Monocultivo de azúcar: el “Monstruo Verde” que contamina los suelos y los mantos acuíferos en el Cauca. Parte 2

(15/11/2024)

Durante años, se ha advertido que el Valle del Cauca podría convertirse en un desierto biológico debido al monocultivo de la industria azucarera. Según expertos consultados por Cuestión Pública, esta amenaza silenciosa está cada vez más cerca de hacerse realidad.

Cuando llegué por primera vez en avión a la ciudad de Cali, quedé maravillado con el paisaje que se veía desde la ventanilla: campos verdes por doquier que bordeaban los ríos hasta donde alcanza la vista. Y no sólo desde el cielo, sino que el paisaje se prolongaba en tierra hasta llegar a Popayán, en el corazón del Cauca.

Pero esa visión idílica resultó ser un espejismo, en la medida en que buena parte de ese panorama resultó ser conformado por monocultivos de caña de azúcar, acusados de contaminar suelos y acabar con los mantos acuíferos del valle geográfico del río Cauca.

Crédito: María Arango.

La denuncia, fruto de tres años de investigación, fue realizada en una casona del barrio de San Antonio, cerca de la zona verde en la que la sociedad civil se reunió para hablar de biodiversidad durante la COP16, por una alianza entre el Palenke Alto Cauca de comunidades negras y las ONG Forest People Programme y Enramada, en un informe llamado No todo lo verde es biodiverso. Lejos, muy lejos de la toma de decisión entre Estados llevada a cabo a puerta cerrada en la zona azul de Yumbo.

El tema fue objeto de controversia antes de que empezara la COP16. Curiosamente, inició por cuenta de una iniciativa de los alcaldes de Florida, Pradera, Candelaria y Cali, quienes propusieron crear un corredor turístico llamado «Paisaje cultural de la caña». Una idea que nació muerta, antes de ser llevada a la Unesco, ante la oposición del gobierno nacional.

La idea se asentaba, entre otros motivos, en el nuevo auge que está experimentando la industria, en plena transición energética. Hoy en día, los diferentes residuos de la caña, el bagazo, la melaza o la cachaza, están siendo reutilizados como biocombustible, compostaje, alimentos o para la producción de papel y cartón reciclado, asegura el gremio. Entre ellos están los famosos pitillos biodegradables que han reemplazado a los plásticos de un sólo uso. Lo cual explica que Incauca venda más energía (22%) que azúcar (14%), según su informe de sostenibilidad de 2023.  Suficientes motivos para que los cañicultores e ingenios azucareros se presentaran como actores centrales en la conservación de la naturaleza y la captura de CO2 gracias a la siembra de sus miles de plantas. 

Pero esa visión dista mucho de la que dieron los expertos de diferentes áreas entrevistados o consultados para este reportaje. Según ellos, el monocultivo industrializado de azúcar es, al contrario, depredador para el medioambiente, porque contamina los suelos y los ríos, y podría acabar haciendo del valle geográfico del río Cauca un desierto más temprano de lo previsto.

Crédito: Jorge Iván Araujo.

El primer hallazgo del informe No todo lo verde es biodiverso se refiere a la invasión de cañaverales en las rondas hídricas, como se conoce a los espacios situados a menos de 30 metros del bordo de los ríos, en los que la ley colombiana prohíbe sembrar monocultivos agroindustriales desde 1974. Visible en cualquier orilla del río, el fenómeno es tan difícil de rechazar que no ha sido refutado por nadie hasta el momento.

De acuerdo con las imágenes satelitales publicadas en el documento, 2.474 hectáreas de ronda hídrica han sido acaparadas ilegalmente para sembrar caña tan solo en la parte plana de los municipios de Guachené, Padilla, Tejada, Villa Rica, Miranda, Caloto y Corinto, en el Cauca. Impidiendo el paso de los pequeños pescadores y agricultores que son los únicos autorizados a sembrar cultivos transitorios de pancoger durante el periodo de sequía en esas zonas inundables.

«Las rondas son fundamentales para la conservación de la biodiversidad en los ecosistemas de agua dulce, y proveen varios servicios ecosistémicos. Entre ellos, la regulación del clima y de flujos, la circulación de nutrientes, la purificación del agua y del aire, el control de algunas enfermedades y de invasiones biológicas», lamentó María Arango, abogada de la ONG Forest People Programme y coautora del informe.

En el mapa colgado el día del evento, se ven las numerosas líneas rosas de rondas invadidas que bordean prácticamente todos los ríos de la región, 15 de las cuáles se encuentran adentro de terrenos que pertenecen directamente a los ingenios azucareros Incauca S.A.S. y La Cabaña S.A. 

Consultada al respecto, Asocaña, la asociación que representa a los productores y transformadores de caña de azúcar en Colombia, admitió el problema y aseguró que los ingenios azucareros y cultivadores de caña se han comprometido a “habilitar un corredor biodiverso de 890 km que conectará al río Cauca con 13 de sus principales ríos tributarios”.

En tanto que Amarildo Correa, nombrado director de la Corporación Regional Autónoma del Cauca (CRC) a finales de 2023, aseguró haber tomado medidas para corregir el asunto. “Con la Asociación de cañeros de Colombia, Asocaña, hemos llegado a un acuerdo para arrancar un proceso que permita en pocos años tener por lo menos los primeros tres metros de protección de la ronda hídrica del río Palo”, dijo. 

Crédito: María Arango.

Pero cuando se trató de fenómenos menos visibles, como el agotamiento del agua, o la contaminación de los suelos y los ríos, el deslindamiento de responsabilidades se tornó más complejo, a pesar de que nueve expertos consultados por Cuestión Pública coincidieron en señalar la responsabilidad de los monocultivos de caña de azúcar.

En cuanto al primer punto, Mario Pérez, economista ecológico en la Universidad del Valle remitió a su artículo “La trampa del paisaje cultural cañero: un monocultivo de impactos socioambientales enmascarado como patrimonio», en el que explica que el auge de este monocultivo ocurrió durante la llamada revolución verde en los años sesenta, cuando la revolución cubana obligó a Estados Unidos a buscar nuevos proveedores de azúcar y se tecnificó el campo en América Latina. 

Entre 1960 y 2022 el área de caña de azúcar sembrada pasó de 61.000 a 265.000 hectáreas, lo que equivale al 60% del valle geográfico del río Cauca. Por lo que la cantidad de agua utilizada se multiplicó por 5,4, «lo que ha incrementado la presión sobre el recurso hídrico y exacerbado la conflictividad ambiental relacionada con el agua», escribió. Y junto con el aumento del uso del agua fue creciendo la cantidad de nitrógeno, potasio y fósforo empleada en estos campos, la cual pasó de 24.860 toneladas en 1960 a 144.400 recientemente, lo que generó una “contaminación hídrica y del suelo». 

Esto a su vez se acompañó con el desecamiento de los humedales, señala una investigación de la Universidad Javeriana que estimó «que el 88% de las más de 15.000 hectáreas de humedales registradas en la cuenca alta del río Cauca en los años 50, ya no existían en los 80, debido al drenaje de los monocultivos».

Así como el bombeo de agua a profundidad pone en riesgo las reservas más antiguas del Valle del Cauca. “El gran problema del departamento a futuro es que los cañeros están acabando con el último reservorio de agua de la región, que es irremplazable», advirtió a Univalle Noticias el ingeniero agrónomo Douglas Laing, director adjunto del Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat) de Palmira, durante casi dos décadas.

Crédito: María Arango.

Además, “los monocultivos implican que no hay variedad de especies, lo cual es muy perjudicial para la biodiversidad, que siempre interactúa con la variedad de especies y cultivos», señaló Nele Marien, reconocida activista y coordinadora internacional del programa de Bosques y biodiversidad de la ONG Amigos de la Tierra.

Los insumos utilizados para la caña de azúcar usan «herbicidas, fungicidas, insecticidas, y en algunas partes (…) aplican madurantes”, dijo, lo que agrede a la naturaleza circundante, señaló el ingeniero rural Arnubio Díaz. Los herbicidas matan, por ejemplo, a la mosquilla Forcipomyia, que poliniza la flor del cacao, lo que también afecta el cultivo de otros productos en la región. En tanto que el carburante llamado vinaza, un subproducto del alcohol que se utiliza para fertilizar la soca de la caña después del corte, cambia artificialmente el pH de los suelos, y “así como ayudan a que parte de la flora se cultive, también mata a muchos microorganismos naturales (…) Si no se para ahora el cultivo de la caña, el valle del Cauca va a ser un desierto biológico y eso está pronosticado para 2030, 2035″, sentenció.

Las evidencias se fueron acumulando a tal punto con el tiempo que en un estudio de caso sobre la subcuenca del Zanjón Oscuro, los investigadores Jefferson Valdes, Natalia Samboni y Yesid Carvajal, incluso, concluyeron que en esa parte del Cauca “la gran carga contaminante” provino “de la industria azucarera y municipal».

Hasta la propia Corporación Regional Autónoma del Valle del Cauca (CVC), acusada de ser complaciente con el gremio debido a la puerta giratoria que existió entre ambos organismos, reconoció haber tenido que adoptar medidas restrictivas frente al “impacto ambiental del monocultivo de caña de azúcar”. “Es un tema importante y complejo en la región”, indicó la autoridad ambiental en cuestionario enviado a Cuestión Pública al citar como medidas tomadas el monitoreo de los mantos acuíferos en un valle, que cuenta con “una gigantesca reserva de agua” de 40.000 millones de metros cúbicos, cuya recarga depende de la lluvia. Así como la reducción de las horas y del espacio autorizado para quemar caña, además de auditorías y sanciones, sin precisar cuáles.

Pero nada de esto fue suficiente para hacer doblegar a la agremiación, que respondió que “todos los ingenios cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales para evitar cualquier contaminación de agua en los vertimientos, agua que en gran proporción es reutilizada en el cultivo de caña». En tanto que su presidenta, Claudia Calero, también indicó que los ingenios cumplen con la normatividad ambiental y pidió investigar “las fuentes de contaminación de los ríos, que son diversas fuentes y de diferentes orígenes». 

Lo que pasa, explicó a Cuestión Pública Amarildo Correa, director de la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC) y administrador ambiental, es que no se trata forzosamente de hechos contradictorios. Es verdad que así como la empresa azucarera “endulza la vida” de los habitantes del departamento y aporta a su economía, también contribuye a la contaminación de los ríos. Porque cuando cae al río un barranco invadido indebidamente por caña se cae con todo y matas, dijo, y la industria vierte desechos en los ríos. Pero lo hace en buena medida legalmente, ya que los vertimientos a las cuencas hídricas fueron autorizados por las autoridades ambientales dentro de límites legales hace unos 30 años, cuando los ingenios se asentaron en el norte del Cauca, y la norma tan sólo se actualizó en 2009. Lo que implicó años de contaminación permisiva.

Crédito: Vicky Brown.

Para entender cómo es posible contaminar ríos con permiso oficial, hay que saber que en el Valle del Cauca, la industria azucarera aporta el 21,1% del PIB agrícola y 10,2 % del PIB industrial, mientras que en el Cauca es el 10,6 % del PIB agrícola y 17,3 % del PIB industrial. Para un total de casi 300.000 empleos directos e indirectos, según el gremio.

Su poder se vislumbra, por ejemplo, en la dependencia colombiana al etanol que produce, ya que por ley la gasolina tiene que contener una mezcla con 10% de etanol por litro. Lo que explica que el 100% de la producción se consuma en el país. Sin olvidar su capacidad de exportar derivados de la caña de azúcar a Estados Unidos (22% en 2022), Chile (21%) y otras naciones, señaló el informe No todo lo verde es biodiverso. Una fortaleza adquirida con la ayuda de políticas favorables del Estado, que incluyen subsidios, un fondo de estabilización de precios y negocios garantizados, como el del etanol. 

Frente a las evidencias que se han ido acumulando y la llegada de un gobierno nacional que ha prometido defender el medioambiente, el gremio ha defendido los esfuerzos realizados para cambiar sus prácticas. Asocaña afirmó haber “reducido el consumo de agua en riego en un 50 %» durante la última década gracias a procesos de recirculación del agua, tanto para fábrica como para riego.  

Y lo mismo dijo Juan Guillermo Zuluaga, exministro de agricultura (2017-18) y exgobernador del Meta, quien señaló que la industria azucarera es «el único sector del país que cuenta con una economía circular, con generación de energía, producción de papel y bioplásticos, producción de etanol, industria alimentaria y de bebidas, compostaje, biofertilizantes líquidos, uso de cenizas como enmiendas de suelo, reutilización de agua entre otros».

Pero reconoció los cambios que se están iniciando en la industria. Julio César Ramírez, ingeniero químico docente Universidad de La Salle, señaló que «falta investigación, inversiones y conocimiento para que se den más actividades que lleven a ese camino» y precisó que se necesita que las prácticas de la gran industria, presionada por la sociedad civil y las normativas, se trasladen a los pequeños cultivadores. 

Para cambiar esta situación, el PCN y las ONG Forest People Programme y Enramada enfatizaron la necesidad de aplicar la meta 3 del convenio sobre biodiversidad, algo que fue resaltado durante la COP16 llevada a cabo en Cali. Esta meta  reconoce la necesidad de poner fin a los subsidios de los que se benefician las industrias que impactan negativamente la biodiversidad para dedicárselo a prácticas sustentables, lejos de los monocultivos, y lograr hacer que el valle geográfico del Río Cauca se transforme en lo que fue, un territorio biodiverso.

Créditos:

Dirección editorial: Diana Salinas. Investigación y reportería: Diego Legrand. Producción y coordinación editorial: Ilse Cárdenas. Fact check: Sergio Retavisca. Diseño: Heidy González. Audiencias: Ían Schnaida, Laura Tovar y Natalia Gómez. Webmaster: Paola Téllez.

Publicada a las 04:00 pm