jueves, mayo 2, 2024
Montmartre es conocido por ser nido de un fenómeno cultural que define en gran parte el imaginario de París: la bohemia. En tiempos de cuarentena les ofrezco un recorrido mental por ese fascinante barrio.
El polvo flota veloz en un haz de luz evanescente. A lo lejos, oigo las carcajadas de un niño que se mece en una hamaca con su madre. Me asomo por la ventana y observo las montañas y la niebla y los edificios de ladrillos. Es sábado y los oficios de limpieza apenas comienzan. 
A las improvisaciones, malas decisiones y actos cuestionados y cuestionables la vicepresidenta suma la falta de respeto para quiénes han sufrido la cuarentena de la manera más indigna. 
Injustificable: tras pedir información pública al Ejército, fuimos blanco de 'inteligencia'. Esta es una editorial que representa la opinión de todos y todas las periodistas de Rutas del Conflicto.
El COVID19 o coronavirus es uno de los desafíos más difíciles que ha atravesado la humanidad en los últimos tiempos. Su capacidad de contagiar a millones de personas y de viajar por el mundo ha puesto a temblar la economía mundial, desnudado la fragilidad social y política de la globalización neoliberal y rescatado del ostracismo al Estado como organismo regulador y garante de los servicios esenciales para la supervivencia de los seres humanos.
El anuncio de la cuarentena generalizada en Colombia para prevenir un aumento exponencial de contagios de Sars-CoV-2 generó tantas cosas que hasta escribir sobre la pandemia o el encierro termina siendo un lugar común. Qué débil es la sociedad “pospresencial” que estar encerrados supone una amenaza a todo el aparato productivo y social de cualquier país.
Se aproximan los últimos estertores de la tarde. El sol desciende brillando anaranjado en la ventana. Ladridos lejanos, gorjeos de pájaros, el ruido de un bus vacío que se detiene en el paradero, el sonido del viento… Es el sonido de una ciudad que se ha ido apagando con fuerza, que ha perdido su capacidad de trabajo, que ha abandonado la furia de los motores y el humo.
Hace 25 años el país se sacudía con el inicio de lo que se conoció como el Proceso 8000. Para quienes no recuerdan las cosas claramente, fue un “escándalo” (como se llama habitualmente a las situaciones en las que las élites políticas son descubiertas delinquiendo) en el que la institucionalidad fue abiertamente cuestionada por su relación con el narcotráfico. 
Tenía diecinueve años. Una mañana de agosto, aquel hombre me jaló por el brazo, me llevó a su cuarto, me tocó las nalgas e intentó besarme. Como pude, resistiendo a su fuerza, me zafé de él. Salí corriendo en medio del aire abrumador y asfixiante. Corrí dos cuadras y me senté en el sardinel de un edificio. Apoyé la cabeza sobre las piernas mientras mi cuerpo temblaba de angustia, sudor y llanto. 
El asesinato de Dilan no fue un acto aislado sino la sumatoria de unas órdenes, de una forma de operar, de un armamento y de una munición de dotación, y de un entrenamiento. Dilan se convirtió en un símbolo del orden nacional. La serie de excusas dadas por el Gobierno recuerdan la lógica perversa para explicar la muerte de Dimas Torres y de Flower Trompeta, asesinados por las Fuerzas Armadas.