viernes, abril 19, 2024
Hace unas semanas, la periodista Jineth Bedoya visitó distintas agencias y organizaciones internacionales de derechos humanos. El fin era dar a conocer el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) con la que se condenó este año al Estado colombiano por el secuestro, la tortura y la violación que sufrió mientras hacía su labor como reportera en el año 2000.
Cuestión Pública consultó a la periodista Claudia Julieta Duque sobre la actuación de la fuerza pública el pasado 19 de mayo, en Cali, cuando los habitantes del sector Calipso denunciaron por redes sociales que el almacén Éxito habría sido usado como un centro de tortura por parte de la Policía. Para la publicación de esta tribuna, su respuesta a este medio recibió un tratamiento de edición de estilo y se agregaron algunos datos de contexto.
Desde el 28 de abril de 2021 Colombia atraviesa una compleja situación de explosión social a distintos niveles. Cuando escribo estas líneas, a mediados de junio, miles de colombianos siguen saliendo a diario a las calles de distintas ciudades y municipios del país a manifestarse, entre muchas otras cosas, contra las reformas propuestas del gobierno, reformas que han ido “cayendo” por la fuerza de la multitud que ha copado las calles, plazas y barrios del país exponiendo su vida frente a la respuesta represiva, y a todas luces violatoria de los derechos humanos y las convenciones del uso de la fuerza por parte del Estado.
Las vacunas son una de las herramientas que ha permitido aumentar la expectativa de vida de los humanos, para entender las estrategias de vacunación es clave la interpretación, pues la eficacia es diferente a la efectividad. 
No, en Colombia nada es predecible, no es fácil saber qué va a pasar mañana, creemos que nada puede empeorar y nos supera la realidad… Cada día es más difícil tener esperanza de una negociación seria de este gobierno nacional con el pueblo colombiano. Pero tal vez llegó el momento de pensar en el corto, mediano y largo plazo desde otro lugar.
Más de 20 días de paro han evidenciado que hay una profunda grieta entre la ciudadanía y la fuerza pública. Los primeros, victimizados por el actuar de los uniformados, se sienten irrespetados y desconocidos; los segundos asumen que deben ser tratados como víctimas de los manifestantes.
Hoy en día la dolorosa situación que padecemos se suma a la indiferencia del dolor humano, ahora solo se trata de contar casos y camas disponibles como la realidad de la pandemia. La comparación entre regiones, países y continentes es como si fuera una olimpiada de desgracia humana.
Somos un pueblo en resistencia, eso somos, pero hay días donde personas como yo quisiéramos rendirnos sobre la posibilidad de un país distinto, luego veo videos de diversas partes de Colombia y todo cambia, mi pueblo, mi gente sigue de pie, el paro sigue porque una buena parte de las y los manifestantes resisten, persisten y nunca desisten por un país distinto.
Uno podría sorprenderse al ver que la Policía lleva 6 días disparando manifestantes sin evitar los lentes de las cámaras. Pero es comprensible: Uribe los invitó por Twitter a hacerlo.
¡Estamos en una pandemia, hay que cuidarnos! ¡Quédate en casa! Nos repiten todo el tiempo. Solo sal a trabajar, produce, genera capital, sostén la economía y paga cada día más impuestos, aun si no ves ningún resultado válido para el aumento de nuestra carga tributaria día a día. Han pasado las horas, los días, las semanas, los meses y ya en el segundo año de la pandemia no siguen pidiendo encierro y solo salir a producir. Nos dicen que no podemos ver a amigos y tener relaciones humanas con quienes amamos porque podemos infectarnos y matar o morir por un contagio.