que no la hubiera dejado salir a pie. La habría acercado en el carro a la pijamada que tenía en casa de una de sus mejores amigas.  Pero Julieth, junto con otra amiga de la infancia, no salió directo hacia su plan inicial. Primero, hizo una parada en la casa del novio y una más en una tienda para comprar algo. Si su papá hubiera calculado que Julieth pasaría cerca a una de las protestas, si al menos un segundo en la línea de tiempo hubiera variado, una bala no le habría impactado directo al corazón. 

Pero ese día, un amigo de Fredy le pidió que lo acompañara por una chaqueta cerca al barrio Aures, en Suba y de regreso a casa un indicio marcó el sino de la muerte. Vieron pasar un camión de Policía y al rato hubo disparos.

Para  Fredy, 20 años, esa noche del 9S fue suigéneris. Nada en su rutina diaria tenía porqué cambiar. Salir de trabajar, llegar a casa, preparar el desayuno y almuerzo del otro día y acostarse temprano porque a las seis de la mañana tenía turno como celador. Pero ese día, un amigo le pidió que lo acompañara por una chaqueta cerca al barrio Aures, en Suba y de regreso a casa un indicio marcó el sino de la muerte. Vieron pasar un camión de Policía y al rato hubo disparos. Salieron a correr pero a él lo alcanzó una bala hacia las 10 p.m.

Habría sido posible hacer esperar a la muerte de no ser porque unos policías, que tuvieron oportunidad de socorrerlo, dijeron que no les interesaba ayudar a “un vándalo”. Valentina, su hermana policía, tuvo que ir a reconocer el cuerpo de Fredy horas después al Hospital de Suba.

En Ciudad Verde, Soacha, Anthony Gabriel Estrada de 28 años, inmigrante que partió de Valencia, Venezuela, que dejó un hijo con la idea de enviarle dinero, que le sabía llegar a sus compañeros de trabajo y que pensaba regresar a su país, alcanzaría de esas añoranzas, de esos sueños, nada.

La muerte, que nunca esperaron sus familiares ese 9S, lo alcanzaría a muchos kilómetros de su hijo. Su mamá, su hermana y unos amigos dijeron que esa noche salió de trabajar entre las 9:00 y 9:30 p.m. de un negocio informal que vendía vidrios templados de celulares y rumbo a casa dos balas llegaron a su cuerpo para nunca más dejarlo despertar. 

De esa ida a la tienda, Christian nunca más regresó.

Muy cerca, Christian Andrés Hurtado, de 27 años, también en Ciudad Verde, Soacha, hacia las 10 p.m. preguntó a su esposa qué hacía falta para el desayuno del día siguiente. 

— Voy a hacer sándwich, pero no te preocupes, mañana lo compro. 

— No, yo lo voy a comprar — respondió Christian. Se cambió su pijama por una sudadera y salió en busca de los ingredientes del desayuno. 

De esa ida a la tienda, Christian nunca más regresó. Murió luego de recibir impactos de bala  frente a la Estación de Policía de Ciudad Verde. Su familia aún no tiene certeza de cuántos.

Tampoco regresó Andrés Felipe Rodríguez, 23 años, a su casa la noche del 9 de septiembre en Verbenal, Usaquén. Trabajaba en un lavadero de carros y salía de la jornada. Hubo una escena casi de película, vista por un amigo de Andrés, en la que policías del CAI Verbenal activaron extintores y una nube de humo volvió todo surreal. Se escucharon disparos, se vio que Andrés caminó y cayó. Una bala en su tórax produjo el desplome.

Un detalle mínimo habría reemplazado ese segundo en el que Julieth, Fredy, Anthony, Christian y Andrés fueron impactados por una o más balas. Una orden de no disparar en contra los manifestantes ese 9S lo hubiera cambiado todo.

Al otro día de la noche del 9S murieron más jóvenes.

“Es increíble que la familia ni siquiera sepa donde cayó el cuerpo ni qué le pasó.
Todavía no hemos tenido ningún contacto con la Fiscalía para el caso (…)”

Alirio Uribe e Isabel Fajardo, que trabajan como abogados de las víctimas en Soacha, no pueden creer el tratamiento que le dieron a los cuerpos de Christian, Anthony y Lorwan Estiwen Mendoza, otro joven que también murió ese día. 

“Es increíble que la familia ni siquiera sepa donde cayó el cuerpo ni qué le pasó. Todavía no hemos tenido ningún contacto con la Fiscalía para el caso. Ellos [la Policía] manipularon toda la información, porque ya saben que no tienen una explicación de por qué le disparaban a la gente desde allá [de la Estación]”, dijo el abogado Alirio Uribe a este medio. 

Once días después, el Gobierno de Iván Duque maneja la hipótesis de que detrás de las protestas del 9S y 10S está la guerrilla del ELN en los que fueron interpretados como “actos vandálicos”. La Fiscalía ya desplegó esta idea en su investigación y ninguna autoridad de la rama judicial se hace cargo de la investigación penal por la masacre ocurrida esa noche en la que la Policía disparó.

Al otro día del 9S, la mañana arrancó silenciosa y también la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez para Soacha.

La agenda en el país está centrada en lamentar los 43 CAI incendiados, destruidos por “vándalos”. Mientras que a los muertos los rodea un silencio que ahoga.

Al otro día del 9S, la mañana arrancó silenciosa, igual que la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez, quien llegó a Soacha el 10 de septiembre sin hacer mayor ruido. La conmemoración organizada por ella el día anterior no le salió muy bien. El 9S cerró con más de 10 muertos y 218 personas heridas.

Esa mañana la consejera hizo su aparición ante los familiares de los jóvenes asesinados. Fue el alcalde de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga, quien los reunió.

“Las víctimas no sabían que ella iba a llegar. Fuera de eso, su discurso justificó las acciones de la Policía. Los familiares se sintieron manoseados por la administración, se pasó por encima muchas cosas de lo que estaba pasando. Fue un evento lamentable, querían hacer un video, pero las víctimas no accedieron”, dijo la abogada Isabel Fajardo.

Para esta segunda entrega del especial La Noche del 9S fuimos hasta Soacha y regresamos a Verbenal, en Usaquén y Suba. Se lograron reconstruir las historias de otras cinco personas que murieron esa noche. Cuestión Pública poco a poco va cerrando el cerco de la muerte. En total, hay implicaciones de la Policía en los 10 casos de personas asesinadas y un herido. Es el saldo de lo que hasta ahora tenemos reporteado.

La luz del sol que sale en las mañanas de septiembre ilumina a la capital y a Ciudad Verde, en Soacha. También a los cuerpos que dejaron sin vida la noche del 9S.

Monólogo de un padre que perdió a su hija

Julieth, de 18 años, caminaba con una amiga cerca al CAI del barrio Gaitana, Suba, cuando fue impactada por una bala en el pecho que le quitó la vida instantáneamente. Iba a cumplir 19 años el 25 de septiembre.

Tres monólogos sobre un hombre que añoró volver a casa

Anthony, de 28 años, había llegado a Bogotá en 2019 tras emigrar de Venezuela. Trabajaba y enviaba remesas a su familia hasta el miércoles 9 de septiembre, cuando camino a casa dos balas acabaron con su vida, frente a la Estación de Policía de Ciudad Verde, según la versión de los testimonios recogidos.

Cuatro monólogos sobre la muerte y una paradoja

Fredy, de 20 años, trabajaba como guardia de seguridad en un centro comercial de Suba. Un amigo, que le pidió que lo acompañara a recoger una chaqueta, asegura que de regreso hacia la casa Fredy fue impactado en el barrio Alcaparros, Suba, por una bala que lo mató. Testigos denuncian que agentes de la Policía no permitieron que fuera auxiliado.

Tres monólogos y lo que hizo falta para el desayuno del otro día

Christian Andrés, de 27 años, salió en busca del desayuno del día siguiente cuando fue impactado por armas de fuego frente a la Estación de Policía de Ciudad Verde, Soacha, en la noche del 9 de septiembre. Familiares y amigos se preguntan, ¿por qué la Policía habría puesto su cuerpo, junto con el de Anthony Gabriel Estrada, en el platón de un vehículo particular, en vez de ser asistidos por una ambulancia?

Tres monólogos sobre perder a un hermano, la impotencia de no poder hacer más por un amigo y no tener justicia

Andrés Felipe, de 23 años, iba camino a casa cuando se encontró con la manifestación contra el abuso policial en el barrio Verbenal, Usaquén. Testigos y amigos aseguran que Andrés Felipe recibió un impacto de bala (en el lado derecho del tórax) que le cobró la vida en la madrugada del 10 de septiembre.

Un monólogo y una carta sobre un joven que murió por protestar

Lorwan, de 30 años, murió en la mañana del 10 de septiembre luego de que una bala lo impactara la noche anterior mientras protestaba frente a la Estación de Policía de Ciudad Verde, Soacha. Se presume que el disparo provino de las armas de miembros uniformados que dispararon desde la azotea de la Estación.

Monólogo de una madre que perdió a su hijo

Julián, de 27 años, murió por un impacto de bala que habría sido disparado por la Policía, la noche del 9S, en medio de las manifestaciones a unas cuadras del CAI de Timiza en la localidad de Kennedy.

Estas fueron las personas que participaron en la realización del especial La Noche del 9S,
segunda entrega: voces de una masacre.

Dirección
Diana Salinas (@DianaSalinasP)

Coordinación y Edición
Ingrid Ramírez Fuquen (@_iramir_)

Autores Monólogos
Ingrid Ramírez Fuquen y Diana Salinas

Webmaster
Valentina Hoyos González (@ValentinaHoyosG)

Realizador Video
Juan José Jaramillo (@jjjaramillo2)

Con el apoyo de

Sin ti, no hay periodismo independiente.
Defiende el periodismo en el que crees con tu abono.

Hazte gestor de
Cuestión Pública aquí

¿Quiéres contarnos una historia? Te mostramos la forma segura y confidencial de hacerlo Ver Más