(08/05/2020)
En un viaje a Barcelona se enamoró de la ciudad y decidió que algún día viviría allí. Pero jamás imaginó que ese lugar fuera uno de los más afectados del mundo por el SARS-CoV2 y que enfrentaría la pandemia como médica.
María Camila Arias es una joven de 28 años. Terminó su carrera de medicina hace cinco años y partió de Colombia en octubre de 2019 cuando le salió un trabajo en España que consistía en hacer visitas domiciliarias. Luego, a finales de ese año y como si fuera un cambio más de trabajo, comenzó a atender a los adultos mayores de los hogares geriátricos, yendo de residencia en residencia. Pero a los pocos meses, se registraron los primeros contagios de coronavirus en España.
Según el Departamento de Salud de la Generalitat, el virus llegó el 25 de febrero a Cataluña, la provincia donde está Barcelona. Este sería solo el inicio de un dolor que María Camila sentiría en carne propia.
Durante la pandemia, España ha sido motivo de portada en medios internacionales más de una vez, porque fue el segundo país europeo, después de Italia, donde se comenzaron a disparar los contagios. Al 7 de mayo es el cuarto país del mundo con más muertos a causa del brote, según las estadísticas oficiales que reúne la Universidad Johns Hopkins.
Y durante todo este tiempo María Camila ha estado ahí, en la primera línea frente a los contagiados y, además, atendiendo a la población española más afectada de todas: los adultos mayores. El 86% de las más de 26.000 personas que han perdido la vida en España tenían más de 70 años, según las cifras del 7 de mayo del Ministerio de Sanidad de ese país. Aunque la cartera no especifica cuántos de ellos vivían en los hogares geriátricos como los que visita María Camila, los datos acumulados de las autoridades regionales sostienen que la mayoría de ellos, 16.690 adultos mayores, murieron en esas residencias, como lo publicó el medio español RTVE el pasado 1 de mayo.
La comunidad autónoma donde trabaja María Camila es la segunda más golpeada de todo el país, pues en Cataluña han muerto 10.905 personas de ellas, 9.604 tenían más de 70 años, según las cifras de la autoridad catalana al 7 de mayo.
Pero lo más difícil no son los números. Esta médica colombiana cuenta que detrás de cada registro hay un dolor particular. El de quien muere solo sin que su familia pueda visitarlo, el del gerente del hogar geriátrico que ve cómo fallecen una a una las personas que viven allí y el del personal clínico que atiende la pandemia, en algunas ocasiones sin equipos de protección suficientes y rotándose las mascarillas. “Me ha hecho llorar muchas veces, me ha hecho sentir rabia, me hace sentir que no soy capaz”, dijo María Camila en su bitácora para Cuestión Pública.
Cuando grabó este video para Cuestión Pública estaba a un día de cumplir años. Sabía que recibiría todas las felicitaciones por celular, pues está sola en España mientras su familia la apoya desde Colombia. Trabaja sola en los hogares geriátricos que visita todos los días y por más que la pandemia la haya hecho llorar durante trayectos enteros desde su trabajo hasta su casa, dice que no puede apoyarse en los colegas que hacen la misma labor. “Cada quien está viviendo su pesadilla”, dice, sin perder la esperanza de que esto la está convirtiendo en una persona más fuerte, más paciente y sobretodo más humana.
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