Desafiar al patriarcado en las urnas sale caro

(25/10/2023)

No hay que ser adivinas para vaticinar los resultados del próximo domingo: ninguna mujer será elegida gobernadora en uno de cada cuatro departamentos del país en los comicios regionales. Entre más alto el cargo y mayor poder de decisión, menos candidatas hay en disputa. ¿Por qué?

“Estamos sin cinco, pero es sincero”, bromea Maryori Ortiz con su equipo de campaña. El dicho, sucinto y casi musical, resume económicamente su candidatura y la de la buena parte de las mujeres que aspiran a un cargo de elección popular. A esta abogada, con aire de filósofa, la financiación le ha sido esquiva desde que arrancó su candidatura a la Asamblea de Boyacá meses atrás. Ortiz ya sabe que juega a perder.

En un primer momento, proyectó recoger 100 millones. Después, para reconciliarse con la realidad, bajó las expectativas a cincuenta. A poco menos de una semana de la votación, no había recogido ni la cuarta parte. Ortiz, que estira los argumentos con facilidad, llora al contar cómo a sus votantes los han bombardeado con los recursos que ella no tiene. 

Del Pacto Histórico, partido por el que se inscribió, no recibió un centavo hasta entonces. El apoyo se tradujo en alrededor de ocho mil periódicos o piezas publicitarias en forma de boletines impresos con su programa político. Los entrega en la calle, cual voceadora, apelando al uno a uno, al milimétrico trabajo de orfebrería política que no compite con las cuñas radiales. Mensajes marquetineros que no devoran cientos, sino miles de oídos a la vez con un solo jingle y que supera con creces su presupuesto. 

Escucha a Maryori Ortiz

Es que buena parte del éxito en las urnas está en la financiación. No lo dice ella, lo dicen las cifras. Tras un análisis de datos con base en información pública de la Misión de Observación Electoral (MOE), Cuestión Pública encontró que las campañas que resultaron ganadoras en las elecciones regionales de 2019, tanto en alcaldías, concejos, asambleas y gobernaciones, tuvieron en promedio el doble o más de recursos, que las que perdieron.

El panorama es el mismo, pero inverso, si se le da vuelta al género. Los candidatos hombres reunieron en promedio más de dos veces el monto recaudado por las mujeres y de cada 10 pesos que dieron los aportantes particulares, más de 7 fueron a parar a campañas de hombres. 

A esto se suma, que las brechas en la participación política entre hombres y mujeres se encogen a paso de elefante: ellas son tan solo el 39% del total de candidatos; y entre más alto es el cargo al que aspiran, menos mujeres están en la contienda.

Arriesgar todo el patrimonio por una oportunidad

Nilza María Pantoja, candidata a la Gobernación de Nariño, está en una situación similar a la de Maryori Ortiz: su candidatura se ha sostenido principalmente con aportes propios y préstamos familiares frente a las musculosas maquinarias tradicionales contra las que compite

Este primer rubro constituyó “la principal fuente de recursos” en las campañas de 2019, “seguidos por las contribuciones, donaciones y créditos de particulares”, según un estudio publicado el año pasado por Transparencia por Colombia. Solo entre las dos primeras fuentes de financiación se concentró el 91,8% del total de los ingresos de los aspirantes. 

Para las mujeres, sobre todo cuando son nuevas candidatas, es muy complejo (…) una mujer no va a estar tan dispuesta a poner en juego el patrimonio familiar por lanzarse. Pero, segundo, es un elemento de inequidad grandísimo que se determinen tus posibilidades de salir elegida, en qué tanto puedes poner. Ahí no hay mucha renovación, te toca ser rico de entrada”, le dijo a Cuestión Pública, Sandra Martínez, Directora Programática de Transparencia por Colombia.

Escucha a Nilza Pantoja

Alejandra Gómez, hoy copresidenta en Santander del joven partido Dignidad & Compromiso, que une las corrientes de Sergio Fajardo y Jorge Robledo, sí decidió arriesgar su capital familiar para lanzarse al Senado el año pasado. 

“Yo era la única mujer de la lista de Verde Oxígeno, pero no recibí nada del partido, nada es nada, ni siquiera venga le ayudo con una pieza gráfica. Lo hice muy sola (…) yo tenía unos ahorros para la universidad de mi hijo que se acababa de graduar del colegio y ese fue el patrimonio que puse en juego y lo perdí porque obviamente era muy poco y tuve solamente dos meses para hacer campaña”.

“Yo tenía unos ahorros para la universidad de mi hijo, ese  fue el patrimonio que puse en juego y lo perdí  porque obviamente era muy poco”

Eso incluyó tocar la puerta de empresarios del sector privado, sin experiencia y desafiando las probabilidades: “a mí me faltaron agallas para pedir dinero. Llevo toda la vida haciendo emprendimientos sociales en los que jamás me ha dado pena pedir dinero, lo pedía para otras causas, pero, jamás siendo yo la causa”, agregó Alejandra. 

En realidad, en donaciones recogió muy poco. Recuerda que solo logró cinco millones de pesos, “más cinco millones que me regaló mi mamá”. Los empresarios argumentan que las mujeres no siempre se acercan a pedir recursos, explicó Martínez, de Transparencia Por Colombia, que conversó con algunos de ellos para analizar las fuentes de financiación electoral para su informe de 2022. Pero la lógica del sector privado tampoco las favorece: “cuando deciden financiar lo que verifican es que tú de alguna manera ya te hayas probado en las urnas, es decir, que puedas confirmar que sí tienes capacidad de ganar y de ser elegido”. 

Los cargos más poderosos, sin ellas 

Según Juliana Hernández, directora ejecutiva de Artemisas, organización feminista de incidencia política, la capacidad de medirse en elecciones la ha tenido históricamente los hombres y las maquinarias tradicionales que ellos integran en la mayoría del territorio. 

“Por supuesto, es mucho más fácil gestionar recursos para procesos colectivos, que es el estereotipo y el rol que siempre hemos tenido que asumir las mujeres, que hacer una campaña política donde le disputamos el poder a los hombres, donde le disputamos el poder al patriarcado y a la política tradicional, que desafortunadamente está atravesada por la corrupción y el clientelismo, y la distribución desigual”, argumentó. 

“Es mucho más fácil gestionar recursos para procesos colectivos, rol que siempre hemos tenido que asumir, que hacer una campaña política donde le disputamos el poder al patriarcado”

En el triste saldo, Cuestión Pública encontró que en las elecciones territoriales de 2019 solo dos mujeres fueron elegidas por cada diez ganadores. Lo mismo en la participación política, en la que el número disminuye entre más alto es el cargo: por cada quince gobernadores, solo hay una mujer.

Incluso los partidos incipientes que tratan de desmarcarse de estas redes patriarcales y que se llaman a sí mismos independientes, le siguen apostando más a hombres que a mujeres, especialmente en los cargos de mayor toma de decisión.

Para las elecciones regionales de 2023, ocho de cada 10 candidatos a alcaldías y gobernaciones son hombres. Y ocho departamentos no tienen a ninguna mujer en la contienda por dirigirlos, como Antioquia y Santander. Enviamos cuestionarios a tres partidos para entender cuál había sido el criterio para no lanzar a una mujer entre sus candidatos en este último departamento. Solo respondió Dignidad & Compromiso, a través de Alejandra Gómez, su copresidenta: “pasa porque no somos capaces realmente de pensar en un liderazgo de una mujer frente a la capacidad para gobernar”. Una respuesta más que honesta.

Pero en las Juntas de Administración Local (JAL) cambia por completo la tendencia. En la mayoría de departamentos se alcanza la paridad en el número de candidatas y candidatos. Algo similar ocurre con quienes se quedan con los cargos. Cuatro de cada diez ediles elegidos son mujeres.

Donde ellas más participan es en los cargos corporativos, como las asambleas y concejos, en contraste con las alcaldías y gobernaciones. Ya que en las primeras la Ley 1475 de 2011 exige que las listas de más de cinco candidatos tengan un mínimo de 30% de hombres o mujeres.

“El capital que uno necesita para invertir en una campaña para una alcaldía o gobernación es mucho más alto e influye más el tema del conocimiento y la capacitación”, contó Margarita Bejarano García, candidata a Edil por el Partido Verde en la comuna 11 de Cali. 

Desafiando las estadísticas

El Valle del Cauca parece ser un oasis en medio del desierto. En los dos últimos periodos, la administración departamental ha estado a cargo de mujeres: Dilian Francisca Toro, baronesa del Partido de la U, matrona del negocio de la salud en Cali e indagada por parapolítica, y Clara Luz Roldán, su sucesora. También es el departamento en el que, en proporción, ellas más se lanzan, con el 40.49% del total de candidatos en 2023. Pero es un oasis porque ambas arrastran la política patriarcal y machista de usanza nacional.

Para Juliana Hernández, es claro el efecto dominó que producen los liderazgos femeninos. “En política necesitas identificarte con la persona que estás viendo en la pantalla” y esto se ha visto reflejado en fenómenos como el de Francia Márquez, que “como vicepresidenta, siendo una mujer negra, extrabajadora doméstica y lideresa social y ambiental, transformó el imaginario de muchas mujeres (…) pero hay que entender que no todas las mujeres somos buenas [en política] y no todas llevamos agendas de mujeres, ni feministas”.

Para 2023, el Valle del Cauca fue el departamento que registró el mayor aumento de candidatos y candidatas con respecto a las elecciones de hace cuatro años. Tanto hombres como mujeres inscribieron su nombre en los tarjetones tres veces más que en el 2019.

“Los y las nadie de Colombia tienen voz por primera vez en el país y cuando eso sucede, la cultura política se transforma inmediatamente”

Las respuestas podrían estar en el paro nacional de 2021. “El estallido social politizó muchísimo a la juventud (…) Los y las nadie de Colombia tienen voz por primera vez en el país y cuando eso sucede, la cultura política se transforma inmediatamente y significa la inserción de nuevo liderazgos que históricamente habían estado excluidos”, apuntó Hernández. 

Lo dicho por Hernández podría reflejarse en el nuevo liderazgo que emergió con Diana Rojas, una concejal que inició campaña independiente a la alcaldía por Cali, pero que se adhirió a la campaña de Alejandro Eder, quien, sin duda, tenía más poder de chequera.

Pero si el Valle ha sido un oasis, la región amazónica ha representado el desierto. En departamentos como Amazonas, Guainía, Guaviare o Vaupés, las mujeres son apenas tres de cada 10 candidatos, y el número baja a dos cuando se observa a las que quedan elegidas.

En las regiones, específicamente al sur del país, “las mujeres enfrentan varios poderes y formas de opresión que van desde sistemas absolutamente machistas y patriarcales, hasta grupos armados, narcotraficantes y clanes políticos”, repuso Hernández, que apenas y se distinguen de los dos primeros y que cuyo control han impartido con más fuerza. 

Además, la incesante violencia

La MOE registró un aumento del 141% de la violencia contra lideresas políticas, sociales y comunales en los primeros seis meses de las elecciones regionales de este año, frente al mismo periodo de 2019. La diferencia es que para entonces no había un proyecto de ley que sancionara la violencia política contras las mujeres, como ocurre ahora. 

Y aunque lanzarse a un cargo de mayor liderazgo e incidencia en Colombia es desafiar la estadística para las mujeres, las razones superan con creces la altura de cualquier barrera. 

La candidata Maryori Ortiz a la Asamblea de Boyacá, terminó con llanto esta entrevista, pero no por el peso de la desigualdad: “Yo me metí a esta vaina, porque cuando se iban a cagar el lugar donde nació la cultura Muisca y la ancestral yo la defendí, porque cuando nos quisieron meter franquicias me paré a pelear, porque cuando la minería se estaba tragando la montaña completa y nadie hacía nada nos fuimos a pelear, porque yo amo esta tierra”.

Colofón: sobre este tema consultamos a siete partidos políticos, entre ellos, el Liberal, Cambio Radical, Centro Democrático, Colombia Humana, entre otros, pero no contestaron. De hacerlo, agregaremos sus respuestas.

Créditos. Directora editorial: Diana Salinas. / Investigación: Andrea Rincón y Edier Buitrago. / Visualización de datos: Edier Buitrago y Ketty Roqueme. / Fact Check: Sergio Retavisca. / Edición legal: Camilo Vallejo Giraldo. / Montaje: Paola Téllez. / Audiencias: Jhon Rodríguez, Natalia Gómez y Laura Tovar. / Cover: Heidy González.