(20/09/2020)

Cuatro monólogos sobre la muerte y una paradoja

Para la reconstrucción de esta historia participaron las voces de Freddy Mahecha, papá. De Anyi Toro Mahecha, prima. De Sebastián, 23 años, un amigo de infancia de Freddy que pidió cambiar su nombre. Y una conversación entre Eduardo, 26 años y Pablo, 20 años; dos trabajadores informales.

El 9 de septiembre por la noche Freddy fue a la estación de TransMilenio 21 Ángeles a recoger un amigo que, al igual que él y yo, es de Cúcuta. Bueno, yo había de quedado de recogerlo a las 7:30 p.m. al muchacho ese, pero estaba ocupado y no pude contestar el teléfono. Entonces él optó por llamar a Freddy porque no conocía a nadie más. 

[Freddy vivía en Casa Blanca, a unos 15 minutos de esa estación de buses].

Al rato, entre las 8 y las 8:30 p.m. me encontré con ellos y les pedí que me acompañaran a recoger una chaqueta por el barrio Aures, en la localidad de Suba. Freddy no quería ir. Tenía afán de devolverse para la casa porque al día siguiente iba a madrugar, entonces quería ir a la casa a terminar de preparar el almuerzo y el desayuno. Yo le insistí, le dije que le daba plata para que almorzara al día siguiente y me acompañó.

Ya íbamos de regreso para la casa y en la calle 132D #104 del barrio Alcaparros nos encontramos con los disturbios. Sobre la Av. Ciudad de Cali venían manifestantes hacia el occidente. Hacia el oriente llegó un camión lleno de policías. Nosotros nos quedamos mirando lo que estaba pasando y vimos cuando los policías comenzaron a disparar. Salimos a correr pero Freddy recibió un disparo. Eran como las 10 p.m.

Una señora (que vivía en una de las casas que están cerca al lugar donde le dispararon a Freddy) nos dijo que entráramos a su casa mientras esperábamos una ambulancia. En un momento ella salió con las manos arriba y le dijo a la Policía que teníamos a un herido, que por favor nos ayudaran y ellos no le creyeron. Le dijeron que no le iban a salvar la vida a un vándalo.

Sobre la Av. Ciudad de Cali venían manifestantes hacia el occidente. Hacia el oriente llegó un camión lleno de policías. Nosotros nos quedamos mirando lo que estaba pasando y vimos cuando los policías comenzaron a disparar. Salimos a correr y Freddy recibió el disparo. Eran como las 10 p.m.

Esperamos 15 minutos por una ambulancia que nunca llegó. En medio del desespero lo sacamos a la Av. Ciudad de Cali y pedimos ayuda. Lo subimos a una moto pero estaba muy pesado, no pudimos balancearlo. Pedimos un taxi y nos fuimos al Hospital de Suba, a unos 10 minutos de ahí. Llegó sin signos vitales al hospital.  

Cuando nos dijeron que se había muerto cogí un taxi hasta mi casa y ahí llamé a Valentina, la hermana mayor de Freddy, para avisarle lo que había pasado. Eso fue como a la una o dos de la mañana. Ella como que ya lo presentía, le dije: “mira Vale es que Freddy…” y de una se agarró a llorar.

Fuimos al hospital a que ella reconociera el cuerpo. Había otra familia haciendo escándalo porque al parecer había otro muerto. Llegaron policías que resultaron ser compañeros de Valentina y le ayudaron para que pudiera entrar a reconocer el cuerpo de su hermano.

Freddy recibía turno a las seis de la mañana del 10 de septiembre. Los compañeros del trabajo lo estaban esperando cuando yo pasé a las 6:30 a.m. a avisarles que lo habían matado en la protesta. Al principio no me creyeron, luego se pusieron tristes, llamaron a la empresa y ya.

***

— Mano, ¿tú conocías al celador que mataron, cierto?

— Sí, ese era panita mío. Calidad ese chamo.

— Yo no lo conocía bien, pero me regañaba si me acercaba mucho a la gente que iba pasando.

— Sí, él se la pasaba aquí echando broma, mano. Él trabajaba aquí tranquilo [por la carrera 91], bacano. Una buena persona.

— Jajaja, sí, nos molestaba y echaba chistes.

 — Era el más joven de todos los vigilantes del centro comercial [Subazar, donde trabajaba Freddy].

— Yo me enteré que se había muerto al siguiente día [10 de septiembre] porque no llegó a turno. Ese día le tocaba en la mañana y no llegó. 

— Yo me enteré porque lo pasaron por las noticias.

— Todos los días iba a esa caseta [llamada Encuentro, frente al centro comercial Subazar] a comprar un cigarrillo y a calentar su almuerzo. 

— Sí, y comía ahí o se sentaba a almorzar en el parque [a media cuadra de la caseta, por la  calle 145a].

— Queda uno sin palabras…

***

Esa noche iba de Aguachica, Cesar, hacia Cúcuta por un sector que se llama Caracolí del Magdalena medio. Estaba sin cobertura de señal en el celular y me enteré hasta el otro día por medio de mi esposa, porque a la hermana de Freddy la llamaron y le tocó ir al hospital a reconocerlo.

No sé mucho de lo que pasó. Lo que mi hija me dijo es que llamó a la mamá, a eso de las 10:30 p.m.: “mamá, mire la hora que es. Freddy dejó la comida y no llega. Estoy angustiada. No sé qué le pasará a Freddy y aquí dejó el teléfono”.

La Policía trajo el cuerpo de Freddy en un avión ese domingo. Mi hija es policía y pidió su colaboración. El entierro fue el domingo [13 de septiembre] en Jardines de La Esperanza en Cúcuta. Muchísima gente quedó por fuera por el problema de la pandemia.

Son cosas que no podemos tildar: ni todos somos buenos ni todos somos malos. No podemos justificar a nadie ni señalarlos a todos. Si yo señalo a la Policía de “mala” entonces mi hija sería mala.

***

Yo me enteré el 10 de septiembre como a la una de la mañana. Mi prima Valentina, la hermana mayor de Freddy, me llamó a decirme que había visto unos “estados” en las redes sociales de amigos de Freddy que contaban que lo habían matado. Me levanté de la cama alterada, le escribí a uno de los gemelos, también hermanos de Freddy, y le pregunté qué había pasado. 

Me dijo que sí, que a Valentina la había llamado un amigo que estaba con él y le contó lo que pasó y le dijo que Freddy había llegado al Hospital de Suba sin signos vitales. El amigo estaba muy mal, dijo que se le había muerto en las manos. 

Lo que pasó no quiere decir que todos los policías son iguales. Mi prima es policía y ella no es igual a esas personas que tomaron la decisión de quitarle la vida a mi primo. Yo creo que es mejor no hablarle a mi prima Valentina. Está muy dolida. A ella le dio muy duro en el sentido que ella compartía todo con Freddy, vivían juntos y su mamá le decía “cuídemelo”. Es muy duro que una persona de tu mismo trabajo, por decirlo así, haya tomado esa decisión.

El traslado del cuerpo fue el mismo día que lo enterramos, el domingo 13 de septiembre. Llegó acá al aeropuerto Camilo Daza, en Cúcuta, sobre las 10:30 a.m.

Lo que pasó no quiere decir que todos son iguales. Mi prima es policía y ella no es igual a esas personas que tomaron la decisión de quitarle la vida a mi primo.

Él era una persona muy divertida, carismática. Nos hacía reír mucho, era muy alegre. Saber que equis o ye persona decidió quitarle la vida es un dolor muy grande que deja en la familia. Lo que más nos duele es que él no era un vándalo. Y yo digo: así sea un vándalo es una persona, es un ser humano y hay que ayudarlo. Queremos alzar la voz para que se haga justicia por la muerte de mi primo. Creo que esa no era la manera de morir, para nadie, porque los policías le dijeron que no lo iban a ayudar. Eso le costó la vida a Freddy. El 9 de octubre iba a cumplir 21 años.

Técnica y tratamiento: Los monólogos de esta historia fueron construidos a través de entrevistas. Los testimonios brindados por los familiares, amigos y conocidos entrevistados recibieron un tratamiento de edición de estilo y se agregaron algunos datos de contexto como fechas, lugares, horas, direcciones y distancias.
Reportería: Miércoles, 16 de septiembre (10:25 a.m. – 3:40 p.m.) Jueves, 17 de septiembre. (3 p.m. – 5:40 p.m.)
Fecha de las entrevistas: Entrevistas telefónicas y por Whatsapp: miércoles 16, jueves 17, viernes 18 y sábado 19 de septiembre.
Lugar de las entrevistas: Centro Comercial Subazar (Cl. 145 #91-34), CAI del barrio Aures, Suba. Lugar donde Freddy recibió el impacto de bala en el barrio Alcaparros(a cinco minutos caminando desde el CAI). Se hicieron llamadas telefónicas a familiares en Cúcuta. También se consultaron más detalles a través chats de Whatsapp.
Autora: Ingrid Ramírez Fuquen (@_iramir_)

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