Las pruebas «engavetadas» por el juez de Santiago Uribe Vélez
(17/11/2024)
Por Sergio Mesa Cárdenas
El juez Jaime Herrera Niño, del Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, quien tuvo a su cargo durante tres años y medio la dirección del juicio del hacendado y caballista Santiago Uribe Vélez, luego de una mora judicial de tres años, nueve meses y cuatro días, libró la sentencia primera instancia y absolvió de los dos delitos por los que fue imputado el procesado: concierto para delinquir homicidio agravados.
El procesado Santiago Uribe Vélez, en la indagatoria que rindió ante la Fiscalía el 17 de octubre de 2013, representado por el abogado Jaime Granados, dijo:
Yo no he conformado grupo paramilitar alguno, ni en La Carolina, ni en Yarumal, ni en Guacharacas. No conocí al señor Camilo Barrientos. No tuve relación con Yarumal sino hasta el 1° de octubre de 1994 cuando asumí el cargo de administrador general de La Carolina. No tengo absolutamente nada que ver con los acontecimientos ocurridos en Yarumal.
La sentencia de 218 páginas (ver), en la cual se tuvieron en cuenta 77 testigos, los cuales fueron valorados por el juez para tomar una decisión en derecho, sorprendentemente dejó por fuera tres testimonios que fueron recaudados por investigadores: Reinaldo Roa Gómez y Didier Oswaldo Torres Gómez, adscritos a la Fiscalía Delegada contra la Criminalidad Organizada, quienes apoyaron al Fiscal Décimo Delegado ante la Corte Suprema de Justicia, Carlos Ibán Mejía Abello. Los testimonios son de tres trabajadores de la hacienda La Carolina para el año 1995: 1) José Leonel Restrepo Rodríguez (1) y (2), 2) Lilia Estela de Jesús Mesa de Pérez (ver) y 3) Marco Tulio Mesa García (ver).
Los tres testimonios, los cuales fueron analizados de forma objetiva por la Fiscalía, dan cuenta de tres aspectos que no fueron valorados por el juez Herrera Niño: a) prueban la presencia de hombres armados en la hacienda La Carolina; 2) prueban la presencia de varios alias: Rodrigo, Pelusa, Sabino y Albeiro, quienes aparecen mencionados en el expediente de Los Doce Apóstoles como presuntos sicarios; y 3) se mencionan conductas delictivas al interior de hacienda La Carolina. Así quedó consignado en los alegatos de conclusión del fiscal Mejía Abello:
[…] contamos con nuevos testimonios que vinculan al señor Santiago Uribe Vélez con integrantes reconocidos del grupo paramilitar de “Los Doce Apóstoles”, particularmente con alias “Rodrigo” o “El mono”, pero también con otro criminal reconocido de dicho grupo como fue alias “Pelusa”, amén de que empleados de dicha hacienda también son mencionados como paras (sic).
Primera denuncia: declaración reservada del testigo 002
Alexander de Jesús Amaya Vargas, agente de policía del Distrito de Policía Nº 7 de Yarumal, quien declaró el 7 de junio de 1996 ante la Fiscalía como testigo reservado 002 (declaración), dijo sobre la presencia de sicarios de Los Doce Apóstoles en la hacienda La Carolina:
Está un muchacho Rodrigo que no le sé el apellido, que se consigue en las partes en que él se mantiene en la hacienda La Carolina que queda por la vía para Ituango; también se mantiene en una finca que queda pasando el peaje de los Llanos de Cuivá, a doscientos metros, a mano izquierda, en una casa anaranjada, yendo para Yarumal; también en otra finca que queda antes de llegar a las partida de Ituango, hay una finca que queda mano izquierda, en una entradita ahí se mantiene también este Santiago, que Santiago es el que más mantiene ahí; a mí me decían que Santiago era el hermano del actual Gobernador de Antioquia. Este muchacho Rodrigo también se mantiene en la finca de Álvaro Vásquez, que es antes de llegar a La Carolina (…) le dicen El Mono (…) es de una vereda que se llama El Cedro de Yarumal; él es el operativo, es de los que hace los trabajos (sic).
Menciona más adelante el testigo Amaya Vargas a alias Pelusa:
“También está Pelusa que se mantiene con ellos pero más que todo se mantiene mucho en la hacienda La Carolina, él es monito, bajito, tendrá por ahí unos treinta años más o menos, de buen físico” (sic).
Los Botero, Rodrigo y la finca La Isla
La finca de “casa anaranjada”, que queda pasando el peaje del corregimiento de Llanos de Cuivá, sería La Isla, que pertenecía a los Botero, una familia de paperos del Oriente antioqueño. Sobre los Botero, le dijo el teniente Juan Carlos Meneses a Olga Behar en El clan de Los Doce Apóstoles: “Era una gente de apellido Botero, unos duros de La Ceja, eran cultivadores y comerciante de papa, pero también manejaban narcotráfico”.
Sobre alias Rodrigo y su presencia en la finca La Isla, me dijo el exparamilitar Rodrigo Pérez Alzate, alias Julián Bolívar, a quien han confundido con Jorge Alberto Osorio Rojas:
“Yo conocí a Rodrigo cuando [él] tenía un grupo de ocho o nueve hombres en los Llanos de Cuivá, en la finca La Isla, de una familia Botero. Ese es el Rodrigo que yo conocí”.
La familia Botero, siendo el patriarca familiar “Pacho” Botero, de La Unión, Antioquia, ha extendido sus dominios al sur del departamento de Córdoba, donde se radicaron en mediados de la década del noventa y, además de ser ganaderos, siendo tradicionalmente, paperos, comenzaron a vincularse con el paramilitarismo. José Roque Botero Botero (ver hilo de X), sobrino-yerno de “Pacho” Botero, quien se casó con su prima hermana Ilusión Botero, además de ser alcalde de Puerto Libertador –suspendido del cargo en 1993 (ver)–, promovió el paramilitarismo a través de su convivir Renacer (ver), por lo que en la condena que la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín, con ponencia del magistrado Rubén Darío Pinilla Cogollo, profirió contra el Bloque Córdoba, de Salvatore Mancuso, alias Mancuso, ordenó que se le investigara (ver). Los Botero ni siquiera son mencionados en la sentencia de Santiago Uribe Vélez.
Curiosamente, el 17 de junio de 2024, el exalcalde-paramilitar José Roque Botero Botero coincidió con el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el abogado Abelardo De la Espriella –de espaldas– en una subasta ganadera en un municipio de Córdoba (foto).
Jorge Alberto Osorio Rojas: Rodrigo o El Mono
A lo largo del tumultoso expediente de Los Doce Apóstoles es mencionado de manera insistente por varios testigos el alias de Rodrigo o El Mono. Este alias, según está documentado, corresponde a Jorge Alberto Osorio Rojas, quien sería el encargado del accionar criminal del grupo rural de las Autodefensas del Norte Lechero o Los Apóstoles. La Fiscalía lo investiga dentro del proceso de radicado 14044. La identidad de alias Rodrigo quedó al descubierta al encontrar un documento de identificación (Libreta Militar) en el allanamiento (acta) que realizó el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el 8 de abril de 1994, al Comando de Policía en donde encontró el mecanismo de operación entre los comandantes el Distrito de Policía N° 7 de Yarumal, Pedro Manuel Benavides Rivera y Juan Carlos Meneses Quintero. Así lo declaró Meneses ante la Fiscalía:
Tenía[mos] una habitación contigua a la Estación de Policía, la cual permitía el acceso hasta esas dependencias, sin tener que ingresar por la puerta principal. Con ello se garantizaba que la ciudadanía no se enterara de los vínculos delincuenciales entre Los Lecheros y la Policía.
La habitación era en realidad un apartamento que había sido arrendado a Jorge Alberto Osorio Rojas por el abogado Norberto Duque Naranjo (contrato), siendo el fiador solidario para garantizar el pago del canon de arrendamiento, el comerciante Álvaro Vásquez Arroyave (fiador), dueño de la finca El buen suceso, mencionada por Amaya y Eunicio Pineda Luján como sitio de reunión de Los Doce Apóstoles, y también propietario del restaurante San Felipe, sitio de reunión de los comerciantes y policías para coordinar acciones en el área urbana.
Los tres extrabajadores de la hacienda La Carolina
En los alegatos de conclusión que la Fiscalía presentó en el juicio se resalta lo siguiente en cuanto al aporte del testimonio de los tres extrabajadores de la hacienda La Carolina, quienes conocieron las actividades diarias otros trabajadores y asiduos visitantes de la hacienda:
[…] aunque Santiago Uribe Vélez quiera mostrar desconocimiento sobre que integrantes de la organización armada, especialmente alias “Rodrigo”, “Pelo de chonta” y “Pelusa”, permanecían y operaban desde su propiedad, está claro que ello fue así y que él lo sabía al punto de interactuar con varios de ellos, según lo relataron empleados de la propia hacienda; entre otras porque se trata de una circunstancia relevante que también fue ratificada por: (i) Integrantes de “Los Doce Apóstoles” como Juan Carlos Meneses Quintero, Alexander De Jesús Amaya Vargas y Olguán de Jesús Agudelo Betancurt; (ii) Empleados de la Hacienda La Carolina como Lilia Estela de Jesús Mesa de Pérez, José Leonel Restrepo Rodríguez y Marco Tulio Mesa García y; (iii) Víctima del accionar delictivo de “Los Doce Apóstoles”, como Eunicio Pineda Luján.
José Leonel Restrepo Rodríguez –ordeñador–
La declaración del trabajador José Leonel Restrepo Rodríguez fue tomada en el corregimiento de Llanos de Cuivá, dentro de las labores de entrevista a los trabajadores de la hacienda La Carolina, “teniendo en cuenta el listado enviado por el señor Santiago Uribe Vélez de sus trabajadores para el año de 1995”. De la entrevista se resalta lo siguiente:
(Minuto 3:36 – 4:05) Preguntado: ¿Usted trabajó en la hacienda La Carolina? Responde: Sí, yo trabajé allá en el 95. Preguntado: ¿Cuánto tiempo duró laborando allá? Responde: Yo duré, no recuerdo bien, pero casi 10 o 11 meses, no recuerdo bien la fecha. Preguntado: ¿Cuál era su labor? Responde: Mi labor era ordeñador y cuidaba también unos caballos, picaba pasto, todo eso, para los caballos. Preguntado: ¿Quiénes eran los jefes inmediatos suyos en esa época? Responde: En esa época, trabajando dentro de la misma allá, eran Carlos Serna, Albeiro, pero no recuerdo bien el apellido, era Rojas, no recuerdo bien, era…, don Libardo. Preguntado: ¿Quién más era? Responde: ¿De jefes inmediatos? Preguntado: ¿Quiénes eran? Hay unos inmediatos, los superiores quiénes eran. Responde: Esos y don Santiago, también cuanto llegaba me daba orden también. Preguntado: ¿Quiénes eran los dueños de hacienda La Carolina? Responde: Que yo me recuerde hay don Santiago, era el que siempre se mentaba de…, también otro señor, pero también se mentaba a don Álvaro. Preguntado: ¿Álvaro qué? Responde: Uribe.
Al ser preguntado por otras personas que laboraban en La Carolina, realizando diferentes actividades, menciona inicialmente a Gabito (minuto 5:44-5:52), de quien dice que “no recuerda el apellido de Gabino y trabajaba y que era como vigilante”. Al ser preguntado por Sabino Puerta (minuto 8:00) trata de hacer memoria y por fin recuerda que Sabino es la misma persona a quien él llamaba como Gabino.
(Minuto 10:30 – 10:41) Preguntado: Manifieste si usted conoce o conoció a Jorge Alberto Osorio Rojas, que el decían el Mono de los Llanos o Rodrigo. Responde: Sí. Preguntado: ¿Lo conoció? Responde: Sí. Preguntado: Hace cuánto lo conoció. Responde: Que lo conocí a él en el tiempo en que trabajé allá en La Carolina, hace por ahí 18 años. Preguntado: ¿Usted sabe dónde se encuentra él en este momento? Responde: No. Allá lo vi, pero después de que salí de La Carolina lo seguí viendo, si se puede poner por ahí unos 14 años. Preguntado: Lo siguió viendo por acá por este lado. Responde: Sí, que ya fue cuando lo hicieron ir de por acá. Preguntado: ¿A él por qué lo hicieron ir? Responde: Pues por lo mismo que hacía sus cosas por ahí… y hacía por ahí sus cosas por ahí… que estaba con Pelusa, con el mismo Sabino y con toda esa… de cuestiones de ganado. Ya por eso situación lo hicieron ir por eso.
Sobre la presencia de alias Rodrigo en la hacienda La Carolina dijo:
(Minuto 12:23 – 12:54) Preguntado: ¿Él frecuentaba mucho la finca La Carolina? Responde: Sí. Preguntado: ¿Él qué hacía allá? Responde: Él casi llegada… cuando él llegaba cogía un caballo, salía por allá para un lugar que tenía unos animales, eh… cargaba otro caballo y cargaba el cuido, cuando don Santiago no estaba. Llevaba cargas de cuido para allá… junto con Pelusa y con Sabino.
Al ser interrogado por alias Pelusa dijo:
(Minuto 12:54-13:22) Preguntado: ¿Cuál es el nombre de Pelusa? Responde: Ahí si no. Yo lo llegué a escuchar, pero no me acuerdo el nombre de él. Preguntado: ¿Pelusa con quién trabajaba? Responde: Pelusa trabaja por ahí con algunos Boteros. Preguntado: Los Botero, ¿sabe los nombres de los Botero? Responde: Yo no me recuerdo de ese señor… los Botero… tenía la finca allí abajo en el peaje. No recuerdo el nombre de él.
“Pelusa tenía una cocina de coca”
(Minuto 12:54-13:22) Preguntado: ¿Con quién trabajaba Pelusa en este sector? Responde: Con los Boteros, con uno de los Botero trabajaba. Preguntado: ¿El qué hacía allá con los Boteros? Responde: Pues no sé porque él se mantenía pa’ allá y pa’ acá en una moto. Preguntado: ¿Él se mantenía entre la finca de los Botero y La Carolina o cómo era? Responde: Es que, vea… en ese tiempo, si era antes de yo llegar, yo lo había visto ya con otros compañeros de él. Preguntado: ¿Quiénes eran? Responde: Pero no los conozco porque eran… pasaban de pa’ allá de donde trabajé… pasaban ello. En ese tiempo ellos tenían una cocina de coca… en un lugar… entonces él… ellos estaban. Preguntado: ¿Quién, Pelusa? Responde: Eran como paramilitares. Preguntado: ¿Quiénes estaban, quiénes iban, a quiénes veía usted pasar? Responde: Al que veía mucho… al Pelusa, no más, ya los otros… Preguntado: ¿Y esa cocina de coca dónde la tenían? Responde: De aquí de los Llanos como a una hora o cuarenta y cinco minutos… en ese tiempo eso lo cogieron, lo cogió la policía. Preguntado: ¿Eso lo desmanteló la Policía? Responde: Ujum.. entonces ahí es donde conocí a el Pelusa.
El testigo y extrabajador José Leonel, en la medida en que avanza la entrevista, va hilando detalles de algunas acciones de control por parte de Pelusa y Sabino:
(Minuto 13:42-14:56) Allá [en La Carolina] casi los que yo distinguía eran todos estos… lo que le digo: Rodrigo, Pelusa, Sabino, otros que a veces llegaban en la noche, llegaban en la noche y a veces pasaba pues cosas… pasaban personas que no tenían que ver con nada y los cogían y les quitaban hasta la ropa. Preguntado: ¿Quiénes los cogían y por qué les quitaban la ropa? Responde: Los mismos… por que pensaban que eran delincuentes o algo así, o eran guerrilleros. ¿Quién hacía eso? Responde: Lo hacía Sabino, Pelusa y con otros más acompañantes que no los podía ver yo en la noche. Preguntado: ¿Las personas que pasaban por ahí en horas de la noche los cogían y los metían a la finca y los desnudaban? Responde: No… ehhh… en la finca… sí… porque la finca va hasta por allá muy allá hay un monte, y allá hasta allá los perseguían, hasta allá los llevaban y allá les quitaban los pantalones. Yo llegué a encontrar ropa allá. Entonces ahí estaban. Eso pasaba siempre muy frecuente porque yo viví a la orilla en toda la casa en la carretera.
La declaración está llena de detalles que el juez Jaime Herrera desconoció y que sirven para demostrar las actividades ilegales que se cometían en La Carolina:
“[…] pasaban por ahí al mediodía voliando plomo”
(Minuto 15:18 -15:37) Albeiro, según el testigo José Leonel, hacía disparos dentro de la hacienda: “llegaban así personas o pasaban por ahí personas, de pronto se escondían por allá en un lugar y hay veces pasaban por ahí al mediodía voliando plomo ellos mismos. Preguntado: ¿Quiénes son ellos? Responde: Albeiro, que le digo que también está Sabino, Rodrigo, Pelusa”.
“[Don Santiago] no sabía”
(Minuto 15:38-17:10) Preguntado: ¿Don Santiago sabía de las actividades de estos que cogían la gente? Responde: No, no sabía, porque… ya que fuera informado por teléfono, pero no llegaba. Él cuando llegaba ahí las cosas eran muy normales… cuando llegaba. Cuando él llegaba sí había… que llegaba… él lo… como es que se dice… cuando él salía en las bestias, en los caballos, sí salían algunos con ellos. Preguntado: ¿Quién salía con don Santiago con las bestias? Responde: Sabino, él era el principal ahí, y Rodrigo. Preguntado: ¿Quién más? Responde: Pelusa y otro man, pero no sé, ese sí pasaba como ventarrón por ahí y llegaba a un lugar y no sé… y de más personas no no sé… pasaban pues porque yo me iba a ordeñar y yo los encontraba con ellos. Preguntado: ¿Cuándo iba en los caballos? Responde: Ujum… eran los acompañantes de don Santiago… y pues con sus [hace un movimiento con su dedo índice y murmura] sus armas [tienen que protegerlo –comenta el investigador–] sí… Entonces él llegaba ahí y pasaba la parte… ellos cuando se iban pa´ lejos… ya pa´ allá… no se atrevían a irse muy lejos, pero se iban con él hasta cierta parte, por allá pa’ los lados de donde vivía este Nelson Monsalve.
“Rodrigo llegaba normal cuando estaba Santiago”
(Minuto 21:08-21:38) Preguntado: ¿Rodrigo conocía a don Santiago y don Santiago conocía a Rodrigo? Responde: Sí, claro, ellos se conocían, porque ellos salían juntos cuando salía en los caballos. El llegaba normal allá, Rodrigo llegaba normal, cuando estaba Santiago, ahí no había que él iba con un caballo… que se iba por allá pa´ donde él se iba a coger bultos de cuido… nada… sino que él acompañaba a don Santiago… no más… junto con Sabino y Pelusa.
En el capítulo 9: Los Apóstoles, de mi libro El apóstol Santiago, menciono lo de la cocina de cocaína de Pelusa: “50) Alias Pelusa, quien también andaba con Rodrigo, Dayro y el Flaco, «se mantiene más que todo en la hacienda La Carolina, él es monito, tendrá por ahí unos treinta años más o menos, de buen físico». Pelusa habría sido identificado como el dueño de un laboratorio de cocaína que fue desmantelado por la Policía. Fue parte de los paramilitares que permanecían en San José de la Montaña al mando de Luis Alberto Tuberquia, alias Memín”.
“[Sabino] se mantenía con un arma”
(Minuto: 30:38-21:47) Preguntado: ¿Cuando usted estaba trabajando quién era el administrador y quién era el que mandaba? Responde: Carlos Serna. Ya después siguió reemplazándolo Albeiro, porque a Carlos Serna lo encarcelaron… y yo seguí con Albeiro. Preguntado: ¿Sabino qué hacía entonces? Responde: Sabino era solamente vigilando… solamente vigilando… se mantenía… por la noche se mantenía por ahí con un arma por ahí… y en el día… con una pistola ahí… que si uno se eleva se la saca. Y si, nada más hacía eso, porque yo nunca lo pillé trabajando como cosa materiales, que me ayudaba de pronto a cuidarles las bestias. Preguntado: ¿Pelusa cada cuánto iba a la finca? Responde: Pelusa cada rato iba… en semana y en fin de semana. Él llegaba en una moto y no más. Como llegaba se juntaba con Sabino y cuando de pronto llegaba Rodrigo y ya se iban juntos por ahí. Se iban para un lugar… que se llama La Lima… para ese lado era donde corrían, donde tenían como un terreno alquilado sería y tenían varios animales.
“[En un] punto […] yendo para Santa Isabel [….] encontré ropa”
(Minuto: 31:47-33:06) Preguntado: Usted hizo mención que en cierta ocasión encontró ropa de gente. ¿En dónde la encontró? Responde: Allá en un monte… yendo pa´… yo no sé cómo se llama ese punto para allá… yendo para Santa Isabel. Preguntado: ¿Eso hacía parte de la finca? Responde: Sí, pero… el monte era de la misma finca. Preguntado: ¿Cómo era la ropa? Responde: ¿Cómo era la ropa, descríbame la ropa? Responde: Bluyines. Preguntado: ¿Yines, cuántos? Responde: Zapatos, tenis… Preguntado: ¿Cuántos? Responde: A veces eran dos. Preguntado: ¿Fueron varias veces que encontró ropa ahí? Responde: Dos veces… tenis. Yo me imagino que se volaban y se iban corriendo… y les quitaban y se iban corriendo… me imagino [con ese frío tan tenaz –comenta el investigador–]. Eso lo hacían ellos… por sentirse de tal… porque es que si Santiago no estaba ahí ni siquiera en la noche, ni siquiera ese sábado, domingo. Santiago llegaba y se queda por ahí ni siquiera mediodía. Iba y hacía vuelta y pum… salía otra vez… y ellos se quedaban.
“Esos muchachos hacían desorden con armas”
(Minuto: 34:12) Era que hacían desorden… esos muchachos… hacían desorden. Preguntado: ¿Cuándo usted dice desorden a qué se refiere? Responde: Pues que digamos con armas… con esas armas y todo eso… y pasaba una persona y entonces hacían eso, lo cogían, lo tenían en el piso, le quitaban los papeles. ¿Las personas que iban pasando por La Carolina los cogían…? Preguntado: Pasaba cada rato eso. Hubo una ocasión que un muchacho si vivía por ahí… no se sabe… ahí está pa´ sabese… puede ser perseguidores de ellos… pero sí llegaban a veces y se quedaban por allá en un lugar resguardados… otras veces paraban un bus. En una ocasión que se metió un man y se escondió porque sabía que había gente ahí… venía. Entonces veía la buseta y pum… ese man hizo parar esa buseta y lo sacó de allá de esa buseta. Preguntado: ¿Cuál man hizo eso? Responde: Sabino… lo sacó y lo puso contra el piso… los papeles… y así. Eso nos daba temor. Preguntado: ¿Eso infundía temor entre los trabajadores? Responde: Sí…pero eso no era orden de Santiago, porque cuando Santiago estaba ahí eso eran todos como muy sumisos… eso pasaba. Cuando Santiago no estaba la cosa se ponía de otra manera… pues… eso fue en el tiempo que yo estuve allá en ese lugar.
“Pelusa tenía un turbito […] y llevaban personas amarradas en la carrocería”
(Minuto: 37:20-38:25) En ese tiempo que le tocaba a uno ver cosas siempre pasaba… porque… Pelusa tenía un turbito por ahí. Preguntado: ¿Tenía un qué? Responde: Un carrito, un turbito pequeño. En ese turbito llevaban personas amarradas. Preguntado: ¿Pelusa tenía un turbito y tenían personas amarradas? Responde: Ese turbito decían que era de él. Preguntado: Y llevaban personas amarradas a dónde. Responde: En la carrocería. Preguntado: Ustedes vieron eso. Responde: Yo llegué a ver esa parte. Lo que pasa es que vea… Preguntado: ¿Los llevaban ahí a La Carolina? Responde: No, solamente llegaron a pasar con ellos. Llegaban ahí con el carro y salir otra vez en las horas de la mañana. Preguntado: ¿Pero ahí iba él con quién más? Responde: Ahí era difícil mirar, porque uno llegaba y veía sino el conductor. Preguntado: Y el conductor era Pelusa. Responde: Ajá.
“[…] por ahí en un lugar violaron a unas muchachas y ellos mataron las personas”
(Minuto: 38:26-39:36) Preguntado: ¿Sabe el nombre de Pelusa? Responde: No. De todas maneras había muchas… uno pillaba… porque es que vea: ellos hacían todas estas cosas… digamos: por ahí pasaban cosas, de gente que hacían mal, digamos que decían como ejemplo que por ahí en un lugar violaron a unas muchachas y ellos mataron las personas… cierto. Ellos estaban por ahí y también mataban gente que hacían daños. Preguntado: ¿Ellos eran quiénes… Pelusa? Responde: Rodrigo… y este Sabino… y otros más que no recuerdo… esos sí llegaban de relámpago por ahí. Preguntado: ¿Hacían como una especie de limpieza o qué? Responde: Eso… junto con otras galladas… eso hacían. ¿Entonces usted qué hacía? Como oían, Fulano, entonces hacían cualquier cosa, no tranquilo que eso lo arreglamos.
“[Trabajadores] sentían temor y […] salían de la hacienda […] por temor”
(Minuto: 0:39-1:08) Preguntado: ¿Sabe usted si de las personas que se hizo mención ellos amedrentaron a más trabajadores, sabe el nombre de ellos o qué conocimiento tiene usted al respecto? Responde: No, no recuerdo. Lo que era amedrentados de pronto no, sino que era que ellos sentían temor y entonces salían de la finca… salían de la hacienda… por temor de lo que se estaba viendo en ese tiempo.
“Pelusa, Rodrigo, Sabino […] Albeiro [y] señor […] era también asesino”
(Minuto: 1:09-2:21) Preguntado: ¿Desea agregar, corregir o enmendar algo a la presente diligencia? Responde: De pronto en esta situación sí… porque había mucho desorden en ese tiempo con estas personas que yo conocí y lo que era Pelusa, Rodrigo, Sabino y Albeiro, más el otro señor no lo distingo, porque ese era de los que se mantenía… era más achapado para todo eso… y era también asesino… y no sé el nombre de él, el rostro sí me recuerdo de él, pero el nombre no. Preguntado: ¿La persona que usted menciona como Albeiro él con quién trabajaba? Responde: Con Santiago. Preguntado: ¿Directamente? Responde: Sí… él era el encargado de los toros de lidia, todo eso, era el encargado de cuidar junto con Carlos Serna, eran ellos dos. Y Gabriel Rojas, que Gabriel Rojas ya desistió porque lo mataron, entonces ya siguieron ellos dos.
“Era conocido que ellos hacían [estos] asesinatos”
(Minuto: 2:23-2:56) Preguntado: ¿Algo más que agregar? Responde: Pues no, sino que lo que acabo de decir del desorden de los asesinatos que ocurrían por acá de cada una de estas personas, que tal vez sí era conocido que ellas hacían esto… los asesinatos que habían por ahí, que venían por causa de que ocurría mucho que de pronto por el dinero y por alguien que les pagaban también para que hicieran eso… Fulano… bueno… y así pasaba eso.
“Los que sacaron de La Carolina que eran sobrinos de Estela”
(Minuto: 3:00-3:40) Los que sacaron de La Carolina que eran sobrinos de Estela, dicen pues que ellos habían atracado en un carro o algo así… y entonces los sacaron una noche y los torturaron muy bastante… feamente los torturaron… Preguntado: ¿Y a ellos qué los asesinaron o les tocó irse de acá de la región? Responde: ¿A quiénes? Preguntado: A los sobrinos de Estela. Responde. No… esos sobrinos fueron los que sacaron y los mataron… los que torturaron bastante y fueron muy torturados… y después que los torturaron les dieron de a tiro… eran los sobrinos de Estela. Preguntado: ¿Sabe los nombres de ellos? Responde: No.
Carlos Guillermo y Omar Darío Mesa Torres: “los sobrinos de Estela”
La madrugada del 10 de julio de 1993, cerca de la 1:00 pm, Carlos Guillermo y Omar Darío Mesa Torres, quienes eran trabajadores de la hacienda La Carolina, fueron sacados de su casa y días después encontraron sus cuerpos. Ómar Darío, de 22 años, soldado regular, fue sacado de su casa en la vereda Santa Isabel, en la vía que conduce del corregimiento de Llanos de Cuivá al municipio de San José de la Montaña; Carlos Guillermo, de 33 años, vivía en una casa de La Carolina con su esposa y su hija. Este fue el reporte inicial
Los homicidas salieron con Ómar Darío y Alirio Restrepo, quien a pocos metros de la casa fue liberado. Luego los hombres abordaron varios vehículos y salieron hacia La Carolina [de propiedad de los Uribe Vélez], en donde sacaron a la fuerza a Carlos Guillermo Mesa [Torres] y según versiones de sus familiares se lo llevaron sin camisa junto a su hermano. La esposa de la víctima manifestó que a eso de la 1:00 de la mañana llegaron los hombres y golpearon fuertemente la puerta y preguntaron por Carlos Guillermo, éste abrió la puerta y lo obligaron a salir [Informe del CINEP tomado del libro El apóstol Santiago].
“A nosotros nos enseñaron a ver, escuchar y callar”, me dijo un familiar de los hermanos Mesa Torres en una entrevista en octubre de 2021. El papá, César Augusto Mesa Mazo, llegó a trabajar en 1982 a la hacienda La Carolina con Alberto Uribe Sierra, padre de los Uribe Vélez. Carlos Guillermo era un trabajador raso de la hacienda, prestando guardia con radioteléfonos en los alrededores de la finca. “A él le decían que tenía que informar cualquier novedad que pasara en los alrededores a través del radio”, me dijo su hermana.
El padre de los hermanos Torres Mesa, César Augusto Mesa Mazo, habría ido hasta el sitio donde encontraron los cuerpos de sus hijos para clavar una cruz y poner una ofrenda floral como calvario, siendo sorprendido por dos hombres que le indagaron por qué estaba en el sitio y cuál era su parentesco con los muertos:
“El 1° de septiembre regresó a la casa de la familia Mesa Torres un grupo de hombres armados a bordo de una motocicleta y un automotor [serían seis hombres —según la familia—], esta vez preguntando por el padre de las víctimas [ ] al parecer habría logrado huir por la parte trasera de su casa” [Informe del CINEP tomado del libro El apóstol Santiago].
César Augusto, al notar la presencia de los dos hombres en motocicleta, salió por la parte trasera de la casa y se escondió en el monte. Los hombres, al no recibir respuesta de su paradero, le dieron un tiro de gracia al perro de la casa, «como advertencia para que se quedara callado». Él regresó a la casa en la mañana, tomó algunas pertenencias y abandonó a su familia. Volvería cinco años después, cuando se encontró con una persona, cruzando un semáforo en Medellín, que le dijo que volviera a su casa, que no le iba a pasar nada. Murió en 2019 esperando justicia para sus hijos.
Otros dos trabajadores muertos en “extrañas circunstancias”
Santiago Uribe Vélez, en la indagatoria de 2013, en la cual el fiscal del caso se opuso a que el abogado Orlando Bernal Morales se acreditada como parte civil de Manuel Vicente Varelas, quien murió en “extrañas circunstancias” dentro de la hacienda La Carolina, respondió al ser interrogado por el fiscal sobre la muerte de los trabajadores Carlos y Darío Medina:
(Minuto: 2h:33:31-2h:38:00) Preguntado: Dígale a la Fiscalía si existe la posibilidad que en la hacienda La Carolina se hayan ejecutado actos criminales por parte de personas ajenas a usted y que usted no lo haya advertido. Contestó: No creo señor fiscal. Por el año 93 encontramos muertos a Carlos y Darío Medina, trabajadores de La Carolina, nunca supimos exactamente las causas. Los rumores de su muerte fueron que era que hacían parte de una banda de robo de ganado. Gabriel Pino me manifestó en su momento que Carlos andaba en ese entonces con un revólver en la cintura. En 1993 se dio el insuceso de la muerte de Manuel Vicente Varelas, quien llegó a La Carolina con seis o siete compinches, gritando somos Los Compas, y seguramente de matar a Gabriel Pino, quien temía por su muerte por haber denunciado ante el coronel Bedoya, del Ejército, las extorsiones corroboradas de las que estábamos siendo objeto del guerrillero del ELN alias Álvaro. La siguiente tragedia fue la muerte de Gabriel Pino, asesinado en la madrugada del 23 de agosto de 1994 cuando estaba en su casa de finca aledaña a La Carolina.
Lilia Estela de Jesús Mesa de Pérez –empleada doméstica–
La señora Lilia Estela Mesa, de 60 años, trabajó durante 13 años en la hacienda La Carolina, siendo su domicilio en el corregimiento de Llanos de Cuivá, en Yarumal. En la entrevista que rindió el octubre de 2017 dijo lo siguiente:
(Minuto 2:51-4:16) Preguntada: Indíquenos si usted trabajó en la finca La Carolina. Responde: Sí, en la finca La Carolina me tocó trabajar a mí, allá trabajé siete años, porque uno necesitada de platica, entonces a mí me tocó levantar los hijos. […] Preguntada: Indíquenos quiénes eran sus jefes inmediatos. Responde: Los jefes inmediatos eran, pues el patrón don Santiago, el mayordomo Gabriel Pino y Carlos Serna.
Al ser interrogada si conoció a Jorge Alberto Osorio Rojas o alias Rodrigo dijo:
“El Paisa […] trabajaba como compañero de El Mono”
(Minuto: 8:18-9:19) Preguntada: ¿Usted conoció a Jorge Alberto Osorio Rojas? Responde: No. Preguntada: ¿Que le decían El Mono? Responde: Ah, a ese señor sí lo distinguí acá en los Llanos, un señor él cachetón, cacheticolorado él, más bien mala clase. Preguntada: ¿El qué hacía o a qué se dedicaba? Responde: A mí me decían que él se mantenía en La Carolina y acá en los Llanos. Preguntada: ¿En La Carolina qué labor desempeñaba él? Responde: Pues que cuando estaba el… llegaba pues don Santiago él estaba allá. Preguntada: ¿Usted conoció al señor Iván Darío Gallego? Responde: No, a ese señor no. Preguntada: Que le dicen El Paisa… Responde: Ah, a El Paisa sí lo distinguí yo, él trabajaba como compañero de El Mono… o no sé… ellos se relacionaban que mucho, El Paisa y El Mono.
“Pelusa [iba] de los Llanos a La Carolina y de La Carolina a los Llanos”
(Minuto: 9:21-9:40) Preguntada: Otra persona que le decían Pelusa. Responde: Pelusa también, Pelusa acá en los Llanos… y de los Llanos a La Carolina… y de La Carolina a los Llanos. Preguntada: ¿Usted sabe el nombre de este señor Pelusa? Responde: No. Siempre por Carlos, Pelusa o que el nombre que Carlos, no sé si ese será el nombre de él.
“[El Paisa] trabajaba siempre de compañero con Pelusa”
(Minuto: 10:37-12:06) Preguntada: ¿Con quién trabajaba El Paisa? Responde: Él trabajaba siempre de compañero con Pelusa… y también lo demás allá en La Carolina… ellos eran como gallada. Preguntada: Pelusa… cómo era Pelusa, descríbame a Pelusa. Responde: Vea, Pelusa es bajito, robustico él y hoy en día debe estar panzoncito o robusto… ya está robusto… él era flaquito, pero ya está robustico, él es monito, de sombrero a toda hora y chaqueta… y de botas. Preguntada: ¿Él trabajaba con quién? Responde: Que trabajaba en La Carolina, sería con don Santiago ahí. Preguntada: ¿Trabajaba con otra familia? Responde: No… de La Carolina a los Llanos. Preguntada: ¿Pelusa solamente trabajaba en los Llanos? Responde: En La Carolina y de pronto también con los Botero… nombraban los Boteros… él trabajó mucho con los Boteros. Preguntada: ¿Esas tres personas que labor desempeñaban en La Carolina de lo que usted llegó a percibir? Responde: Uno siempre los veía allá, así como le digo, de sombrero por ahí así… tan pronto llegaba el… siempre que iba a llegar… ese don Santiago siempre estaban listos ahí… y eso se perdían a darle vuelta a la finca… que iban a darle vuelta a la finca… eso oía decir yo… que salían a caballo… y no los volvía a ver. Yo salía a por la tarde y ellos sin dentrar de darle vuelta por ahí dizque a la finca.
“creía yo que Los Doce Apóstoles […] eran cosas buenas de la iglesia”
(Minuto: 12:34-13:07) Preguntada: ¿Usted escuchó hablar de un grupo denominado Los Doce Apóstoles? Responde: Por ahí sí escuchaba yo que estaba Los Doce Apóstoles, pero como uno no ha sido como bien estudiado, creía yo que Los Doce Apóstoles que nombraban eran cosas buenas de la iglesia, al mentar apóstoles… cuando yo ya oí comentarios como ya distintos… eh quién creía que eso era de La Carolina. Yo creía que era una palabra distinta a lo que es hoy en día.
“[Pelusa] un tiempo tuvo […] una camioneta blanca”
(Minuto: 13:09-13:37) Preguntada: ¿Usted en algún momento observó en que se movilizaban estas personas, por lo menos Pelusa, tenía algún vehículo o una moto? Responde: Esa gente siempre son de moto o carro. A veces también un tiempo tuvo un carrito… un carro blanco ahí… era una camioneta blanca. Andan más es en moto.
“tan duro ese trabajo y […] chichihuas ahí me pagaban”
(Minuto: 13:40-14:22) Preguntada: ¿Por qué se retiró de la hacienda La Carolina doña Lilia? Responde: Yo me retiré de allá ya a lo último… solamente porque uno matándose tanto allá… tanto trabajo… tan duro ese trabajo y muy poquita… chichihuas ahí me pagaban a mí Trece años aguanté así por la necesidad como le digo, ganar platica ahí par ayudarle a mi papá mismo allá en la casa, yo viviendo ahí de arrimada con los pelaítos… ahí me sostuve ese tiempo. Al salir le dije que si yo no tenía derecho pues a que me liquidara y me decía que no. Tal día hablamos, tal día hablamos, así me llevó… nada me dio.
“Armas no llegué a ver”
(Minuto: 14:23-14:49) Preguntada: ¿En algún momento notó gente armada en la hacienda La Carolina? Responde: Armas no llegué a ver porque yo barría mucha parte, arreglaba mucha parte de esa Carolina ahí como dice… piezas sí que eso… esa tal y tal pieza no las organice busté que eso lo organiza Gabriel el mayordomo, que ya murió… que lo mataron.
Marco Tulio Mesa García –alambrador–
Marco Tulio Mesa García, de 71 años, quien trabajó durante 25 años en la hacienda La Carolina, rindió declaración el 12 de agosto de 2017 en el municipio de Entrerríos. Durante tanto tiempo vio poco y escuchó poco, contrario a lo que vio y escuchó José Leonel.
“[Laboré] de 85 al 2010”
(Minuto: 2:55-3:27) Preguntado: ¿Usted laboró en la hacienda La Carolina? Responde: Sí. Preguntado: ¿Desde qué fecha hasta qué fecha? Responde: De 85 al 2010. Preguntado: ¿Para ese entonces quién era su jefes o sus jefes inmediatos? Responde: Santiago Uribe y el administrador Carlos Serna.
“[Vi a] El Mono haciendo un techo [en La Carolina]
(Minuto: 7.00-7:35) Preguntado: ¿Usted conoció al señor Jorge Alberto Osorio Roja? Responde: No. Preguntado: Le decían El Mono. Responde: Que le decían El Mono [pensativo]… no me acuerdo… una vez que yo entré yo hay lo vi haciendo un techo… al que le decían El Mono. Debe de haber sido ese.
“[Pelusa] trabajaba en la finca de los Botero”
(Minuto: 7:36–8:03) Preguntado: Al señor conocido como Pelusa. Responde: A ese también lo distinguí, pero él trabajaba en la finca… lo de acá… los Botero. él manejaba una lechera.
Marco Tulio recobra la memoria cuando le preguntan por El Mono y dice:
“[Pelusa] iba a escoltar cuando don Santiago llegaba”
(Minuto: 8:05-8:42) Preguntado: Y esa persona que conocían como El Mono que usted me hablaba, el robustico ese. Responde: Ese trabaja por hay… yo lo vi haciendo unas pesebreras. Preguntado: ¿Además de eso qué más hacía? Responde: Él daba vuelta con don Santiago. Preguntado: ¿Él daba vuelta con don Santiago? Responde: Sí. Preguntado: Pero ellos trabajaban directamente en la finca. Responde: Como que trabajaban ahí… así como en oficios varios. Preguntado: ¿Y aparte de eso qué más hacía? Responde: No más. Preguntado: ¿Y este señor Pelusa qué más hacía allá en la finca? Responde: Él iba a escoltar cuando don Santiago llegaba.
(Minuto 9:08-9:23) […] Llegaba uno ahí como por el paguito y ellos ahí común y corriente… al pie de don Santiago. Preguntado: ¿Dónde vivían ellos? Responde: Ellos se iban como para allá donde los Botero.
(Minuto 10:18) Preguntado: ¿Usted observaba pasar a don Santiago con El Mono y con Pelusa? Responde: Pasaban por ahí.
Everardo Bolaños Galindo, alias Jhon Jhon
El teniente Everardo Bolaños Galindo, alias Jhon Jhon, quien fue aliado de los paramilitares en la masacre de El Aro, Ituango, era en 1997 teniente del Ejército en el municipio de Valdivia. Al desmovilizarse, Bolaños rindió versión libre ante magistrados de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá, vinculando a la hacienda La Carolina, de propiedad de los Uribe Vélez, con actos de barbarie y la presencia de un grupo paramilitar, además de reconocer la presencia del Mono en los predios de la hacienda. En el libro El apóstol Santiago (pág. 198) está la declaración de Bolaños:
La presencia de las autodefensas era muy marcada, estaba otra parte de autodefensas en La Carolina, en los montes. La Carolina era una finca de un hermano de Álvaro Uribe de nombre Santiago Uribe. Posteriormente, en La Carolina siempre permanecía Ejército porque era la entrada hacia Ituango y ahí estaba un grupo de autodefensas; y más adelante, hacia Medellín, hacia Santa Rosa, estaba otro grupo de autodefensas lideradas por alias El Viejo; todo este grupo de autodefensas estaba en medio de la jurisdicción del batallón. Esta carretera tenía especial cuidado, porque siempre habían atentados de las guerrillas FARC o ELN. Quemaban los buses de Expreso Brasilia, se tumban un día los Brasilia y otros días los Rápido Ochoa, y en estos retenes quemaban los buses, se robaban el ganado que venía desde Montería hacia Medellín y también había presencia de delincuencia común. En la finca La Carolina, posteriormente se implementó un Centro de Instrucción y Reentrenamiento (CIR); en La Carolina hay sí había presencia permanente del Ejército, y pues ahí mismo estaba el Mono, con el grupo de autodefensas, en la misma jurisdicción de la finca La Carolina.
Carlos Enrique Serna Areiza -administrador-
El administrador de la hacienda La Carolina, según ha quedado claro en las declaraciones de los trabajadores, era Carlos Enrique Serna Areiza, a quien ellos tres llaman a secas Carlos Serna. Él, según dijo en declaración rendida en la Fiscalía el 2 de abril de 201, “no conoció a Eunicio Pineda Luján y agregó que nunca vio nada fuera de lo normal ni en La Carolina ni El Buen Suceso”. Serna Areiza estuvo sindicado y fue detenido por el asesinato de Bertulfo Aicado Areiza Chavarría. Fue de tal magnitud las imprecisiones y mentiras en las que incurrió el administrador Serna Areiza, quien fue llevado al juicio por la defensa de Santiago Uribe Vélez, el abogado Jaime Granados Peña, que al juez no le quedó otro camino que compulsarle copias para que sea investigado por el delito de falso testimonio. El testigo José Leonel Restrepo Rodríguez sí vio lo que Serna Areiza ocultó para proteger a Santiago Uribe Vélez.
La falta de valoración de estas pruebas trasladadas por la Fiscalía General de la Nación, al proceso de Santiago Uribe Vélez, configuran lo que se conoce jurisprudencialmente como defecto fáctico, es decir, el juez hizo una valoración caprichosa y arbitraria de las pruebas, por lo que este yerro deberá ser objeto de pronunciamiento por parte de la delegada de la Procuraduría, la Fiscalía y la parte civil que representa a las víctimas.
*La Tribuna es el espacio de columnas de pensamiento de nuestros analistas y expertos en Cuestión Pública. Sus contenidos no comprometen al medio.