Por: Gerald Bermúdez
Unas grabaciones en casete en las que un periodista entrevistaba a dos grandes capos que aceptaban su responsabilidad en la financiación de la campaña presidencial de Ernesto Samper, llevaron a que éste fuera juzgado por la Comisión de Acusaciones, el país fuera descertificado por Estados Unidos en materia de lucha contra el narcotráfico (vaya ironía) y algunos altos cargos, como contralores generales, fueran llevados a la cárcel.
En ninguna parte hay una foto de Samper con los Rodríguez Orejuela, los capos que hablaban en los casetes, en ninguna parte hay fotos de estos narcotraficantes enarbolando pendones o banderas del entonces candidato presidencial; y aún así el país estuvo al borde del colapso institucional llegando, incluso, a un posible Golpe de Estado que le costó la vida a Álvaro Gómez Hurtado.
En 2020, entre febrero y marzo, un testimonio y unas interceptaciones telefónicas legales volvieron a poner sobre la mesa las financiaciones ilegales a las campañas presidenciales. La prófuga de la justicia Aida Merlano y el asesinado Jorge Hernández, alias el Ñeñe buscado por ser el testaferro de Marquitos Figueroa, han sido el medio a través del cual se ha sabido que la campaña de Iván Duque habría recibido apoyo del narcotráfico para comprar votos en la Costa Atlántica.
Hay, como ya lo mencioné, grabaciones de interceptaciones telefónicas hechas por la Fiscalía en su momento; fotografías de las redes sociales del Ñeñe en dónde aparece no solo con Duque y Álvaro Uribe, sino con la interlocutora de esas grabaciones, María Claudia Daza; fotografías en donde manifiesta su apoyo a la campaña Duque Presidente; también aparece haciendo uso de aeronaves de la Fuerza Aérea Colombiana y festejando con generales de la Policía y el Ejército, entre ellos el Mayor General Ricardo Restrepo, exdirector de Antinarcóticos.
A pesar de todo lo anterior Duque no ha sido señalado por los grandes medios de comunicación, Uribe ha sido validado, por estos, en sus escasas justificaciones, nadie ha puesto en tela de juicio lo dicho por quienes aparecen en esas fotografías con el narco asesinado. Solo dos valientes reporteros, Gonzalo Guillén y Julián Martínez quienes destaparon toda esta red de conveniencias y connivencias siguen dando la lucha por hacer que se sepa lo que más se pueda así el partido de gobierno haya ido extendiendo la idea de que todo esto es una conspiración de la izquierda.
Así las pruebas digan lo contrario Duque y Uribe se han empeñado en decir que nada tenían que ver con el Ñeñe, se han empeñado en negar la realidad, en un ejercicio que es casi automático en el uribismo. La interlocutora del Ñeñe, con la que habla sobre más de mil millones de pesos para comprar votos, mano derecha del senador Uribe en su UTL renunció a su cargo y anuncia que dejará el país rumbo a Estados Unidos como lo hicieran en el pasado el prófugo ex Alto Comisionado para la Paz de Uribe, Luis Carlos Restrepo y el condenado y extraditado a Colombia exministro de Agricultura de Uribe, Andrés Felipe Arias.
Del revuelo y remezón institucional de hace 25 años no queda nada. El tema se deja de lado en las grandes cadenas informativas; los entes judiciales poco o nada demuestran que quieren hacer desde que el fiscal general actual anunciara que no iniciaría investigaciones a los señalados por fraude en las versiones de Aida Merlano; todos los que aparecen en fiestas, agasajos y vuelos en helicópteros con el Ñeñe niegan su cercanía con él. Pareciera que este es otro país o bien puede ser el mismo que ya no ve problema en que haya alianzas entre delincuentes y el aparato estatal.
Tal vez esa normalización de la relación entre el poder político y los narcos es lo que ha llevado a que los campesinos cocaleros sean declarados enemigos del Estado y se les fumigue, encarcele y asesine mientras los capos vuelan en aviones de la FAC o festejan con los directores de la Dirección Antinarcóticos de la Policía.
P.S. El colega Andrés Borges me ha hecho caer en la cuenta de la cifra cabalística del gobierno de Iván Duque: 1.2 billones de pesos. Esa es la cifra que siempre aparece como titular en cualquier cálculo económico del ejecutivo. Aunque en esta ocasión se usó para decir que ese es el monto de lo incautado al Ñeñe; una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que es la tercera parte del presupuesto 2020 de la Fiscalía General de la Nación, el ente que debe investigar a muchos de los que aparecen en las fotos con el narco asesinado.
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