Ya no estoy aquí, el jardín de las siemprevivas

(14/10/2021)

Cuestión Pública Feminista suma nuevos in memoriams a nuestro micrositio Ya no estoy aquí, en el que construimos una base de datos de víctimas de violencia feminicida e identificamos 237 casos de casos de mujeres, entre las que se contaron niñas, jóvenes y adultas mayores asesinadas entre el 24 de marzo y el 31 de agosto de 2020, periodo en que la cuarentena por Covid-19  fue más estricta.

En ese espacio —de reivindicación y memoria— buscamos darle rostro y vida a las mujeres asesinadas a través de las voces de sus familiares y amigos. Cada una de ellas es una flor sembrada en el jardín de las siemprevivas, que irá reverdeciendo con las historias que nos cuenten sus seres queridos.

Si quieres contactarnos para reconstruir la historia de tu familiar o amiga, escríbenos al correo electrónico: yanoestoyaqui.cuestionpublica@gmail.com. Esta labor de búsqueda estará vigente hasta hacer de ellas las siemprevivas.

Lee y comparte los in memoriam de las siemprevivas, mujeres que fueron sonrientes, cuidadoras, valientes y amorosas.

Risa eterna

“Su risa era inigualable. Uno la escuchaba de lejos cuando ella soltaba la carcajada por la calle y sonaba durísimo. Yo pensaba: “Por ahí viene Karla”. Después me decía: “¡Oe, loquita! ¿Qué más?”, con sus ojos achinados y su gesto alegre.”

Amor de madre

“Era una gran madre, como ella no hay en cualquier lado. Ella luchaba mucho por sus cuatro hijos, se encargaba de todos los gastos, por eso trabajaba fuertemente en lo que fuera porque su mayor sueño era que salieran adelante.”

Lideresa del amor

Era una joven del Cabildo Nasa Kwe’sx Kiwe que se dedicaba a las labores del campo, a la protección de su territorio y que integraba la Guardia Indígena. Cuando no estaba en la Guardia, Leidy trabajaba para sacar a sus dos hijos adelante.

La soñadora independiente

Era una mujer soñadora. Estudiaba un técnico en Auxiliar de Enfermería, ese era el primer peldaño para convertirse en médica. Decía que quería ser una buena profesional para ayudar a otros, tener mejores ingresos y apoyar a su mamá.

La 10 de la familia

“Venía al pueblo cada diciembre y a nosotros, sus cuatro hermanos, nos traía regalos. Aprovechábamos para estar juntos en familia, jugábamos parqués, dominó, íbamos a recoger café y maíz, o viajábamos hasta el río. También nos visitaba en los cumpleaños de mi padre. Él era su adoración.”

Sazón de alegría

Dentro del hogar reinaba un olor exquisito, un aroma que indicaba que Luz Amparo estaba al mando del fogón: preparaba sopa de gallina criolla. La yuca, el arroz y una ensalada eran los acompañantes de su plato predilecto. Danzaba entre las vasijas y ollas para terminar el almuerzo que su familia esperaba con ansias.

Una mujer que quería volar alto

A los 9 años ya era una emprendedora y dirigía su propio negocio de manicura. Cuando no tenía clases en el colegio, recibía en su casa a las vecinas que acudían a ella para embellecer sus uñas. Era pulida y atenta al detalle.

Construyendo sueños ‘con la punta del pie’

La salsa domina sus pies en un ritual frenético en el que los cuerpos de los integrantes del grupo de baile parecen uno solo. Mientras su familia la ve de lejos, Hilary, que hace parte del grupo sonríe.

Pedacitos de un recuerdo

“Bailaba en medio del jolgorio, avivado por las trompetas, trombones y bongos a ritmo de salsa. María Angélica se robaba las miradas de las personas en las mesas aledañas: deslumbraba por su forma de bailar, su sonrisa y su cuerpo esbelto.”

La suerte de amar

Sus ojos almendrados, oscurecidos por el rimel y la sapiencia de la edad, se posaban sobre los transeúntes que paraban en su tienda buscando cazar la suerte con cifras reveladas en sueños. A todos los atendía amablemente.

Entre letras y líneas

La joven de 15 años está acostada boca abajo en su cama. Está concentrada, nada de lo que pasa fuera de su habitación la inquieta. En su mano tiene un lápiz con el que esboza una ilustración sobre la hoja de un cuaderno. Verla es una armonía: borra, traza y calcula cada línea.

Dos manos unidas y un amor

“Sandra también era una guerrera, protegía mucho a sus dos hijos. No le gustaba que alguien que no fuera ella les llamara la atención y, si tenía que sacar las uñas para protegerlos de alguien, se armaba de valor y los defendía. “¡Con mis hijos nadie se mete!”, decía.”

Volar para cumplir los sueños

«La última vez que estuve con ella fue el mismo día de su asesinato. Ella estaba entusiasmada porque el martes siguiente entraba a trabajar en la Secretaría de Educación. Además, en 20 días estaba programado su grado como licenciada. No pudo ver realizado su sueño. Yo tuve que ir a recoger su diploma».

Cuidadora

“Estaba completamente entregada al gozo de la noche. Movía sus pies y sus caderas a ritmo de champeta, mientras los más pequeños intentaban seguirle el paso y otros familiares la acompañaban con las palmas. Ella era el alma de la fiesta.”

Al son de la simpatía

La vi por última vez el 11 de junio de 2020, el día que la mataron. Nos vimos en la pizzería de la familia, yo le tenía preparado su almuerzo favorito. Al terminar de comer, me dijo: “Madre, qué almuerzo tan rico”, me dio un par de besos y me dijo que me amaba.

Un sueño que florece en 22 rosales

Nunca perdió de vista su sueño: “Cuando sea una pediatra mi uniforme va a ser un disfraz, para que los niños no me vean como una doctora, sino como una amiga o una superheroína”, decía.

Una guerrera valiente

“Le decíamos ‘guerrera valiente’ porque fue una pelada muy berraca, no se quejaba nunca, ni siquiera cuando tuvo hasta tres trabajos para mantener a sus dos hijos. Se enfrentaba a lo que viniera, sacaba la frente en alto.”

Una mano amiga

«Mi pelirroja era más bien introvertida y muy inteligente. Yo le decía así porque nació con un cabello cobrizo muy bello. Le encantaba ayudar a la gente, especialmente a otros inmigrantes provenientes de Venezuela, como ella. Lo que le daba más satisfacción era servir a otros.»

La tristeza era incapaz de dominarla

«Paula iba al colegio para reírse con los compañeros, siempre estaba rodeada de amigos o jugando fútbol. Nunca hacía mala cara y si tú le pedías un favor, ella lo hacía con agrado. Solo se enojaba cuando uno tenía una actitud negativa ante la vida.»

Una madre alegre, fuerte y autónoma

“Mi madre fue bastante alegre y de un corazón muy joven. Era muy echada pa’ delante; se le medía a todo, incluso a los trabajos más difíciles y hostiles. En el primer piso de su casa ella tenía un amplio taller y allí construyó sillas, puertas y camas, pero luego se enfocó en la tapicería. Pocas veces escuchaba música mientras trabajaba, pero bebía café todo el tiempo.»

Una mujer que pedaleaba con el corazón

“Ella era enfermera geriátrica y quería demasiado a los adultos mayores, los consentía mucho. Les daba sus alimentos con amor, los ayudaba a bañarse cuidadosamente y velaba porque recibieran sus medicinas a la hora correcta. También amaba el ciclomontañismo, le gustaba mucho sentirse desafiada por la montaña.»

Carmelita, la amiga de tres generaciones

«Cuando visitábamos a Carmelita ella corría a traer huevos de su galpón para prepararnos algo de comer. Luego encendía el fogón de leña de su cocina, ponía los huevos en una sartén y los servía en un plato con un pocillo de café y una rodaja de pan. El aroma del carbón le daba a su comida un sabor indescriptible que nunca voy a olvidar. Con su sazón expresaba el cariño porque, por lo general, era una mujer muy reservada.»

La belleza de las pequeñas cosas

“Mi hermana se reía conmigo y tenía arranques de amor en los que me hablaba con mucha ternura. Su lado más divertido salía a flote con Samuel, su hijo y su verdadero amor. Ella anhelaba que él tuviera todas las comodidades y por eso trabajaba muy duro. Cuando descansaba pasaban todo el tiempo juntos.”

Luiza, una mujer que sabía celebrar la vida

Era una mujer muy bonita, nunca pasaba desapercibida. Además de su belleza era muy tierna y eso me flechó. Recuerdo que tenía un aura que hacía que todas las personas quisieran hablar con ella. Hasta los animalitos se le acercaban y ella era muy cariñosa con ellos.

La “profe” guerrera

Mónica era una mujer morena y de cabello oscuro. Recorría los caminos de tierra provista únicamente de sus libros de estudio. Aunque el conflicto armado y los grupos ilegales la siguieron de cerca mucho tiempo, ella dictaba sus clases en las escuelas del campo porque tenía una misión: enseñarle a los hijos de los cultivadores de coca que la educación los podía salvar de esa cadena de violencia.

La salvadora nocturna

Leidy se pinta los labios de rojo y se acomoda el vestido del mismo color que lleva puesto. Le fascina porque deja ver sus piernas, se mira al espejo y sonríe. Está lista. Ahora se dispone a maquillar a su amiga Alexa Brava, su obra maestra de la noche. Mientras la embellece, repite el mantra que le dice a sus clientas para empoderarlas: “Chica bella. Rostro. Cejas definidas. Labios de tentación”.

Sanadora

«Cuando Anlly nació supe que era un regalo que Dios me había dado a los 6 años para no estar sola. Desde que era una bebé su alma estaba llena de ternura. Dicen que el espíritu de una persona se vuelve mucho más grande cuando ama a un animal. Si eso es así, yo creo que el de ella era gigantesco porque cada que podía llegaba a la casa con perritos que rescataba de la calle.»

Una mujer de alegría incansable

Una carcajada estridente cruzó el mercado público de Maicao y todo a su paso se llenó de alegría. Quien rió fue Miladis Machado, una mujer morena y de ojos aguileños, que solía despachar bromas al por mayor en el depósito de víveres. “Así era mi mamá, una mujer muy divertida que a todo le sacaba un chiste. A ella la conocían muchas personas porque llevaba más de 10 años trabajando en el mercado».

El espíritu libre de Angie Paulina

“Pauli era muy original, no le importaba lo que estaba de moda y usaba lo que a ella le gustaba. Hacía sus propias combinaciones de prendas llamativas pero bonitas, se veía bien. No era la niña más dulce del mundo, al contrario, era una niña rebelde. Una vez se cortó un mechón de cabello de la nuca y en otra ocasión se trasquiló. Era tremenda.»

Mayerlin Cruz, la médica de vocación férrea

Agradecida, Mayerlin le tomó una foto a los regalos que le habían dado sus pacientes ese día: unas sandalias negras con florecitas, unos aretes de fantasía y un par de manzanas. Sonriente, abrió el chat que tenía con su hermana Margiee y le envió la foto. No era la primera vez que recibía regalos de sus pacientes, por su trato hacia ellos. Mayerlin sentía que su ética profesional estaba por encima de todo.

El sueño de madre e hija

Olga recuerda aquel lunes como uno de los más felices junto a su hija Eilyn Catalina. Despertaron temprano en la mañana y emprendieron camino rumbo a la Academia de Belleza Toscana, en el centro de Medellín. Olga ahorró parte de su sueldo para matricular a Catalina en una escuela de belleza. Quería que fuera estilista y que tuviera su propio salón. Iban a cumplir un sueño de las dos.

Ana: “Yo voy a ser la segunda mamá de sus hijas”

El destino a veces parece existir y en la línea de vida de Ana estaba la de encontrarse con Juliana, la que iba a ser como una hija para ella, porque Ana entraría a trabajar a esa casa de familia en la que Juliana era una niña y ahí se quedaría por muchos años. Tantos como para pensar que fue una figura materna, porque la cuidó y educó.

Cindy alcanzó a conocer el mar

“De niña fue muy divertida, y tranquila. Anhelaba estudiar para ser veterinaria. Como mamá era excelente, muy dedicada a sus tres hijitos. Quería que fueran mejor que ella y brindarles lo que, tal vez, no pudo tener. Quiero que la recuerden como una mujer alegre y guerrera, porque mi niña era luchadora y emprendedora. Cuánto daría por devolver el tiempo y tenerla conmigo nuevamente”.

Meiby: “Sea como sea yo me la rebusco”

“Lo único que hacía la Meiby era vivir por la camiseta y trabajar por sus hijos acá en la plaza de mercado. Yo era un chinche cuando la conocí. Recuerdo que me impactó porque era una pelada original, no era doble. Si ella decía: ‘somos hermanos’, eso significaba que éramos h-e-r-m-a-n-o-s. Ella es de esas amistades que a uno no se le olvidan y las tiene ahí en el corazón”.

La alegría de Katy Johana

“A Katy Johana quiero recordarla como era, una mujer alegre, para no tener más tristeza de la que tengo. También deseo que los otros la recuerden como la conocieron, una mujer contenta, risueña y sin problemas.”

Luz Amparo, la más valiente

«Mi mamá era un bombón, una negra espectacular. Era una mujer alegre y sonriente; sincera y muy optimista. Era cuidadora, apoyaba a otras mujeres en condición de maltrato, las recibía en la casa mientras conseguían trabajo o solucionaban sus problemas. Nos consentía mucho a nosotras sus hijas  y nos inculcó ese espíritu de ser productivas, independientes y respetuosas con nosotras mismas.»

La mujer que quería sacar a sus hijas adelante

Crecimos en el campo: era una mujer muy berraca, trabajadora y echada pa’ delante. Su mayor motor eran sus hijas. De tan buena mamá que era se tornaba muy nerviosa.Me decía: “yo lo único que quiero es sacar a mis hijas adelante, eso es lo que yo quiero, sacarlas adelante”.

El amor y la valentía de Daniela

«Dani era una persona sociable, sensible. Una mujer emprendedora y trabajadora a la que, además, le gustaba ayudar. Siempre llegaba a la casa con un animalito que se había encontrado en la calle para que lo adoptáramos. Era valiente y fuerte, el ánimo de la casa. Amaba ir a la universidad. Siempre tenía una historia que contar o algo para decir, por eso siempre estaba rodeada de amigos.»

La risa de Michel

«Michel era una niña juiciosa y risueña, se reía por todo y por nada, uno la regañaba y se reía. Le encantaba jugar y cuidar a sus hermanitos, disfrutaba ver televisión y estudiar. Tenía sueños, quería ser actriz o médica. Era una niña querida por todo el mundo, por todo el pueblo. Le hacía caso a cualquier persona, escuchaba y se dejaba aconsejar.»

Cande, una maestra de toda la vida

«A mi mamá le decíamos Cande. Ella podría aprender desde mecánica, hasta costura, porque era así, una mujer trabajadora e hiperactiva. Con decirle que en su juventud fue jugadora de fútbol y siendo docente ayudó a fundar un equipo conformado sólo por maestros que se llamó ‘Los Profesionales’. Era, además, el amuleto porque siempre que iba a los torneos, daba la casualidad que el equipo ganaba.»

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