Denuncia contra Helder Calderón Lacouture, médico general

(15/12/2021)

Trabajó en la sede Florencia de Profamilia, una organización privada que promueve los Derechos Sexuales y Reproductivos en Colombia. No hallamos información sobre su trabajo actual, ni encontramos que tenga redes sociales o empresas. En la Superintendencia de Notariado y Registro aparece relacionado en la matrícula inmobiliaria de una propiedad en Valledupar, Cesar. No hay más información sobre él en internet.

Paola, 27 años, víctima de abuso sexual

En 2017 sufrí de Nic III, una enfermedad que es como un tipo de Virus de Papiloma Humano, que es precancerígena. Por eso, estoy acostumbrada a pasar por citas con ginecólogos y a tener citologías con regularidad. Cada seis meses me tengo que hacer exámenes de rutina y me tiene que revisar un especialista en ginecología. 

Siento que hay un déficit de ginecólogas que sean sugeridas por la EPS, o en Profamilia que es a donde suelo ir. Desde el 2017 solo me han revisado hombres en Florencia. Normalmente me hacen una citología de rutina y después me ve el ginecólogo, lee los resultados, me dice si hay algo extraño o no, y procedemos a que me revise.

En Profamilia de Florencia hay tres médicos: Helder Calderón Mora, que fue el que me atendió a mí, Julian Camilo Arrata y Elkin Cerchiaro. Además en Caquetá los ginecólogos son los mismos en el hospital y en Profamilia. Como que se rotan por todos los lugares. Y aunque normalmente no le vería problema a que me atienda cualquier persona, estos tres doctores siempre que te revisan te preguntan: “¿Por qué tan linda y no tiene novio?”. Eso es como ley. Siempre me lo decían pero yo lo dejaba pasar.

El 13 de agosto del 2020, Helder Calderón me atendió, miró mi citología y sugirió revisarme. Yo siempre quiero que me revisen porque eso me hace sentir más segura de que todo está en orden, porque lo que tuve fue muy grave. Entonces bueno, me dijo que me quitara la ropa y me acosté en la camilla. Normalmente están los soportes para que uno ponga los pies, pero él me hizo poner mi rodilla más de lado, y se acercó de tal forma que su pene tocaba mi rodilla. Él estaba super cerca mío y yo decía “pues normalmente no se pegan tanto”, pero okay. 

Todo el tiempo sentía su miembro ahí en mi rodilla, lo cual ya fue muy incómodo, y cuando él me fue a revisar, normalmente en la revisión meten la mano y palpan la parte superior de la vagina y ya, todo normal, pero lo que yo sentí es que él me estaba “tocando”. Él no me estaba examinando, sino que yo sentí que él me estaba manipulando adentro, como cuando alguien te toca o cuando tú te masturbas, de una forma sexual, eso sentí. 

Yo pensaba: ¿será que esto es normal?, pero no se sentía normal. Y él nada que acababa, pero yo tampoco decía nada, sino que me quedé ahí como entre sorprendida y asqueada. No sabría decir si duró más de lo normal, porque yo estaba como impactada, pero para mí se sintió como una eternidad.

Cuando terminó me dijo que estaba todo bien, que se veía todo normal. Me mandó a vestir, me senté frente a su escritorio y me dijo que me podía hacer la citología en seis meses, que podía volver a consulta cuando quisiera. No me dijo nada más. 

Cuando salí me encontré con dos amigas que estaban cerca de Profamilia y cuando me acerqué a ellas les dije: “Me acaba de pasar algo muy raro. Me acaba de examinar el ginecólogo y yo sentí que eso no era normal. Me sentí feo. Me sentí como maluca”. Una de esas amigas había tenido una situación similar con otro ginecólogo. Me dijo: “Paola, a mí también me pasó igual. Yo también sentí que me tocaron. Yo también sentí que eso era incómodo, que eso no se ajustaba a lo que normalmente a uno le hacen. Pero pues tampoco dije nada”. 

Esa noche soñé con esa sensación y estuve con eso en la cabeza por lo menos un mes, dándole vueltas. Yo no sentía que hubiera sido normal y además no sabía si en serio me había tocado, o si me lo estaba imaginando. También tenía esa incertidumbre de dónde está la línea entre lo que se debe y no se debe hacer. 

Varios meses después hablé de eso con unas amigas feministas que me escucharon, me entendieron, me creyeron y me brindaron soporte. En ese espacio dije como “okay, creo que sí estuvo mal lo que me hicieron y por eso me sentí mal por tanto tiempo”.

Le conté a mi mamá y me puse a llorar. Entonces pensé que si me ponía a llorar contando eso era porque sí hubo algo mal hecho. Recuerdo también que cuando salí de esa cita, cuando en la recepción me preguntaron cuándo quería volver, yo les respondí que no quería que me volviera a revisar ese doctor. 

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Diana, amiga de Paola

Estábamos hablando y Paola nos dijo: “Chicas, yo no sé, tuve una cita hace mucho tiempo y no estoy segura si lo que pasó estuvo mal o bien, si fue incorrecto”. Y nos contó que ella había tenido papiloma humano, que había ido a muchas citas, como que estaba acostumbrada, se conocía de memoria la rutina de la revisión que debía hacerle cualquier ginecólogo. Y una vez fue a Profamilia, tuvo una cita y la estaban revisando y sintió que el médico se le hizo al lado de una pierna y como que la tocó con su pene, entre el pantalón, obviamente. Ella sintió que era raro, como que muchas veces había ido y no era normal que eso pasara. Pero no dijo nada. 

Nos empezó a decir que ella no sabía si eso estuvo bien, si estuvo mal, si solo fue su impresión, pero lo que nosotras le dijimos fue que solo el hecho de que ella se sintiera mal era suficiente para saber que no había estado bien. 

Luego fue por su historia médica y se enteró de que el médico ni siquiera era ginecólogo. Y bueno, nos enojamos aún más.

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Paola cuenta que, al ser atendida por el doctor Helder Calderón Lacouture, notó que su examen fue irregular. Cuenta que Calderón le acercó el pene a su rodilla y que la tocó de forma sexual, tratando de estimularla.

Como la denunciante asiste a estos chequeos con frecuencia, supo con claridad que así no se realiza el examen. Sin embargo, se quedó paralizada y no supo cómo responder. Al comentarlo con sus amigas, Paola encontró que algunas de ellas habían tenido experiencias similares con otros especialistas en Florencia.

El presunto abuso sexual que vivió Paola la afectó emocionalmente pues reporta haber tenido ansiedad y pesadillas en los meses posteriores a los hechos. También dice fue al encontrar un espacio feminista que pudo socializar su experiencia y entenderla como acoso. Para este reportaje Paola pidió acceso a su historia clínica en Profamilia. Al revisarla, Paola se dio cuenta de que Calderón no es ginecólogo sino médico general.

Volcánicas tuvo conocimiento de otro caso de presunto abuso sexual cometido por Helder Calderón. Jessica, prima de la víctima, relató que Calderón presuntamente le hizo preguntas inapropiadas y con contenido sexual a Clara, su prima. “Preguntas de que cuántas veces sostenía relaciones sexuales, que con cuántos hombres, que si le gustaba”, aseguró Jessica. Luego, en el consultorio, Calderón presuntamente le hizo un tacto vaginal en donde tocó a Clara de forma sexual e intentó estimularla mientras rozaba sus genitales entre el brazo y la pierna de la paciente. 

A partir de estas experiencias Clara radicó una queja por escrito en Profamilia. En el documento la paciente denunció que: “En el procedimiento el doctor estuvo un poco raro porque ubicó su mano derecha en mi pierna izquierda muy cerca de mi vagina […] empezó a hacer movimientos con sus dedos muy anormales y uno de ellos tocaba mi clítoris, por instantes largos u otros cortos. En ese transcurso entró un muchacho moreno de camisa rosada […] el señor Helder se asustó y dejó de hacer el movimiento extraño con sus dedos. Al cerrar la puerta, el médico volvió a hacer el movimiento anormal tocando mi clítoris y ahora intentaba ponerme el brazo izquierdo encima de mis senos. Fue allí cuando sentí en mi brazo derecho que su pene estaba erecto”. 

Para este reportaje Paola pidió acceso a su historia clínica en Profamilia. Al revisarla, Paola se dio cuenta de que Calderón no es ginecólogo sino médico general.

Volcánicas envió un cuestionario a Profamilia preguntando por las denuncias en contra de médicos que trabajan en la institución. Sobre Helder Calderón, la institución dijo que recibió una queja a través de sus canales de atención, relacionada con extralimitaciones físicas o verbales durante la prestación de sus servicios. Al recibir la denuncia iniciaron el proceso de investigación sobre lo sucedido y se le dio la oportunidad al Calderón de explicar su versión de los hechos. “El profesional renunció al centro de salud en el curso de las investigaciones del proceso en cuestión. Frente a este caso nos permitimos informar que la persona implicada ya no se encuentra vinculada a nuestra institución”, señaló el centro médico en su respuesta. 

Consultamos a Profamilia por qué el doctor Helder Calderón, siendo médico general y no ginecobstetra, realizaba tactos vaginales. Respondieron que los profesionales de la salud, incluyendo profesionales en medicina general, pueden realizar tactos vaginales en la medida en la que estos se requieran técnicamente y que, para ello, existen guías y protocolos establecidos por el Ministerio de Salud. “Por lo tanto, el hecho de realizar este tipo de procedimientos no configura un comportamiento incorrecto per se. Es posible que un profesional en medicina general pueda y deba llevar a cabo tactos genitales con el objetivo de hacer una valoración integral de sus pacientes y el examen físico ginecológico y urológico necesario”.

Sin embargo, Profamilia advierte que “si bien los tactos vaginales hacen parte de los procedimientos requeridos para la prestación de algunos servicios, es claro que ningún profesional debe, de ninguna manera, hacer tocamientos genitales que no correspondan a los procedimientos médicos requeridos para la atención particular, o que no sean aprobados por la persona, escenario que, dentro del ámbito médico, debe hacerse evidente a través del consentimiento informado, oral y escrito. En este, el profesional debe informarle a la usuaria el procedimiento que llevará a cabo para que ella entienda y consienta la realización. De manera contraria, la organización contempla la investigación y sanción de profesionales que lleven a cabo tocamientos indebidos o no consensuados”.

Tratamos de encontrar el contacto del doctor Helder Calerón para obtener su respuesta a las denuncias recibidas por Volcánicas, pero no pudimos conseguirlo por ningún medio. Solicitamos su contacto en Profamilia y nos informaron que, por política de tratamiento de datos, no pueden compartir la información de contacto de empleados o exempleados. Tampoco encontramos redes sociales asociadas al nombre “Helder Calderón Lacouture” o ninguna otra que correspondiera con las características profesionales y laborales del médico. Encontramos en un blog, a nombre de Luis Eduardo Escandón Dussan, quien incluye a Calderón como referencia personal junto a un número telefónico. Llamamos y nos contestaron indicando que el número no es del doctor Calderón.

*Este artículo fue investigado, escrito y editado por Volcánicas, la investigación no compromete a Cuestión Pública.

Créditos

Reportería
Luisa Fernanda Gómez Cruz
Asistente de reportería
Victoria Arroyave 
Análisis
Catalina Ruiz-Navarro
Edición
Matilde de los Milagros Londoño
Edición jurídica
Ana Bejarano 
Ilustraciones y diseño
Carolina Urueta y Lina María Rojas

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